miércoles, noviembre 23, 2011

Y así fue…

Pasaron los fastos electorales, eso que algunos llaman hueca y pomposamente (¡puag!) “la fiesta de la democracia”; esos mismos que intentan seguir divirtiéndose a costa de los que continúan creyendo sus mentiras podridas, sus promesas bobas y sus análisis postreros, siempre ganadores aunque no les vote ni su santa madre...

¿Y qué ha habido de nuevo? Pues nada, casi está el Húsar por recordar aquel anuncio del pastor y el campeón de liga... Nada que no estuviese ya previsto, escrito y hasta descontado de antemano. Siempre hemos mantenido que, por mucho que las cosas cambien, en medio de esta gresca seudodemocrática de dos gallos que pugnan por la supremacía en el corral leonés, la cosa es tan fácil como que 3+2 son cinco, exactamente lo mismo que lo que suman 2+3. Tan pronto para un lado como para otro; ahora a derecha, luego a izquierda, con la cadencia estúpida del rebaño que se sabe le llevan directo al matadero, y si viene al caso, hasta balando su contento. ¡Pena me da este pueblo!

¡Con la falta que nos hacía romper esta diabólica suma y arrimar ese disputado diputado a las doctrinas leonesistas! Pero así están las cosas: 137.579 votos al converso, al marrano ese que llaman Juan y que debería ser Pedro por las veces que ha negado a todo lo que se menea (a Alianza Popular, al seudoleonesismo que le encumbró sobre la manifestación de los 90.000 del 4 de mayo, a sus compañeros del Solos Podemos, hasta a los carniceros durante aquella fantochada de huelga de hambre en batín y con acólito y celebrante ...), representan otras tantas bofetadas en la conciencia colectiva de este pueblo que, o mucho nos equivocamos, o ha perdido ya el Norte, el Sur y el resto de los puntos cardinales democráticos.

¡Pero cómo es posible! Estamos ya maduros para la infamia; es quizás hasta el momento de que vuelva el verdugo Martín el villano y le nombremos héroe popular, le hagamos una estatua y la coloquemos en el lugar de Guzmán... ¡es tan bueno el hombre! ¡Mira que hacer de nosotros honorables castellanos y no haber sabido agradecérselo después de más de 25 años!

Los votos del siguiente en número (136.546), ese gris funcionario cuyo mérito único reseñable ha sido el de vender a su antiguo partido y saber vivir siempre a cuenta del sufrido contribuyente, ese a quien la señora Presidente de la Dipu no quiso, en su momento, saludar porque ella no hablaba con “auxiliares administrativos”, ese que ahora come de su mano, ese es el que (dicen, pero, a mis años, ya no me lo creo) va a defendernos en el Senado. Si la situación no fuera tan trágica, reiríamos hasta desencajar el maxilar; pero no. Lo único que debería sentir un buen leonés, un leonés comprometido con lo suyo, consciente de la situación en la que se encuentra su patria pequeña, es una pena infinita... y ello no porque haya ganado el pepé, ni el pipí, ni el popó; ¿pero qué más nos da, si todo ya da lo mismo? ¿Qué puede cambiar para León, para la única Región preconstitucional que no ha sido ni siquiera capaz de verse reconocida como tal, en este momento? La negrura de la nada se asoma a nosotros como un pozo sin fondo en el que seguiremos cayendo hasta una más que desesperante desaparición; eso sí, nos acompañará el coro de nuestros dignísimos representantes congresiles y senatoriles, pero seguramente siguiendo a distancia el cortejo funerario. De una parte para no mezclarse con la plebe, que molesta y hasta seguramente huele mal, y de otra porque tampoco pueden ir más deprisa; con los bolsos tan bien repletos no se puede exhibir un caminar ligero ni tampoco bailar de manera grácil; ya lo había señalado Zadig, el héroe de Voltaire, que determinaba esta prueba como la más infalible para la elección de un buen ministro de finanzas.

¿Y nuestro llanero solitario, el último mohicano, digo el único defensor (según su apreciación cegata, claro está) de las esencias de lo leonés? Pues “agazapado detrás de la sebe”, como suele suceder, esperando que pase la tormenta y haciéndose una autocrítica estupenda, un análisis tan particular que hasta puede llegar a creer que ha convencido a alguien con su visión tan triunfalista... ¡Se puede exhibir mayor despropósito, mayor estupidez, mayor desatino y mayor incoherencia! Pues parece que sí, ¿qué le vamos a hacer? Desde los tiempos de nuestros fundadores, los romanos, se viene demostrando como cierto aquel axioma de que “el número de los tontos es infinito” (¡cuántos y más el de las tonterías!), aunque, según el Bachiller Sansón Carrasco de la inmortal obra de Cervantes, se deba atribuir dicha frase, siguiendo a la Vulgata latina, al Eclesiastés. Pero, para el caso, bacalao, seguramente de Bilbao... que esos sí que han dado la nota..., en sol mayor, oiga.

Al cabo de los años, quieran reconocerlo o no, el sacrificio del pobre León en la pira de los intereses bastardos de los unos, de los otros y hasta del mismísimo Atila, no ha servido para nada; solo para mortificar gratuitamente a un pueblo, solo para desagradecer, ocultar o manipular sus realizaciones a lo largo de la historia. El “centro fuerte” que quisieron construir y que, según estos “demócratas” de tienda de chino de barrio, justificaba el matrimonio no deseado, ni consentido y el yugo castellufo que nos ahoga, no ha impedido (iluso el que así lo creyere) que los vascos y vascas sigan reivindicando su diferencia, al igual que los del otro lado del mapa. Por el contrario, a nosotros se nos priva hasta del derecho que todo hombre de bien tiene de poder amar a su tierra, hablar bondades de ella, cuidar sus costumbres, reconocer su historia y glorificar a sus héroes. ¡Así vamos y así llegamos a donde estamos! ¡Somos realmente unos auténticos paletos!

¡Ahora resulta que 10.269 votos es una cosecha espléndida! ¡Pero si la representación política leonesista ha caído hasta la cuarta división regional! ¡Pero si se han puesto delante hasta los de la Izquierda esa que decían hundida y los seguidores de una señora que las veces que ha venido a León no ha hecho otra cosa que insultar a la inteligencia y meter la pata castellana en todos los platos de la reivindicación, por más justa, de lo nuestro! ¡Y luego hay que respetar a todos! Ya lo entiendo, nosotros no gozamos ni de esa categoría gramatical, ¡como no somos nadie...!

Y, si algo quedaba, para constatar los fantásticos resultados de estos, esos y aquellos, no quiero ni comentar las abstenciones, los votos blancos o los nulos; trabajo tendrían los analistas políticos si quisieran entender..., incluso los responsables del socialismo local que tienen que aceptar que les venga a poner firmes un señor de Ávila... Pero, a 25 años de la reivindicación ante el muro de la vergüenza de Riaño, uno no puede hacer otra cosa que, quizá, constatar la cantidad de batallas perdidas en el camino de esta retahíla de desgracias que no acaban. ¡Cuándo regresarán los bárbaros!

jueves, noviembre 10, 2011

¡¡¡GRANDE, BELLO, BRAVO!!!!


¡¡¡Por cosas como esta,
                        ha merecido la pena currar
              tanto, tanto, tanto!!!





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martes, noviembre 08, 2011

Dejadme solo

A este rincón de libertad ha llegado la reflexión que sigue y, como no tenemos costumbre de negar espacio a quien se dirige a nosotros, os lo copiamos tal cual para que, al menos, pueda servir de motivo de debate. Es cierto que la reivindicación leonesa no está pasando por sus mejores momentos... Gracias por confiar en nosotros, querido comunicante "anónimo", puesto que así nos has pedido que figure tu comentario.

No pretendo hacer alusión a un poema de Luis Cernuda que lleva ese mismo título; no trato de parecer intelectual y tampoco es tan difícil encontrar esto en internet, hasta es el nombre de una canción de Young Killer. La cosa va más por la frase que suele decir un torero en la plaza ante un momento de gran dificultad… y, comparando la situación, la que debió decir a su “cuadrilla” el procurador de los tribunales leoneses metido a político, Sr. Chamorro.

El tiempo pasa veloz, pero todavía muchos recuerdan, seguramente, lo que ocurrió hace cuatro años; en aquel momento se sacrificó en la pira de la democracia, un pobre leonesista utópico llamado Luis Arias. La presentación iba en contra de lo que pensaban los mandamases y los vividores del partido, pero la quijotada se llevó a cabó, como trascendió en la prensa local, en una especia de burla que pretendía hacer como que se seguían las directrices del anterior congreso. Sin embargo, en aquella ocasión sí que al candidato le dejaron solo; más solo que la una, como se dice ya que, sin ningún empacho, le abandonaron a su suerte. Ni siquiera llegaron a buzonear las papeletas impresas y los resultaron fueron los que fueron.

En este caso la presentación al Senado en “solitario” del Secretario General de la UPL no tiene sentido ni parece cuadrar con los modos normales de los partidos, por lo que habría que encontrar otros motivos. La clave podría estar en alguna de las declaraciones del dicho sujeto. En la presentación de su candidatura decía que si obtenía malos resultados entendería que debía dejar el partido en otras manos. Seguro que no sería mala idea por los resultados que está teniéndo. Pero la jugada de presentarse solo pretende evitar que le comparen con otros, que no somos tontos, puesto que en la papeleta del Senado hay que poner una señal a la persona que se quiere votar. Si se presenta solo nadie de su partido sacará más votos que él y podrá seguir predicando lo mismo que ya oímos después de las municipales: la culpa no la tiene él ni los que le rodean, simpre la tienen otros, además de las circunstancias que ahora son muy malas.

Ahí tenemos al PREPAL que una vez y otra se presenta sin ningún tipo de vergüenza por lo menos para que se hable de ellos y de lo que defienden. La candidatura del Sr. Chamorro es entonces un regalo envenenado; si se le vota poco dirá, o dirán otros, que los leoneses no quieren defender esas ideas porque los tiempos no están para más gastos en autonomías, aunque las otras (y no digamos la que sufrimos) gasten a manos llenas, pero si le votan más que a Arias dirá que ha tenido muy buenos resultados, aunque los otros partidos sigan con la misma argumentación de siempre y que esto de “León Solo” ya no interesa a casi nadie. Hasta puede ser que tenga ya buscada una “honrosa” salida; eso es lo que han hecho todos los que han vivido de la política leonesista, uno detrás de otro, cuando ya la vaca no da suficiente leche, corren como ratas a buscar otros modos de vida si no la tienen arreglada ya.

Probablemente estemos asistiendo a la última ceremonia, la del intento de enterrar a un muñeco con el que han jugado de forma descarada y sin creer en nada de lo que la cosa representaba. Pero para eso, el “matador” Chamorro, necesitará una mínima cuadrilla. Ya sabemos que un torero se hace acompañar por tres banderilleros, dos picadores, un mozo de estoques y otro de confianza además del siempre necesario representante para que le busque nuevos lugares donde actuar; y eso es, poco más o menos, lo que vemos. Lo simpático del caso es que, entre estas gentes de la “cuadrilla” hay uno, el tercer banderillero, que tiene el encargo de apuntillar al toro, en el caso que no lo haga el propio matador, es el puntillero. Aquí de lo que se trata es de apuntillar al león.

Desconozco el nombre del sujeto porque no tengo información sobre lo que ocurre en el interior de ese partido, aunque casi estaría seguro de la persona que quedará encargada de la trágica ceremonia; de cualquier modo y tal como está la cosa, lo mejor será hacer caso de lo que dice el torero, que se quede solo, a ver si esto todavía tiene algún arreglo.

El Espontáneo