sábado, agosto 10, 2013

Memoria selectiva

No nos sorprende; estamos ya tan acostumbrados... Sin embargo, actuaciones como la que hoy traemos a la reflexión de nuestros lectores, no deberían dejar de tener su comentario, incluso su réplica, si los “medios” no estuvieran tan alineados con el poder establecido, que, por lo que bien conocemos, no permite ni el menor cambio a sus tesis ni la menor especulación en contrario. Hay que seguir la corriente que conduce al mar putrefacto de la gran mentira, la que interesa mantener; no vaya a ser que la ciencia histórica, que ha avanzado tanto últimamente y que está derribando muchos viejos mitos, llegue a dar la razón a quienes se precian de mantener una postura de compromiso con la verdad y con el recuerdo de las actuaciones de nuestros antepasados, tan maltratada por aquellos que les gustaría borrar, no solo de los documentos, sino de la memoria del mundo, muchas de las cosas que acontecieron. ¡Pobres ilusos!

Adulemos al que manda, arrimémonos al sol que más calienta, cobijémonos bajo la sombra bienhechora de nuestro árbol protector o sigamos, sin más, las órdenes de la secta que nos esclaviza, que de todo hay...

Alguna de estas explicaciones, sin duda, ha debido guiar los pasos de una intervención aparecida en el Diario de León, en la sección que lleva por título “Opinión”, y que viene firmada por “Jaime Lobo Asenjo ex senador del PP”, el día 23 de julio de este 2013.

Como no hay fechas, aniversarios o acontecimientos que recordar en los límites de la Región Leonesa, el eximio “ex senador” (ex concejal y toda una colección de ex que ya ni recordamos) lanza toda una serie de quejas sobre la falta de implicación “institucional” en el recuerdo de una batalla, la de las Navas de Tolosa, sobre la que se ha fabulado ya más que sobre las aventuras del Capitán Trueno y el Jabato juntos.

Copiamos el comienzo de su contrariada letanía: “Hace ahora ocho siglos y un año de la mayor batalla habida en la España medieval, la batalla de Las Navas de Tolosa, hito histórico de primera magnitud, comparable a la batalla naval de Lepanto, y que año tras año, pasa en el más triste de los olvidos institucionales, pese a ser el acontecimiento decisivo, que viene a marcar el lento final de la presencia del islam en la Península Ibérica y ...”. Lobo dixit, y uno, en su habitual inocencia, y sin entrar a debatir lo que ya algunos han considerado una verdadera exageración, producto más de mitos que de realidades históricas contrastadas (cierto es que la Reconquista continuó hasta 1492, es decir, 280 años más tarde... muy “lento final”, se nos antoja), se pregunta, ¿y qué decir, señor ex senador, del recuerdo de la de Simancas, en opinión de muchos historiadores, “la más importante de la Edad Media” y que hubiera podido representar el final de la misma, en época de Ramiro II, si no hubiera mediado la vergonzosa traición del “héroe castellano” Fernán González?

¿Ha olvidado usted, acaso, el Fuero de León de Alfonso V, próximo a cumplir un milenio? ¿Se implicaron mucho “las instituciones” en la celebración del 1100 aniversario del Reino de León o más bien hicieron todo lo posible para que pasara con más pena que gloria contraprogramándose ellos mismos, por ejemplo, con la visita del Monarca, su paso, casi levitando, por San Isidoro y la inauguración de la sede de la Universidad de Washington en León? ¿Y cómo no recordar las Cortes de León por las que nos han otorgado el título de “Cuna del Parlamentarismo”, tras la intervención, no de nuestros representantes políticos o sesudos intelectuales alguno de los cuales tuvo una bochornosa y hasta deshonesta actuación en la parca celebración del 800 aniversario, sino de personas como el profesor John Keane y su “The Life and Death of Democracy” o Rogelio Blanco, que fuera último Director general del Libro, Archivos y Bibliotecas y que hizo la petición a la UNESCO en ese sentido? ¿Quién recuerda la inauguración del Pórtico de la Gloria por parte del rey Alfonso IX –VIII de León? ¿Quién la coronación del único emperador español, Alfonso VII de León, en 1135 y, con ello, la constitución de un Imperio?

Hay que llegar a la conclusión de que esos hechos, como son “nuestros” no tienen tanta relevancia como los que nos vienen del exterior o impuestos por “el régimen”; hay que comprender que siempre habrá una clac dispuesta a aplaudir (es su misión) hasta con las orejas, una cohorte de pedigüeños, estómagos agradecidos, parásitos o simplemente vividores que tienen presta la pluma, aunque sea la de ganso, para escribir a favor de aquellos a los que deben favores o de los que esperan obtenerlos; así ha sido y, desgraciadamente, en los tiempos que corren, nada induce a pensar que la cosa puede cambiar. Pero ese tipo de actitudes ni tienen nada de científico ni aportan novedad alguna a la reflexión ni siquiera contribuyen a crear una sociedad más juiciosa, más objetiva y más democrática.

¿Memoria selectiva? Sí, sin duda; pero también mediatizada, manipulada o manipuladora, que esconde un innegable complejo de inferioridad o incluso de culpabilidad por no haber sabido defender lo suyo... Es eso que, muchas veces, se ha definido como “ser más papista que el papa”; y ya sabemos, por experiencias bien recientes, lo que podemos esperar de los conversos, de los afrancesados en general o de los acastellanados en particular.