miércoles, noviembre 26, 2014

Perlas "Cultivadas" (56ª entrega)



Según el Presidente del Engendro, Juanvi I de la Yunta, o el Insultador, como le hemos calificado otras veces: "Las autonomías acercan la política a los ciudadanos y reconocen las peculiaridades de cada una de las comunidades".

Y lo dice ¡¡tan ufano y sin despeinarse!! ¿Será por falta de peine? ¿De verdad vivimos en la misma "comunidad" autónoma? Lo cierto es que siempre lo hemos dudado. ¿Cómo es posible que se atreva a hablar de "acercamiento a los ciudadanos" en la comunidad más centralista del país que, en lugar de "acercar" servicios a los ciudadanos se ha dedicado a alejarlos, centralizando casi todo lo que estaba descentralizados incluso en época franquista, véase en tiempos de Maricastaña?

Y, sobre todo, ¿cómo puede tener arrancadeiras para hablar de "reconocimiento a las peculiaridades de cada una de las comunidades" (creo que se reía por lo bajini al decirlo) cuando preside un engendro en el que las peculiaridades LEONESAS están siendo sistemáticamente atacadas desde el propio (des)gobierno autonómico, al ser ninguneadas, manipuladas y ocultadas en los medios de comunicación y en los libros de texto?

Y lo peor del caso no es que peque por desconocimiento, NOOOO. De sobra sabe el gachó que lo que afirma no es verdad (por lo tanto es un mentiroso compulsivo al que, sin remedio, le va a crecer la nariz), por lo que su pecado es (por lo menos) doblemente grave: miente, nos toma el pelo, se escucha a sí mismo y a su tribu de aduladores y, además, contribuye (ha sido la política de la junta juntera a lo largo de estos últimos 30 años) a esta ceremonia de la confusión en la que, de cara a sus galerías y galeristas (amiguetes, periodiquillos y periodiquetes, vividores varios y chupones a montones), parece mantener la teoría de que todo va bien en el mejor de los mundos: el de Mordor, claro, en el que todo está deformado por una realidad ajena a la de la Tierra de la luz. No, si ya lo decía aquel que tenía más razón que un santo: ni informan ni hablan para el común; su jerga no va dirigida más que a la tribu, quizá ya de caníbales, que no se conforman con chupar del presupuesto y hundirnos en la miseria sino que su obsesión contra el disidente es acabar con él, y a ser posible de la manera más vil y dolorosa. ¡Qué castigo!