jueves, enero 24, 2013

Con la que está cayendo…

¡No puede ser! Viendo lo que vemos, oyendo lo que oímos, leyendo incrédulos lo que leemos y oliendo la podredumbre que amenaza con sumergirnos, al menos, hasta el sobaco, uno no puede por menos que frotarse las meninges ante lo que le cuentan. No me resisto a compartirlo.

El caso es que, según preveía la propia Agencia Tributaria, una persona que, estando en el paro, encontrara un trabajo y el mismo se encontrara fuera de su domicilio familiar, tenía derecho a desgravar de su declaración una cantidad un poco superior a 600 € (por una sola vez y por un año). Alguien nos contó, sin embargo, su caso concreto que desmiente lo anterior (siempre existe la letra pequeña y tramposa) y que indigna y hasta produce nauseas; más todavía en el contexto de corrupción en el que navegamos a la deriva y, cada día, empujados en la dirección del ventilador que esgrime cada partido o cada grupo de poder.

Explicación: Dicha persona hizo su declaración, por mejor decir le fue hecha por un profesional; la consecuencia inmediata fue una notificación de “declaración paralela” en la que se le notificaba que dicha desgravación no era correcta y pidiéndole aclaraciones y documentos; unas y otros fueron suministrados, si bien, siempre a criterio de la funcionaria de rigor... y, por más rigurosa (que, por cierto, parecía tener más vacaciones que nadie pues nunca se encontraba en su sitio), eran “incompletos”.

La consecuencia final fue que la mentada desgravación no solo no le fue aceptada, sino que entendieron, ¡oh cielos!, que se había intentado cometer un fraude, digno entonces de ser castigado con una multa... ¡del 50% de la cantidad que se había intentado escamotear! De nada sirven razonamientos y, como en tantas ocasiones, se impone la conocida frase “fuerte con los débiles, débil con los fuertes”. La justicia es ciega... ¿o quizá no? ¿Puede explicarse este hecho a la luz de tantos casos, en los que la clase política, abusando de su estatus de casta superior, “se lo viene llevando crudo”? Y, de otro modo, ¿cómo se casa esta actitud con la reciente amnistía fiscal?

Ya vemos en qué pasan el tiempo algunos inspectores: en lugar de buscar millones escatimados al circuito “normal” de la economía (no olvidemos que se calcula en alrededor del 25% el dinero negro circulante), persiguen a los pobres y más que probadamente honrados trabajadores... ¡Lamentable!

Todo esto sigue haciendo verdadera la afirmación, “si usted debe mil euros, tiene un problema; si debe un millón (o defrauda 22), el problema es del banco”. Ni siquiera es tal, en este momento: las pérdidas de las alegrías bancarias las financiamos los mismos... ¡Que siga la fiesta... el banco malo y hasta la “igualdad”!

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