lunes, abril 07, 2014

¿Haciendo el ganso o imitando al citado palmípedo?

Para evitar malentendidos, nos remitiremos al diccionario de la RAE. Cualquiera puede hacer lo mismo, simplemente con entrar en él a través de internet, aunque a decir verdad hemos suprimido algunas acepciones para no alargar en exceso la definición.

Ganso:
1. m. Ave palmípeda del orden de las Anseriformes, de hasta 90 cm de longitud, con plumaje básicamente gris y pico y patas de color naranja, rosa o amarillo según la especie. Es migratoria y vive en herbazales cercanos al agua en Europa, Asia y Norteamérica. Existen razas domésticas, como la oca, que se crían por su carne y por su hígado.
2. m. Hombre tardo, perezoso, descuidado. U. t. c. adj.
3. m. Hombre malcriado, torpe, incapaz. U. t. c. adj.
4. m. Hombre patoso, que presume de chistoso y agudo, sin serlo. U. t. c. adj.
5. m. Entre los antiguos, ayo o pedagogo de los niños.
hacer el ~. : loc. verb. coloq. Hacer o decir tonterías para causar risa.

Se malicia el Húsar que eso es, probablemente, lo que algunos hicieron (hicimos) esta mañana a cuenta de la manifestación a favor de las infraestructuras y las integraciones ferroviarias de la ciudad de León. Cada uno en su papel o acepción probablemente buscada: unos por lo de “tardos y perezosos” (según se desprende de lo no hecho o no conseguido hasta ahora), otros por lo de “torpes e incapaces” (en consonancia con sus actuaciones, su falta de combatividad y hasta sus ocurrencias, como la de trasladar la estación de RENFE a las cercanías de Onzonilla o la de FEVE, en una clara operación de eutanasia activa, hasta los entornos del Campus universitario). Hasta los habría, con toda seguridad, que se apuntarían a la acepción número 4 ya que, por lo hecho, dicho, conseguido y padecido, maldita gracia nos hace esta historia.

Para cualquier observador, medianamente informado de lo acontecido a lo largo de estos últimos años, la puesta en escena debió parecerle una comedia de enredo (pero que muy enredada), una obra dignísima representante del teatro del absurdo, un vodevil, una pantomima, una burla, una tomadura de pelo o, en la más pura tradición de don Ramón María del Valle-Inclán, un esperpento.

La convocatoria de la denominada “cumbre social” ha propiciado que, durante una hora, hayan caminado (juntos, pero no revueltos, que siempre los habrá que mean colonia), los que comenzaron las obras y los que las vienen deteniendo, los que mentían como bellacos y cambiaban proyectos o admitían los cambios de los mismos al capricho de ministras y/o consejeros bien pagados, con algunos vecinos que, al menos desde hace más de dos años, erre que erre, han intentado tener, cuando menos, una explicación medianamente coherente de lo que se pretendía hacer con unas obras que parecían avanzar a toque de trompeta y al ritmo de los meses de 31 días. Según nos han dicho, casi 4.000 firmas les avalan, pero eso no ha sido suficiente... hasta que dejó de llover y se pudo salir en alegre compañía a manifestarse por León, aunque seguimos pensando que algunos no conocían ni la causa. ¡Pero y si colaba!

Una vergüenza; si algún día, alguien, desocupado quizá, por la cantidad de tiempo que tiene que echarle a la idea, escribiera la historia, por ejemplo, de los dimes, diretes, desmentidos y mentiras varias contadas en los periódicos de esta que fue urbe regia y capital imperial, algunos se sorprenderían de nuestra mucha paciencia y nuestra falta de coraje. En otra ciudad, se habría preparado la marimorena.

Y, si eso fuera poco, los desplantes de los responsables, los intentos de manipulación, los abusos de poder y la falta de actitudes democráticas han retratado a más de uno/a, que de todo hay. Incluso ello se ha constatado en las respuestas aportadas en los plenos del propio Ayuntamiento

En resumen que, con el permiso de la autoridad, seguiremos haciendo el ganso, en la última de las acepciones; así, por lo menos, conseguiremos divertir a los mandamases que eso, parece ser, es lo que mola, da lustre y posibilita el puestín en las próximas elecciones. Y hablando de ello, mucho nos tememos que, pasada esta fiebre preelectoral, cada mochuelo se refugiará en su olivo y seguirá cantando su monótono y repetitivo “tu – tu”, mirando con ojos de pánfilo ilustrado a los miembros del partido de enfrente o al que tiene al lado si estos grupos o personajes dañinos son más de dos. Ahí se acabará el “lucharemos hasta el final”; ¿hasta el final de las estaciones, del tren (que es un invento antiguo y hace ruido) o de las cacicadas que venimos padeciendo por estas tierras abandonadas, como se suele decir, de la mano de Dios o, cuando menos de los políticos que cobran de nuestros impuestos?

Postdata: Y mientras dependamos de los señores de Valla-dolor, otros les hagan, por aquí, la ola o incluso pretendan ganar puntos siendo más papistas que el Papa, en León no cambiará nada; sí, claro, sin ninguna duda, podemos ir a peor, ya conocen ustedes las leyes de Murphy.

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