Acabados los fastos, casi al mismo tiempo que el escaso dinero que nos dejan, recuperado el ritmo cansino de este raro invierno y muy a pesar de los propósitos, el Húsar no puede por menos que volver a recobrar su bien probada vocación de fustigador de políticos palurdos, despertador de conciencias adormiladas y alentador de justas reivindicaciones; enfin que no nos callamos ni debajo del agua que nos roban del genocidio del valle de Riaño.
Claro que tampoco nos queda otra solución puesto que, como el rayo que no cesa, el decaimiento de esta sociedad es paralelo a la burla que de la misma hacen toda esta panda de inútiles políticos que nos ha caído en desgracia soportar; y, como además se han multiplicado más que una plaga de langostas africanas y hasta son más dañinos que ellas mismas, poco ha durado nuestro descanso y hasta nuestras buenas intenciones para este año que nos va a terminar de freir en la caldera hirviente de esta crisis cuyo fin ya nadie se atreve a pronosticar; a pesar de que, meses ha, algunos habían gritado, como Rodrigo de Triana, “tierra”, digo “brotes verdes”; comienza el Húsar a creer que hasta se los han comido, como el sabio de las hierbas.
Al paso que vamos, algunos van a comenzar a pedir el cumplimiento de las profecías de los mayas; al menos tendrán la satisfacción de partirse el pecho de la risa, viendo lo poco que les servirán, a los unos y a los otros, las primas de riesgo, las agencias de rating, la especulación desmedida, la acumulación de divisas, el desmoronamiento del estado del bienestar y hasta el cambio climático; esta pandilla es peor que las siete plagas de Egipto.
Pero, discúlpenos, respetado lector; una vez más nos hemos dejado llevar por la desazón, el enojo y hasta la amargura. Volvamos pues a nuestra Tierrina de referencia puesto que esas cuestiones macroeconómicas nos producen desasosiegos de un tamaño similar... y ni podemos con todo ni está bien que lo intentemos; “Cada cual con su pareja”, que diría don Juan Tenorio.
Muchas serían las noticias (y sus consecuencias) que podrían merecer hoy esta, que intentamos, serena reflexión: el fin de año, la deuda municipal, la deriva del leonesismo, las uvas tardías y la caraja que se ha montado en la red a su costa, las patadas, codazos y empujones para hacerse con el poder en el socialismo local, la reina de la Diputación que es una noticia en sí misma, la pestilencia que se adueñó de la urbe regia durante días, los EREs que nos persiguen a muerte, las empresas que cierran sin que nadie lo remedie, los autónomos que parecen haber sido declarados especie a extinguir, la pérdida de población que sigue desangrándonos, etc., etc. ¡Montones de alegrías, vaya!
Vamos a ser modestos y nos quedaremos únicamente con dos argumentarios de sendos personajes; por aguantar sus continuas bravatas y melonadas ya nos duelen hasta las meninges. Uno es el ínclito Oscarto, ese madrileño que contemplaba desde su atalaya segoviana, “toda Castilla-León” (o incluso en ocasiones "toda Castilla" a secas, nos preguntamos en este sinvivir que nos produce ¿verá tambien Santander, Logroño, Madrid y Castilla-La Mancha?) pero que no acertaba a contar más que ocho provincias (todos sabemos cuál le faltaba).
Después de los penosos resultados obtenidos encabezando el socialismo de por aquí y de por allá, y en característica común a todos los políticos, no encuentra más argumento que el de engolarse en su ignorancia arrogante, en su ineptitud demostrada, y faltar al respeto a todo lo que se menea; más bien despreciando cuanto ignora, que de eso sabía algo don Antonio Machado... aunque quizás el tal López ni tan siquiera lo intuya.
¡Pero qué mal lleva eso del “sentimiento leonés” nuestro madrileño-segoviano! Ni lo entiende, ni lo respeta (aunque afirme lo contrario con su boquita de piñón), ni le interesa una higa. Recordemos su retahila en una entrevista para el Diario de León (22.12.2011): “siempre he reconocido el sentimiento específico de León, pero a mi en la política no me sienta bien la boina”.
Frase lapidaria, si señor, pero de una estupidez palmaria; solo demuestra el vacío intelectual que brinca solitario por su cabeza. Si alguna vez vio, al menos por el forro de un libro, algo que se pareciera a la Lógica, seguro que es de los que siguen confundiendo “la gimnasia con la magnesia”, y eso por ser un poquitín educado. De cualquier modo, ya lo habíamos comprobado, señoritingo suyo; a usted y a los de su catadura les sienta mucho mejor un tipo de sombrero que le era muy propio a los aprendices de caciques que se paseaban (y puede que aún se paseen) por las cálidas tierras del Sur. No se esfuerce entonces en parecer otra cosa; no le va.
Otra perla para la colección y otra muestra más de su ignorancia con la realidad leonesa: “En León, como en otros sitios, se ha dado siempre una impresión quejosa, el discurso de que nos han olvidado, pero eso no significa que no se tenga que defender el sentimiento leonés” (Necesita el Húsar, con urgencia, un nigromante, un exegeta o por lo menos un intérprete, ante tal despliegue de ciencia... suya y paciencia nuestra; y el optalidón, por favor).
Pero hete aquí que, de sorpresa en sorpresa, el que puede aún llevar más lejos al partido socialista, incluso hasta la desaparición total, nos descubre por fin lo que el entiende por “leonesismo”: “quien mejor ha defendido ese sentimiento ha sido J. L. R. Zapatero desde la presidencia del Gobierno...”.
¡¡¡Cielos!!! ¡Y nosotros sin enterarnos... y con estos pelos! Claro que ya nos habíamos comenzado a maliciar la cosa cuando se manifestaba, tan abiertamente, a favor de la autonomía y defendía, sin que le dolieran prendas, la identidad... castellano-leonesa, ¿no es cierto, señor usted? ¡Pero cómo se puede ser tan lerdo, tan cerril y tan retorcido! ¡Y, para colmo, todavía sostiene, sin que se le caiga un pelo de las pestañas, eso que nadie entiende ni entenderá nunca de “defender ese sentimiento en positivo”! Anda que si lo hubieran defendido en negativo, el “Oeste” sería menos que la reserva de Jerónimo.
Tenemos también un segundo plato en el menú... aunque la interesada está más bien hecha a posar siempre en primer plano, fiel a la doctrina aquella del “que hablen de mí aunque sea mal”.
Pero no les vamos a hablar de nuevo de sus dietas fraudulentas, de las oposiciones impugnadas, de los gastos supérfluos, de las mordazas a los medios, de los doce puestos que ocupa, del dinero que se lleva crudo ni del carbón que le trajeron los ciudadanos (y mira que la lista podría extenderse...); tan solo haremos mención a la última “escurrencia” de “la reina del palacio”. Se necesita tener mala baba, además de una cultura histórica cercana a la que podría manifestar un macaco cangrejero, para intentar verdernos la envenenada idea de presentar en Fitur, a bombo y platillo castellano, la “Red de Villas Históricas del Reino de León”.
¡Fantástica idea!, dirían algunos, y, sin duda un paso más en nuestro deseo de reconocimiento por parte de los demás pueblos de España... Pero ahí está el truco; fíjense, si no, en los nombres y en el, una vez más, reduccionismo absurdo de un reino convertido, por malvadas artes, en una “provincia”, y además de segunda fila. Por ello, no se imaginarán ustedes, crédulos míos, que estos lumbreras están hablando de otra cosa que las villas de la provincia de León... y ni siquiera de todas.
Una vez más y ante tanta manipulación interesada, alguien podría preguntarse, ¿pero no se les pueden parar los pies a estos malintencionados personajillos que están causando tanto daño a la “reivindicación leonesa de León” y a nuestra desesperada búsqueda de reconocimiento de las raíces? ¿Para qué sirve tanto defensor del pueblo, del común o de la madre que los trajo al mundo?
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