jueves, mayo 22, 2008

Es necesario cambiar para que todo siga igual

Algo está pasando, sin duda, a este lado del Torío; y, si, a fecha de hoy, pudiéramos desplegar aún las alas del optimismo, quizá deberíamos, incluso, entonar a coro con Julieta Venegas un esperanzado “algo está cambiando”.

En efecto, al menos en apariencia, y tras las fervorosas reivindicaciones (“¿qué se ficieron?”) sobre el declive de León (y lo leonés) llevadas a cabo por las organizaciones sindicales, salpimentadas con otras, no menos comprometedoras (¿si?) del regidor mayor de esta vieja corte de reyes, ahora le ha tocado el turno (¿cómo podían faltar a la cita?) nada menos que a los de la FELE tutelados por sus correligionarios de CECALE (¡lagarto, lagarto!) ¡Prodigioso, inverosímil, absolutamente estrambótico!

Es fantástico que, después de haber renunciado, durante más de veinte años a cualquier tipo de protesta o exigencia, por pequeña que esta fuera, ante la Junta de los junteros de la cosa que nos arrejunta, los sesudos señorones del empresariado más vendido a los intereses bastardos de la tropa vallisoletana, vengan ahora a proclamar que “León ha sido excluida de inversiones públicas durante décadas”. ¿Acaso se les ha caído la venda antes de ayer? Pero han osado, incluso ir más lejos; en boca de su presidente, don Ignacio Tejera, reinante a la sazón; en efecto, este señor, en su mismidad y atacado, al parecer, de un brote primaveral de febril leonesidad, ha criticado que “León (…) ha sido postergada de los grandes proyectos (…) de los que sí se han beneficiado otras regiones”.

No se me pierdan en la cita y átenme esa mosca por el rabo; ¡así, como lo oyen y lo leen! Implícitamente, si no hemos perdido la capacidad de raciocinio ante lo que leemos, uno de los más significados jefazos de Agelco habla de León como región… ¿En qué estaría pensando el hombre, después de tanto desvarío regional por esas tierras resecas del Sur y del Este? ¿Habría, quizá, bajado con cierto mareo de alguno de sus divertimentos con Lagun Air? ¿O será sencillamente que de tanto dar vueltas alrededor de los grandes capos del invento este ha sufrido un pasajero desmayo?

Sin embargo, presa del síndrome del miedo que siempre les ha atenazado a estos neoconversos (no importa a qué…) y, probablemente para hacerse, de entrada, perdonar por este rajada inoportuna, “el representante de la patronal no quiso citar las provincias que han recibido «cantidades ingentes» de dinero procedente de las arcas institucionales, «aunque están en la mente de todos”. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Claro está que, en este juego insulso de “una de cal y otra de arena”, aunque “vio lícita la confrontación territorial para que cada demarcación provincial busque el máximo desarrollo económico”, de inmediato soltó ya la gran ... patada (obsérvese que, a pesar de ser más acertada, por respeto a quien lo lee, no hemos querido utilizar otra palabra que rima con lo mismo). Sin respirar siquiera, ya nos colocó, el hombre, aquello de que ese desarrollo debe ser “de manera conjunta y global”. ¿Acaso lo hacen? ¿Lo está siendo? ¿Entonces de qué se queja? ¿O tenemos que recordarle, una vez más, los números? ¿Pero no acaba de afirmar lo contrario? ¡Ay, señor mío que se me pierde...!

Su supuesto sostenedor, el capo de CECALE (¡vade retro…!), rápidamente se encargó de tirarle a usted de la oreja derecha negando, sin ambages, que exista “esa discriminación de la provincia de León en beneficio de Valladolid y aseguró (además) que la patronal que engloba al empresariado de la comunidad refrenda por igual las reivindicaciones de todas las provincias”. Otro que tuvo que salir de frente porque, de lado, pegaba con la nariz en el marco lateral de la puerta…

Nuestro ínclito representante de FELE debió captar, de inmediato, el mensaje y pasó, entonces, a explicar que “recientemente han llegado a León «proyectos públicos de gran envergadura, inversiones en infraestructuras, industriales, de formación, culturales y de telecomunicaciones, que contribuyen notablemente al dinamismo empresarial y, en definitiva, a mejorar la vida de los ciudadanos». ¡Y nosotros con estos pelos! ¡Y además sin enterarnos y sin parar de protestar…! ¡Qué insolidarios y cazurros…! Pero... si esto último es cierto ¿a qué vienen sus anteriores lamentos?

¡Pero hombre de Dios! ¿Quién le ha pedido meterse en el arroyo si no entraba en sus proyectos el hecho de salpicarse? ¿Acaso pretende usía coger peces subvencionados sin mojarse, siquiera un poco, la parte alta de la piernecita? Probablemente para eso hay que llamarse Villanueva y nacer en otra parte…, mire usted. Déjese ya de jugar a “conciliador” y, si observa las deficiencias que dice (¡hace falta estar ciego, sordo y completamente idiotizado para no haberse dado cuenta de ello en lustros…!) denúncielo con valentía, aunque tengan ustedes que perder esas subvenciones que les atan la lengua, les tapan los ojos, les nublan las entendederas y les hacen arrastrar su dignidad ante la opinión pública leonesa.

Que le digo a usted, por si no lo sabe, que la sociedad es algo bastante diferente de los corrillos y de los lobbys en los que hacen sus vidas y multiplican sus negocios. Claro que esto, sinceramente, les importa un pimiento morrón, o de Fresno, para ser aún más “rancio” e "insolidario". Seguro que, a pesar de todo y aunque le preocupe una higa, conoce aquello de que “vale más morir de pie que vivir de rodillas”.

No quiero ni entrar a comentar las reivindicaciones irrenunciables, “necesarias y urgentes” que apunta “para incrementar la competitividad y productividad”; algunas están bastante traídas por los pelos y otras, desconozco la razón (¿o sí?), se le han quedado en el tintero. ¿Será que no interesan al jefe? Sin embargo, le voy a recordar cuál es la más apremiante: que, de una vez, nos dejen en paz y podamos gestionar, nosotros mismos, nuestros propios recursos y determinar la prioridad de las acciones a llevar a cabo. ¿O alguien cree, todavía, que viviendo de las migajas que, con desprecio, algunos nos arrojan vamos a salir alguna vez de este miserable estado de postración?

Y un consejín, como siempre “de gratis”: cuídeseme esa salud, no se lleve estos sofocones y, sobre todo, no repita estos peligrosos juegos de ahora sí y luego no, para terminar diciendo lo contrario de ambas cosas; pueden conducir a la esquizofrenia…

Me temo, después de lo visto, que, como en el caso de aquel ser provinciano, descrito por Giuseppe Lampedusa, en “El Gatopardo”, la filosofía de muchos de ustedes se resuma en aquel conocido “es necesario cambiar para que todo siga igual” ¡Dan pena!

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