Esto ha debido susurrarse al oído derecho, quizá contemplándose en dorado y embrujado espejito, el ínclito concejal del PP, portavoz adjunto en el Ayuntamiento de León, el señorito Julio Cayón.
La cosa "viene a cuento" por las declaraciones del sujeto en cuestión, ahora que, al parecer, le han dejado ejercitar un poquitín la lengua, probablemente porque la jefa se encuentra de vacaciones y es llegado el momento de salir un pelín en los papeles..., cuando menos para que no le olviden a uno, que ya corría cierto peligro, ¡sí señor!
¿Se creerá el buen hombre que ya nos hemos olvidado de su feroz, agresiva y contumaz campaña contra Javier Chamorro, en la segunda parte de la pasada, malhadada y turbulenta legislatura, y ello con el agravante de hacerlo desde una (sólo en apariencia independiente) columna de opinión? ¿Será que pretende comenzar a colocarse ya en la parrilla de salida y, queriéndo hacer méritos de nuevo, repite la estrategia que le diera tan buenos resultados? ¡Cuatro años en el machito no son moco de pavo... mire usted!
El problema es que aquí nos conocemos todos, querido señorito, y, aunque en alguna de sus opiniones, sobre el "chico de los recados del alcalde", "fiel a su linea de no hacer nada", y otras lindezas, puedan estar algunos de acuerdo, el tono, el modo y, sobre todo, sabiendo de dónde vienen y en el contexto en el que se hacen las declaraciones de La Crónica del día 7 de los corrientes, en apreciación absolutamente imparcial, creemos que le perjudican más de lo que el sujeto llegaría a creerse. Cuando se pierde el sentido de la horizontalidad...
Interesante también el lenguaje utilizado, no obstante, y que concide, curiosamente, con el del señorito Otero... ("el vicenada", etc.) ¿A que podemos comenzar a maliciarnos de que hay una campaña pactada por ambas partes (ahora lo denominarían pomposamente "un nuevo escenario") y, además de intentar cargarse a la UPL y lo que la misma significa, se están comenzando a tender puentes, lianas o botes salvavidas para algunos naúfragos de la política local que ya no son capaces de vivir de otra cosa que no sea del gorroneo de nuestros impuestos?
¡Pero qué malos que somos y cómo leemos "entre líneas"!
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