jueves, junio 15, 2006

Cuando las barbas de tu vecino...

Palma, 13 jun (EFE).- El PP y el PSOE acordaron hoy, mientras se debatía el proyecto en el pleno del Parlament, aprobar la reforma del Estatuto de Autonomía balear y resolver las diferencias que aún mantienen en algunos aspectos durante la tramitación en el Congreso, siempre con el compromiso de respetar el consenso.

El presidente del Govern y del PP de las islas, Jaume Matas, anunció junto al líder de los socialistas baleares, Francesc Antich, la consecución de un pacto que ambos coincidieron en calificar de "histórico".

Ojo avizor; se acercan las vacaciones, fecha propicia para coger desprevenido al personal, ya de por sí narcotizado por el "pan y circo" que representa la necesidad de "un descanso bien merecido" (¿qué importa si hay que pensar, a la vuelta, en la subida de la hipoteca?), el campeonato de fúlbol, los triunfos de Alonso o la nueva gesta de Nadal...

Cuando el enemigo vela, sin embargo, es el peor momento para dormir. De poco o de nada servirán, entonces, las concentraciones o manifestaciones en demanda de un necesario tratamiento de equivalencia con el resto de las regiones, para este maltratado y despreciado territorio que denominamos Región Leonesa, País Leonés o Reino de León.

Lo que nos sobra de nombres y de historia nos falta de coraje y de persistencia en la reivindicación; ¡y eso que nos llaman cazurros...!

La noticia que hoy comentamos sorprende doblemente:
  1. Seguimos en la loca carrera de la modificación de los estatutos, en la mayoría de los casos, sin que la misma venga a cuento de nada. Pura filosofía sofista, chascarrillos veraniegos, serpientes de otros tantos lagos ya resecos, jerga de politicastros de tercera división que se entretienen y creen con ello contentar a sus bases para que no se ocupen de problemas de mayor calado.
  2. Los que se insultan, se acusan de las mayores tropelías seudodemocráticas, enfrentan a sus bases por un quítame allá esa furgoneta o mochila del 11 M, responsabilizan de guerras en Irak o falta de voluntad para hacer las paces en el País Vasco, atribuyen utilizaciones varias con respecto a las víctimas del terrorismo, incriminan en la descomposición del Estado o rompen todo tipo de relaciones, seguramente con la boca de los días de asueto, esos (unos y otros) son los que se pondrán de acuerdo para seguir manteniendo la mordaza, la venda, el bozal y la correa a este pobre Pueblo Leonés que no ha hecho otra cosa, en la reciente historia democrática, que mostrarse sumiso, obediente, manejable y disciplinado, cayendo en el pozo de un claro síndrome de Estocolmo y creyendo, inutilmente, que algún día, al menos por compasión, sus verdugos terminarán apiadándose de él, aunque solo sea para que tenga una muerte rápida, digna y bien merecida.

¡Ni eso siquiera cabe esperar ya! Tras las promesas incumplidas (¡cuántas!), las burlas y los insultos (¡incontables!) llegará el momento en el que, convencidos por encuestas amañadas (que avergonzarían a un dirigente bananero), nos colocarán un nuevo estatuto con raíces históricas y nos harán el gran favor de nombrarnos castellanos, a título graciable, puesto que después de tantos años de rendida servidumbre ya nos lo hemos merecido con creces. Eso sí, con alguna diferencia, que para eso todavía hay clases.

Como en el caso de los "charnegos", algunos seguirán arrastrando el complejo de no haber tenido la suerte de nacer en esos territorios fetén, donde se expiden castellanías de primer grado y sentirán la necesidad de hacérselo perdonar cada mañana mientras se desayunan el sapo de su vergüenza, de su vasallaje, de su sumisión y de su falta de atributos.
Otros, como los de Bilbao, seguiremos estando satisfechos de nuestro lugar de nacencia porque, para eso, nacemos donde queremos.


En resumen, ¡que viva el espectáculo de los insultos, de las vejaciones, de las poses, de los malos modos, de las agresiones y de los enfrentamientos (¿increibles?) entre los dos grandes partidos!; a la hora de la verdad (que no es otra que la de los intereses, el poder, la nómina o las comisiones), no lo duden, se pondrán siempre de acuerdo y, en nuestro caso, a costa, incluso, de un claro etnocidio, de la desaparición de uno de los pueblos con más historia y con más señas de identidad de toda la Península.


¡VIVA LA DEMOCRACIA... formal!

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