miércoles, julio 11, 2007

Si el ridículo matara... (3ª entrega)

En su cotidiana lectura de la prensa leonesa, se encuentra el Húsar en La Crónica de León del día 10 de Junio, el siguiente (y sorprendente) titular:

INFORME ANUAL DEL CES
Castilla y León perdió 3.500 jóvenes nacionales en 2005 pero ganó 11.600 jóvenes inmigrantes


Y en la correspondiente noticia, redactada desde la "ínclita (pero nunca explicita ni legal) capital del Engendro", la redactora Mar Peláez se pregunta si es cierta esa huída y se responde (tan ufana ella) que "según el CES sí y que los desplazamientos de nacidos en la Comunidad afectan principalmente a población adulta joven, con niveles de formación medios y altos, en busca de trabajo y en edad de formar nuevas familias pero que aún siendo cierto, estas pérdidas son sobradamente compensadas con la llegada de inmigrantes extranjeros jóvenes".
El crecimiento de la población global en Castilla y León —tan sólo crece un 0,48%— «continúa siendo uno de los más bajos de España».
Leído que ha esta fantástica melonada, el Húsar se pregunta, inquieto: ¿cómo es posible que alguien, con dos dedos de frente y una carrera universitaria, pueda escribir que "la pérdida de jóvenes con niveles de formación medios y altos se compensa sobradamente con la llegada de inmigrantes extranjeros"?
Gastamos nuestro dinero, tanto particular como procedente de nuestros impuestos, en dar a nuestros hijos una educación universitaria para que luego vayan a aumentar la riqueza y el nivel cultural de otras comunidades mas avispadas y nos quedamos tan contentos, orgullosos y sacando pecho, sustituyéndolos por inmigrantes que, independientemente del nivel cultural que tengan (inferior al nuestro en muchos casos, aunque no necesariamente) vienen a nuestro país a desempeñar aquellas tareas que los nacionales no desean hacer. Para expresarlo gráficamente exportamos arquitectos e importamos peones de albañil.
Oiga, que ya le veo venir, que no tenemos nada de racistas, que todos los trabajos son respetables, pero no me podrá negar que en este intercambio solo podemos caminar hacia el empobrecimiento de nuestra economía. Vamos que si no fuera trágico... sería cómico! ¿O va a ser aquello de tragicómico?
Claro que si el ridículo matara, tal vez los "sesudos políticos" (¿serán solo sexudos?) que nos malgobiernan no estarían en muy buen estado de salud. ¡Y están de un orondo!

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