Se preguntarán ustedes ¿por dónde nos va a salir ahora este malpensado Húsar? Les devuelvo gratis la pregunta porque ¿puede calificarse de otro modo el ridículo del pasado domingo, vivido en Andalucía, con motivo de la aprobación en referéndum del nuevo, pimpante, reluciente y, por lo que hemos constatado, inútil estatuto de autonomía? ¿Cómo es posible que, a día de hoy, todavía nadie haya dimitido, se haya pegado un tiro en la pierna o, quizá mejor, en la entrepierna? Naturalmente falta vergüenza torera y sobra cara dura… A este paso no nos va a hacer falta importar mármol, ni siquiera del de Carrara.
En efecto, desde hace varios meses, esta matraca de la “realidad nacional” ha intentado hacerse un hueco e imponerse a golpe de talonario, de marketing barato y de trompeta del Juicio final, en la sociedad andaluza obteniendo, a cambio, de la misma, el mayor de los desprecios. ¿Cuántos millones de euros ha costado esta babayada de los Chavez, Zapatero y compañía, secundados, eso sí, por los palmeros del “campeón” Javier Arenas? ¿A cuanto ha salido esta vez el escasísimo voto afirmativo?
Si de 6.045.560 posibles votantes, únicamente han refrendado con su voto este novísimo estatuto 1.899.860, ya me dirán ustedes el entusiasmo que ha despertado la criatura entre los “andazules”…
¡Y que un miserable 36’28 % de votantes totales hayan bastado para dejar satisfechos a esta panda de vividores! Porque, si leyéramos, incluso, las cifras de otro modo, constataríamos que tan solo el 31’45 % del cuerpo electoral ha votado afirmativamente, es decir, ni siquiera dos de cada cinco… ¡Es para tirar cohetes, verdaderamente!
Comparemos el hecho, sin embargo, con este amago de democracia orgánica que disfrutamos por estas tierras de pan llevar y aledaños. Nunca nadie se ha molestado en preguntar nada a estos ciudadanos de tercera división, puesto que así nos consideran a los leoneses, basándose en absurdas historias de vías lentas y vías rápidas a la hora de constituir las actuales autonomías…
Por esta vía nuestra, el estatuto pasó como el AVE ese que nos venden a más de 300 Km. por hora… Pero
- ¿para qué van a preguntar, si les avalan las famosas “razones de estado” que les facultan para seguir tomando el pelo a los actuales descendientes del reino más importante en la Edad Media española?
- ¿Para qué, si ya conocen la respuesta que, en este caso, sería contraria a sus bastardos, mezquinos e inconfesables intereses?
- ¿Para qué, si además nos va tan bien en esta delimitación administrativa, impuesta a golpe de bota autoritaria, que, a poco que nos descuidemos, nos asfixiará definitivamente?
- ¿Para qué, si estamos sirviéndoles de coartada para llevarse, de manera, solo en apariencia, democrática, todos nuestros recursos, comenzando por nuestra juventud, única esperanza de futuro?
- ¿Para qué, si están tan a gusto con el statu quo, creado por ellos mismos, sobre la base de una gran mentira?
- ¿Para qué, si, por otro lado, podemos servirles para descargar todos sus complejos sobre nosotros, cuando no pueden cantarles las verdades del barquero a los verdaderos responsables de teorías o actitudes políticas que nos arrojan a la cara a los defensores de la causa leonesa?
- ¿Para qué, si, de este modo, pueden seguir agitando el espantajo de “la unidad de España” y otras zarandajas que nadie, por estas tierras, ha puesto nunca en causa?
¡Y pensar que tenemos en La Moncloa a alguien que se dice leonés…! ¿Por qué no predica con los hechos, en su propia tierra y a favor de la misma, lo que grita a los cuatro vientos de esta piel de toro, cuando defiende las identidades, las nacionalidades o las libertades de los pueblos de España? ¡Ah, claro, será que no cree, simplemente, en la existencia el pueblo leonés…! Ya lo comprendo… ¡Que lo vamos a hacer, soy un poco lento de entendederas…!
Le vendría bien darse una vuelta por la enciclopedia de Alvarez… no es mucho pedir. A lo mejor se enteraba de que aquello de “el pueblo castellanoleonés, etc.”, que encabeza el "maravillosísimo y superguay de la muerte" estatuto que padecemos (ya retocado por tres veces, como si del gallo de San Pedro se tratara), es una simple melonada más de otros políticuchos que, como los de Andalucía, han perdido definitivamente el rumbo. Los nuestros, a decir verdad, hace ya varios lustros y, para ser sinceros, no parecen próximos a recuperarlo ni utilizando aquella famosa aguja de marear… ¡Qué tropa!
León y febrero, día de carnaval, para más señas…
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