El pasado 26 de Enero, el Diario de León publicaba la siguiente "Opinión" de Veronica Viñas:
El cazurro, ese eterno insatisfecho
YA CANTAN algunos corifeos el despilfarro de este museo, lo mucho que ha tardado en abrirse y, total -dicen-, «para mostrar cuatro piedronas viejas, tres vírgenes y otras mariconadas por el estilo». Opinión absolutamente respetable, como todas, aunque proceda de gentes que no suelen ser visitantes asiduos ni esporádicos de los templos de la cultura. Si el ministerio hubiera invertido en un museo de Valladolid 16,5 millones de euros -lo que le ha costado este de León-, habríamos puesto el grito en el cielo. Somos cazurros y es difícil (imposible) darnos gusto...
Tras su lectura, el Húsar, que siempre pensó que las generalizaciones eran injustas y equivocadas, solo quiere responder con estos versos:
Verónica, esas sentencias,
haciendo a tu nombre un guiño,
me sugieren, por cabestro,
esta faena de aliño
Dicen que quien más presume
de algún adorno moral
suele dejar sus vergüenzas
a la vista del corral;
de este corral de gallinas,
que, con arte magistral,
pretendéis ciertos plumillas
para el cuerpo electoral.
Tus parciales opiniones,
¿exigencia laboral?
siguen sonándome a incienso,
quizá de algún caporal.
Tú que te luces y exhibes,
como buena liberal,
destilas lisonja y coba,
aledaña a lo inmoral,
a quien, por razones varias,
ejerce de mayoral
de este rebaño que sigue,
despreocupado y marcial,
bien derecho, si no cambia,
a su propio funeral.
¿Quién es ese “corifeo”
que haces blanco de tus iras?
¿O el arquetipo “cazurro”
que hay que quemar en la pira?
Ese que ya ni agradece
las migajas que otro tira,
que es un pobre “insatisfecho”,
que se queja y que delira,
sueños de pasados reyes,
cuando el mundo gira y gira
tras novel castellanismo
que por los poros respira
una dócil sociedad
vendida a la gran mentira.
Comprendo que algunos crean
que somos bobalicones,
que nos insulte el más lerdo,
que nos tachen de llorones,
es doctrina de la Junta;
ya no hay más explicaciones…
Y si debéis repartir,
burlas, palos, pescozones,
siempre estarán los cazurros,
pa tocarles los melones.
No te prives, no limites
tus aviesas intenciones;
no temas, en esta selva
no acostumbra a haber leones;
mastines amaestrados,
hechos ya a los coscorrones,
dispuestos a tolerar
las más insulsas razones,
y dormitando a la puerta
de unos amos bravucones;
¿cuándo acabará la siesta?
¡subamos ya los calzones!
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