- Clarines resuenan, madre,
por la zona del Hostal;
dime tú la razón, madre;
abril está por llegar,
con él la Semana Santa
y esa música ritual.
¿Será quizás una banda
que ha comenzado a ensayar?
- Es Zapatero, hija mía,
con el premier alemán;
acompañan diez ministros
y variado personal,
protocolo, policías
y la banda del Ferral.
- ¿Qué buscan en León, madre,
que aquí les podamos dar?;
o ¿qué pueden prometernos?,
no es época electoral
- Unos dicen que discuten
el desarrollo rural,
el maíz, la remolacha,
la cosa pinta fatal;
otros que si les preocupa
lo de la estabilidad;
un pacto que ya no apoya
ni siquiera Maragall;
mas hay otros que argumentan
que el problema es militar
de misiles o de aviones
y de tanques leopard;
un buen número que dicen
que les vamos a comprar.
- No comprendo muy bien, madre;
en qué los van a emplear;
¿no decimos “no a la guerra”
desde el conflicto de Irak?
Yo salí con la pancarta
a la Plaza Circular,
para hacer que se enterara
hasta el bigote de Aznar.
- Tienes razón, hija mía,
más qué nos puede importar,
aunque tantos devaneos
son duros de masticar;
y hablando de esta tarea,
informado se me ha
que hay preparado un cocido,
maragato, ¡no está mal!
y un poquitín de cordero,
que no es cosa de abusar,
pues les quedará el paseo
hasta nuestra catedral;
foto con niños, saludos
y unos vinitos, no más,
con sus tapas leonesas
para al teutón enganchar
a esta costumbre bien nuestra
de mojar el paladar
con los caldos de la tierra
y sin tener que pagar
la comida que acompaña;
otra fascinación más
que añadir a los valores
de esta ciudad singular.
- ¿Y dónde irán? ¿Al Infierno?
Dicen que la autoridad
acostumbra a visitarlo
con bastante asiduidad.
- No digas eso, hija mía,
algún otro encontrará,
pues no sería prudente
y podría provocar
reacciones de la curia
que vendrían a enconar
el debate del laicismo
que ya puesto en marcha está.
Al propio tiempo, no olvides,
por quién se hace acompañar:
el Ministro de Defensa
que es un hombre muy cabal
y en materia religiosa
entiende como el que más,
amigo de monseñores
y también de levantar
pasiones con sus discursos
y su porte bien marcial.
- Que ya se les siente, madre,
que a punto están de pasar
debajo de mi ventana
¡míralos, míralos ya!
sonriente Zapatero,
impasible el alemán;
bien juntitos los ministros
y los escoltas detrás.
¡Qué bonito, qué precioso!
Yo me lo quiero grabar
para tener un recuerdo
y a mis amigas chinchar.
- Ya se acabaron los fastos,
ya se marchó el alemán
y León que recupera
su apatía proverbial.
Se me ocurre una pregunta
para el poema acabar:
¿y la pancarta hasta cuándo
nos la vamos a guardar?
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