viernes, febrero 05, 2010

De nuevo el zorro en el corral y haciendo zorrerías.

Si no nos conociéramos desde hace tiempo, si no supiéramos de qué pata cojea cada cual, podríamos caer en la tentación (“vade retro, Satanás”) de pensar que los señores (?) de la Junta juntera de la juntadería ésa, habían caído de su particular caballo, mulo o rocín (que por esas tierras de Castilla nunca se sabe), en materia de la defensa de la tierra leonesa y sus valores. Incluso que habían comenzado una nueva andadura y dado, por lo mismo, un giro copernicano, pasando de las vejaciones y los insultos a una consideración deferente y hasta casi un trato afectivo en lo tocante a León, su historia, su lengua, sus costumbres y su identidad, en suma.

De un lado encontramos al hermano socialista que insiste, ahora, en que hay que apoyar el Filandón leonés como patrimonio de la humanidad o como la releche en bote de aluminio anodizado; al mismo compas, el presidente de las cortecillas pucelanderas, acepta, de forma explícita ya, que San Isidoro fue el lugar de “las Primeras Cortes Democráticas” y hasta van a colgarle al Abad de la Colegiata un medallón de relumbrón que corrobore y sirva de reconocimiento al notición. ¡Después de tantos años!

¡Que ya te conozco, bacalao! (aunque vayas amazcarau). Que, como buenos palurdos ejercientes y predicantes, necesitáis que venga un “extranjero” a deciros lo que desde los ambientes de la reivindicación leonesa de León se os venía recordando año tras año, día tras día, que tuvísteis ocasión de hacerlo en su momento y lo único que se os ocurrió, como siempre, fue embadurnarlo todo, embrollarlo todo, manipularlo todo y terminar celebrando el 800 aniversario de esas Cortes, LEONESAS, bajo la denominación marrullera (manipuladora y totalmente falsa) de “Cortes en Castilla y León”. ¡Qué listos que sois, coño, pero qué puñeteros!

Sí, unas Cortes, cazurras hasta la médula y en las que, para mayor bajeza y sonrojo, algunos de vuestros lacayos vinieron a sembrar la duda sobre la propia autenticidad de los “decreta”; claro que, si nos atenemos a la historia, no sois más que los continuadores de una tradición bien arraigada por esas tierras “de pan llevar” (nunca traer) que retrató con acierto Machado y que, para que no se os olvide, repetimos de nuevo:

Castilla miserable,
ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos,
desprecia cuanto ignora.

Es más, si la memoria no nos falla, hasta nuestro rey Alfonso (al que la historia llama el IX, sin razón de peso que lo justifique) tuvo que suspender las sesiones de esas Cortes que ahora intentais magnificar, aprovechando la corriente del río que os arrastra (“si no puedes con tu enemigo, alíate con él”), aunque siempre barriendo para vuestro corral, porque los castellanos invadían el reino por el sur-este y ya se acercaban a la ciudad regia. ¡Valientes sinvergüenzas!

En resumen, que como ya os conocemos y puesto que, como sabemos bien, “el zorro pierde el pelo pero no las mañas”, nos tememos que este reconocimiento, con medallón incluido y con el chis pon correspondiente, es más falso que Judas, incluso más que una moneda de tres euros. Sin embargo, como ya mucha gente “de peso” lo ha dicho, como el Borbón se ha manifestado en el mismo sentido, como ya es imposible seguir ocultando lo evidente, en hábil ejercicio de funambulista, os colocáis en cabeza y, todo ello, con total seguridad, para sacar pecho diciendo que esas Cortes son las abuelas, bisabuelas o tatarabuelas (seguro que ya hay una comisión que cobrará una pasta por vendernos la burra coja) de las que ahora brillan con extraordinario fulgor por los campos del valle del Olid, fundación malhadada del Conde Ansúrez y patria de manifiestos renegados de sus progenitores y sus raíces.

¡Que os den, hombre, que lo vuestro ya es de lo más cansino!

3 comentarios:

Cea Órbigo dijo...

Genial, no hace falta deshacerse en halagos, con un escueto adjetivo ya lo describo :-)

Haiquienlluche dijo...

Como el propio Húsar dice en en otras ocasiones:

"Se puede decir más alto pero no más claro".

HúsarTiburcio dijo...

Gracias, esto consuela y estimula para seguir dándole a la tecla... especialmente cuando uno está verdaderamente quemado con todos estos impresentables.