Podríamos afirmar que las aguas de la charca política local se han visto más que “ligeramente” revueltas en estos últimos tiempos y dado que acabamos de pasar la mitad de la legislatura, nos proponemos analizar, siquiera someramente, la situación en este viejo e histórico Reino.
A pesar del tiempo transcurrido, desde que fuimos testigos de la despedida de José Luis Rodríguez Zapatero buscando nuevas metas y horizontes más amplios de hombre de estado, su figura sigue representando una sombra alargada en cuantas decisiones se toman, para bien o para mal, en el PSOE leonés.
Quede constancia (entendemos que las buenas maneras deben tener un lugar preferente en la vida pública) de que seguimos deseándole toda clase de éxitos, ya que, en el plano más egoísta y ateniéndonos a sus propias y reiteradas declaraciones, nunca se olvidará de su tierra, "de su León", de sus orígenes, "de este pueblo" y en esto convenimos de forma total. Pues, si con ello ganamos, no sólo en infraestructuras (que buena falta nos hacen y con cuyas promesas se podrían empapelar, para escarnio y burla de algunos, más de un despacho oficial) sino en conocimiento y respeto del resto de los pueblos de España, algo habremos progresado.
Si, para mayor abundamiento, comenzamos a disfrutar de las mismas libertades que el resto de nuestros compatriotas, una de ellas la libertad de elegir el lugar de residencia sin tener que recurrir a la inveterada y anquilosada emigración y el consiguiente despoblamiento del Viejo Reino de León, algo habremos conseguido.
Si logramos que León vuelva a ser ubicado convenientemente en el mapa de la Península Ibérica, si nuestro histórico nombre deja de ser utilizado como un adjetivo, para tomar cartas de naturaleza, de dignidad y de singularidad, es para estarle eternamente agradecidos. Es más, estamos en el derecho y en el deber de exigírselo, como político salido de esta Tierra y encumbrado con la voluntad democrática de unas urnas y de unos votos. Se sigue recordando, a este respecto, por nuestros pueblos, aquello de que “de bien nacido es ser agradecido” y no dudamos, en modo alguno, de la primera premisa.
Sin embargo, no conviene dejar de analizar la realidad de las actuaciones de los políticos socialistas ¿leoneses?, ateniéndonos no solo a su discurso en León sino también a sus discursos y actuaciones en Castilla.
El hecho de que Ángel Villalba exprese su "preocupación por la falta de identidad regional" y pretenda que en la futura reforma del Estatuto se designe a "Castilla y León" como "comunidad histórica" esconde una clara corrupción del lenguaje, una perorata vacía de sentido y de contenido, una sesgada utilización de la historia, un uso equivocado de la sintaxis (¿cuándo vamos a pensar que uno y uno siguen siendo dos y que, por lo mismo, se exige un plural?) y un claro desconocimiento de lo que es la “identidad regional”. Con semejante rumbo no creo que el barco llegue a ninguna parte ni que el PSOE consiga romper la dinámica de derrotismo en la que se encuentra sumido, desde hace ya largo tiempo, por estas tierras del Reino de León.
¿Donde quedan aquellas reflexiones, cuando comenzó a hablarse de reformas estatutarias, según las cuales son necesarias “nuevas formas de hacer política” y “un nuevo impulso” para conseguir “una mayoría progresista en León”? ¿Dónde queda la importancia de la "y" y la birregionalidad que, presuntamente, iban a defender? Mucho nos tememos que aquel discurso solo fue un guiño para tratar de "pescar" votos en rio revuelto ya que si oimos el discurso socialista en Valladolid poco o nada tiene que ver con lo dicho en León.
Como muestra el último mitin del PSOE en Pucela. Todo son parabienes para la "capital regional", según la llaman, a la que piensan convertir en "la gran capital del noroeste", ¿podemos siquiera imaginar lo que eso supone para todo el País Leonés? Solo nos falta que se pongan a "mejorar" Pucela, como los "probines tán tan abandonadines pola Junta"...
Pero, por favor, ¿debemos seguir recordando que "se debe tener el mismo mensaje aquí y en Valladolid"? ¡Toma! ¡Qué descubrimiento! Y en Madrid, y en Bruselas y en todas partes. Eso se llama coherencia, en algunos casos valentía, en otros honestidad política o, simplemente, hombría de bien.
¿Por qué no se atreven a reconocer que la raíz de los problemas que nos aquejan es la carencia de una autonomía diferenciada, de una verdadera capacidad de decisión que se manifiesta, de forma palmaria, en el entreguismo, en aras de intereses particulares, de muchos de nuestros representantes políticos locales y “regionales”?
Circulaban, a este respecto y como ilustración de lo que el pueblo pensaba de determinadas actuaciones de algunos de nuestros más preclaros gritadores profesionales, unas coplillas que vagamente recordamos y que decían algo así como:
... "¿entonces no les defienden?
- A su modo, compañero;
este es el orden, primero
el partido, la poltrona
y el sueldo del Comunero.
¿No has observado que tienen
apellido pesebrero?"
Por cierto, persistir en el intento de crear simbología, a fuerza de derrochar millones, en esta extraña ceremonia de la confusión "regional", contribuyendo a destruir dos culturas y dos identidades en pro de una inexistente cultura e identidad "castellanoleonesa" que nunca existió, no solo es una aberración sino una verguenza, puesto que todo el dinero dilapidado podría servir para mejorar la vida tanto de los leoneses como de los castellanos.
Seguimos y seguiremos afirmando, no obstante y a pesar del viejo refrán, que los leoneses no tenemos lo que nos merecemos; ¿por exceso o por defecto?, eso deberá juzgarlo el lector.
Aventuramos que a muchos leoneses, metidos o no en política, les vendría bien una lectura básica (a nuestro entender): "Los nacionalismos españoles" de D. Anselmo Carretero (socialista, por más señas); seguro que aprenderían mucho de sus enseñanzas.
Tampoco sirven ya argumentos de retórica barata ocultos tras la verborrea de la "globalización" y la ciudadanía del mundo... ¡Como si pretendiéramos socavar los cimientos de la civilización defendiendo determinadas opciones! ¿Qué tiene que ver este concepto, que define más un fenómeno de la economía moderna, con el sentimiento de pertenencia a una determinada tierra o a un hecho cultural? ¿Acaso alguien puede considerarlos excluyentes? Si así fuera, que, antes de emitir un juicio tan arriesgado, ese alguien se decida primero a informarse.
Que se impone un debate social, político, económico y cultural sobre lo que significa, representa o engloba el término leonesismo... ¡Hágase y nos enteraremos de una vez... recarayu!
No hay comentarios:
Publicar un comentario