Recientemente, un grupo de sesudos científicos se reunieron a deliberar, y entre sies, noes, abstenciones varias, sesteos seguros y bostezos por doquier, determinaron, al fin, que Plutón no reunía las condiciones para ser considerado un planeta, con todos los pronunciamientos y atributos de su condición y sexo. La decisión tomada, desconocemos si por mayoría simple, absoluta o cualificada, fue la de degradar al pobre elemento, espécimen, realidad o simple objeto, otorgándole ahora un grado menor en el escalafón de la tropa espacial; el pobrecito pasará a la categoría de “planeta enano”…
Si ya no entiendo nada de astronomía, han conseguido, con esto, que tampoco entienda de lengua. ¿Es planeta siendo “enano” o el hecho de ser “enano” le priva de su condición primera?
Espero que no se sientan molestos los que no alcanzan una estatura considerada como estándar (ustedes ya me entienden), pero ¿qué pensarán sobre el hecho? Y siguiendo el hilo de estas “sesudas” interpretaciones… ¿podremos considerar autonomía una autonomía “enana”? ¿Cuántos kilómetros debe tener una “región” para no ser calificada de “enana” y, por lo mismo, perder su categoría de tal? Aún más ¿hasta dónde debe alcanzar la inteligencia de algunos gobiernos (mídase en realizaciones, proyectos o gigabites) para pasar el listón de la “enanez” y, por lo mismo, dejar de serlo?
Multiplíquese por el infinito (incluyendo determinados cerebros) y sumérjase el lector en el mar de dudas que la cosa sugiere, pero no era ese el motivo primero de nuestra “metáfora de Plutón”; seguro que lo han adivinado. En efecto ¿cuándo, quiénes, dónde, con qué parámetros, sobre qué base argumental, en función de qué intereses, sirviendo a qué ocultos intereses, por qué, para qué, etc., etc., se determinó relegar a León, que hasta entonces había formado parte de la primera división de las regiones españolas (véase el escudo constitucional), a la categoría de “enano” y, por lo mismo, a algo así como la segunda B, como mera Cultural? ¿O simplemente, debido a su bonhomía, a su credulidad, a su falta de empuje fue calificado de “tonto útil”? A las pruebas nos remitimos…
Mientras tanto, nuevas Ceres, Carontes o cuerpos aún sin nombrar de manera definitiva y conocidos por simples números, parecen poseer los mismos, sino más derechos que aquellos que, en su momento, fueron capaces de darse leyes, fueros y reyes, cuando otros apenas parecían haber salido de su particular Atapuerca… Seguramente ahí se encuentra una parte, al menos, del hilo que podría llevarnos al ovillo de las respuestas: la ignorancia beligerante, suficiente, orgullosa y engolada de determinados personajes que, como alguien dijera ya una vez, “desprecian cuanto ignoran”. Prefieren seguir en este estado de analfabetismo aprovechado y de ineptitud interesada, pero en la actitud del que, como saca lo que puede de lo demás, repite para sus adentros: “al rey por detrás le llaman cornudo”.
¿Qué quieren que les diga? Plutón me caía simpático y ahora, visto lo visto, le tengo un mayor aprecio, a pesar de su problema de tamaño y lejanía, o quizá precisamente por eso.
En el diccionario, “enano” es, en algunas ocasiones, sinónimo de “pequeño” y esto me sugiere el problema de uno de nuestros pueblos, Peque, y la estupidez de quien intenta, una vez más, comprar o vender voluntades, tierras, hombres y salud, por un plato de lentejas… aunque estas vengan envueltas en euros. ¡Pena me da…!
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