Ya lo cantó, de forma explícita, el Abad de la Real Basílica, la Iglesia Palatina del Reino de León, el lugar donde reposan, sino los huesos (otros invasores pasaron antes que estos haciendo un excelente trabajo), sí el recuerdo del tránsito por esta realidad leonesa de unos hombres y mujeres que ciñeron corona. En sus palabras una curiosa y terrible afirmación: “este día va a pasar a la historia”; pero no dijo de cuál de ellas. No hace falta ser muy inteligente para adivinarlo; aunque él quisiera afirmar otra cosa, para nosotros, ciertamente, va a pasar a la historia como el día de la ignominia, de la burla y de la manipulación. La entrada, bajando la cerviz, quizás a cambio de alguna subvención "chis pon y dale al porrón", en ese hemiciclo de los horrores, en ese lugar donde se subyuga, de manera sistemática, al pueblo leonés, donde se niega su existencia, donde se maquina en su contra, donde se conspira para alcanzar su aniquilamiento, y ello, con la impunidad que dicen tener por ostentar la representación democrática (¡no me hagan reír que se me cae el empaste!), no nos va a salir, naturalmente, gratis.
No importa, los mansos corderos leoneses, desde los altos de la Cantábrica hasta la Peña de Francia, seguirán, como esas hileras de procesionarias, por donde les lleva el mandamás, aborregados, que es lo propio, hasta caer por el barranco más terrible, el de terminar sintiéndose extranjero en la propia tierra, el de no poder gestionar sus riquezas, el de no acertar a valorar su patrimonio, el de carecer de opciones para que sus hijos consigan trabajo en su entorno más inmediato, el de…
En esta macabra becerrada, toreando a nuestro viejo y atribulado León, oficiaban, además del aludido, otros dos espadas de enjundia y tronío: Fernández-Santiago, el presunto, presuntuoso y presumido mozalbete de Avila y Juanvicentón Herrera, el chico del paraguas de Burgos. También tuvieron su minutín de gloria, no crean ustedes, unos casi desconocidos (para la noble concurrencia) banderilleros: Isabelita Carrasco, "el Torbellino de Cuadros" y Francisco Fernández, "el Niño de la Raqueta".
Nos quedaremos con alguna de sus enjundiosas, hueras, simples y bobas manifestaciones y, lo que es peor, mentirosas:
“El Estatuto de Autonomía, en su ya 27 aniversario, ha hecho posible la unidad política sin uniformismo, la solidaridad sin privilegios y la diversidad sin imposiciones en lo que se entiende como la mejor garantía de futuro en común.”
Volvemos a lo de siempre; ¿pero qué quiere decir el presuntuoso mozalbete con este galimatías sin sentido? ¿Pero sabrá lo que significan las palabras que usa o abrirá el diccionario por donde bien le parece para después juntar las que encuentra sin el más mínimo sentido? Lo del “sin uniformismo” casi lo entiendo, pues nada hay menos uniforme que esta comunidad impuesta a golpe de cacicada y que se mantiene, únicamente, echándole leña al mismo carro y untando hasta los ejes de la carreta para que ni siquiera suenen… Nada; lo dicho: ¡un carnaval, una mascarada!
El empacho debió ser de tal calibre que, embriagados por los efluvios “regionales”, elevados al séptimo cielo de su egolatría, en plena orgía juntera, el mandamás de las cortes esas que pretenden apoderarse de una historia que no es la suya, engullirla para engordar su ego, confirmó a las Cortes Leonesas de 1188 “como el origen del parlamentarismo constitucional que impera en los países más desarrollados”. Sin embargo, al pibe este (es hasta normal) terminó por írsele la pinza del todo o en la cosa tuvo algo que ver el licor inventado por Noé, pues una de sus gloriosas y lapidarias frases es digna de figurar en la antología del disparate: “Aquellas Cortes fueron el inicio de una larga tradición de defensa de las libertades, que tuvo su continuidad tres siglos después en el movimiento comunero”. ¡Bingo; no nos habíamos equivocado en absoluto! ¡Mira que están obsesionados con esos pobres ajusticiados, símbolos de la burguesía y defensa de sus derechos, y su intento de hacerles los antecesores de la cosa esta de la junta juntera! ¡Y ahora hasta meten en el mismo saco al pobre Alfonso IX! ¡Miserables!
¿Pero no habíamos quedado en que los antecedentes de esta comunidad estaban en el mismísimo hombre de Atapuerca a quien vino a combatir el Gladiator romano aquel, ayudado por el esclavo Espartaco, ambos contratados por el mismísimo Augusto? Tienen tan confundido al Húsar que ya no entiende nada…; es normal, claro; pobre pueblerino leonés que es uno…
La verdad es que, después de haber estado negando el hecho, que nos vengan ahora con estas afirmaciones hueras, proponiendo medallas y marcando pectorales; es como para no creerles ni una sola de sus palabras y desconfiar de cualquiera de sus actuaciones. Pero ¿no tuvieron, incluso, posibilidad de hacerlo en su momento, cuando se cumplieron los 800 años del hecho? No, claro; en aquel momento no calibraron la importancia del movimiento leonés de liberación; era, pensaban, cosa de cuatro chiquilicuatres nostálgicos que terminarían cansándose (“una generación”, llegó a decir el "pato Lucas") y se dedicaron a manosear el hecho, a manipular la conciencia, hasta de los más indefensos y a burlarse, en público y en privado, de quienes mantenían las mismas tesis que ahora se pregonan hasta desde la mismísima Zarzuela.
Teniendo por aquí, como monaguillos obedientes a determinados “intelectuales comprometidos” (con los que mandan, ¡claro!, pues se venderían a cualquier causa), ya sabemos lo que ocurrió y no viene al caso repetirlo; las hemerotecas están para algo más que para dar la razón a ociosos buscadores de deslices ajenos, meteduras de pata y manipulaciones torticeras.
El Abad de San Isidoro recordó, sin embargo, algo que deberían imitar estos nuevos señores de horca y cuchillo; en efecto, “el joven Rey Alfonso IX se comprometió (entre otras cosas) a no declarar la guerra sin reunir a los obispos, nobles y hombres del pueblo”. ¡Cuánto deberían aprender estos reyezuelos, becerros de oro seudodemocráticos, que temen preguntar al pueblo sobre lo que están convencidos iría en contra de sus intereses! ¡Así gobernaban en la época del Despotismo Ilustrado: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”! ¡Déspotas, eso es lo que son, a fin de cuentas!
Un consejo, o mejor, una exigencia: si tan convencidos están de la bondad de cuanto afirman, no lo hagan con sordina, salten los límites de esta pequeñoburguesa Comunidad, soliciten una medalla semejante al Parlamento Español y, más tarde, escuchada la demanda que para eso tenemos a un sedicente leonés en la presidencia del Gobierno, al mismísimo Parlamento Europeo. Así conocerá el mundo alguna (ya que no es la única) de las realizaciones de este Reino de León y comenzaremos a hacerles justicia a aquellos hombres y mujeres que tanto apostaron por cambiar el signo de los tiempos. ¡Ya tienen deberes nuestros parlamentarios, si es que se despiertan de la modorra! Les emplazamos a ello… y, sin trucos, naturalmente; sabemos, y así lo hemos incluso propagado, que “el zorro pierde el pelo pero no las mañas”. No nos fiamos y no nos faltan razones.
La verdad es que, después de haber estado negando el hecho, que nos vengan ahora con estas afirmaciones hueras, proponiendo medallas y marcando pectorales; es como para no creerles ni una sola de sus palabras y desconfiar de cualquiera de sus actuaciones. Pero ¿no tuvieron, incluso, posibilidad de hacerlo en su momento, cuando se cumplieron los 800 años del hecho? No, claro; en aquel momento no calibraron la importancia del movimiento leonés de liberación; era, pensaban, cosa de cuatro chiquilicuatres nostálgicos que terminarían cansándose (“una generación”, llegó a decir el "pato Lucas") y se dedicaron a manosear el hecho, a manipular la conciencia, hasta de los más indefensos y a burlarse, en público y en privado, de quienes mantenían las mismas tesis que ahora se pregonan hasta desde la mismísima Zarzuela.
Teniendo por aquí, como monaguillos obedientes a determinados “intelectuales comprometidos” (con los que mandan, ¡claro!, pues se venderían a cualquier causa), ya sabemos lo que ocurrió y no viene al caso repetirlo; las hemerotecas están para algo más que para dar la razón a ociosos buscadores de deslices ajenos, meteduras de pata y manipulaciones torticeras.
El Abad de San Isidoro recordó, sin embargo, algo que deberían imitar estos nuevos señores de horca y cuchillo; en efecto, “el joven Rey Alfonso IX se comprometió (entre otras cosas) a no declarar la guerra sin reunir a los obispos, nobles y hombres del pueblo”. ¡Cuánto deberían aprender estos reyezuelos, becerros de oro seudodemocráticos, que temen preguntar al pueblo sobre lo que están convencidos iría en contra de sus intereses! ¡Así gobernaban en la época del Despotismo Ilustrado: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”! ¡Déspotas, eso es lo que son, a fin de cuentas!
Un consejo, o mejor, una exigencia: si tan convencidos están de la bondad de cuanto afirman, no lo hagan con sordina, salten los límites de esta pequeñoburguesa Comunidad, soliciten una medalla semejante al Parlamento Español y, más tarde, escuchada la demanda que para eso tenemos a un sedicente leonés en la presidencia del Gobierno, al mismísimo Parlamento Europeo. Así conocerá el mundo alguna (ya que no es la única) de las realizaciones de este Reino de León y comenzaremos a hacerles justicia a aquellos hombres y mujeres que tanto apostaron por cambiar el signo de los tiempos. ¡Ya tienen deberes nuestros parlamentarios, si es que se despiertan de la modorra! Les emplazamos a ello… y, sin trucos, naturalmente; sabemos, y así lo hemos incluso propagado, que “el zorro pierde el pelo pero no las mañas”. No nos fiamos y no nos faltan razones.
9 comentarios:
Ten cuidado con llamar "leoneses" a los de Peña de Francia (y zonas adyacentes), te pueden mirar raro.
Y ¿como deberíamos llamarles? ¿franceses?
No, simplemente salmantinos (y si quieres, aunque no sea la comarca concreta, en general charros, no metes la pata), pero lo de leoneses en la provincia de Salamanca, más bien como que va a ser que no.
Y lo de "que va a ser que no" ¿de donde lo sacas? ¿de la propaganda pancastellanista juntera y de la campaña de los medios de comunicación cuando hablan de "las dos Castillas"?
Salamanca, desde que es cristiana, es parte integrante del Reino de León (en tiempos musulmanes supongo que fue Califato de Córdoba) y tanto su historia, sus fueros, su folcklore y su gastronomía son netamente leoneses.
Que haya quien lo ignore no cambia nada este hecho.
No, lo saco de mi familia política que son todos de Salamanca, y les gusta ser llamados "salmantinos", o "españoles", o como mucho "castellanos". La gente tiene sus manías, y lo de "leoneses" no está entre ellas. La vida no es como nos gustaría, sino como es. Que haya a quién no le guste no cambia nada este hecho.
Nos gusta la afirmación de que "La vida no es como nos gustaría, sino como es. Que haya a quién no le guste no cambia nada este hecho."
Estamos totalmente de acuerdo, Salamanca es leonesa y aunque haya a quien no le guste, eso no cambia nada este hecho.
Home, que casualidad, también mi familia política es salmantina. Afortunadamente, los casi 30 años de propaganda castellana no les hicieron olvidar que son leoneses y tienen muy claro que NO son castellanos.
Eso, amigos, "Salamanca es leonesa", con dos cojones, y si a los salmantinos no les gusta, a nosotros nos la suda. ¿Qué importará el sentimiento de los de Salamanca? Aquí sólo importa lo que a nosotros nos salga de las pelotas. (Así de bien hacemos las cosas, porque somos de Léon) Olé...
Hombre Anónimo lo que más nos gusta de tí es tu "apertura de mente" porque ¿cuantos habitantes tiene la provincia de Salamanca? ¿los conoces a todos? ¿con todos hablaste sobre sus sentimientos?
Anda que no hay que tener arrancadeiras ni nada para arrogarse la representatividad de 350.000 salmantinos y negar su historia, su pasado y su identidad y, encima, decirnos a nosotros que no nos importan los sentimientos de los salmantinos.
Tenemos muchos amigos salmantinos (incluso algún colaborador que lo es) y todos ellos SI se sienten leoneses. ¿Tienen que pedirte permiso o perdón por ello?
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