A la derecha la única canción que queremos oir los leoneses, veremos si, a fuerza de repetirla, los políticos se enteran (es que son un poco "duros de oido" ¡pobrines!)
Por el mes era de julio,
cuando hace la calor,
fechas que la grey política
espera con ilusión;
descuidado el ciudadano
y atrapado por el sol,
en la playa o la montaña
le toman por don Simplón.
No hay año que no nos monten
su peculiar Benidorm
con la canción del verano,
bien parece una obsesión;
¡qué pesados son los pobres!
¡qué turra, válgame Dios!
y, por cierto, para este año
nos han colocado dos,
elijan la que les plazca,
ahora tienen la ocasión.
Los del grupo socialista,
orquesta muy a la moda
desde que don Zapatero
ha llegado a la Moncloa,
entonan un estribillo,
entre jocoso y burlón,
sobre las macroventajas
de esta gran pluriregión.
¿Pluri qué? Pregunta un pobre
ciudadano de León,
confundido y cabreado
por tanta provocación.
“No te preocupes, Villalba
conoce bien la canción
y le acompaña en los coros
Turiel, con el orfeón,
los Losa, Alejo, Larrauri,
y toda la agrupación.
Lo importante es que lleguemos
a la próxima elección.
Vamos, vamos, voten todos,
es nuestra preocupación;
lo que menos nos importa
es lo que opina León”.
Ingeniosa, sí, por cierto,
mas no es nueva esta opinión;
simples plagios turelianos
al dejar Diputación.
¡Tan flojos van de memoria
o ya es simple diversión!
No menos desafinada
es la canción del PP,
aunque ésta venga avalada
por un muchacho fetén,
investigador preclaro
y gloria de Villalar,
tierra de mil comuneros
que en lucha bien desigual
se enfrentan a los errores
de algún bárbaro mendaz
que soñara que en el resto
de la su Comunidad
hubiera historia algún día
que merecieran contar
las crónicas de estos reinos
sin tener que sonrojar.
Que León... ¿cómo? ¿qué dice?
es agua pasada ya,
tan pasada que hasta huele,
la fiera domada está;
ahora es cosa de pisarle
la oreja pa fastidiar,
y si hace falta usaremos
mamporrero intelectual;
da igual lo que se les diga,
estos son tontos de atar,
mira que están mal los pobres
y aplauden hasta rabiar.
Canten, pues, todos a coro
“sí al invento regional”;
tenemos hasta palmeros
que pugnan por jalear
cualquiera de estas ideas;
¿Qué nos puede preocupar?
Con el permiso del ente
ilustrísimos serán
los que al dictado demuestren
lo que quiera Villalar.
Mas yo casi les suplico,
al ritmo que va el cantar,
“no toquen más a la fiera,
déjenla morir en paz".
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