cierto Martín pescador
por escuchar a unos Peces
entre sus redes cayó.
¡Qué gran prodigio, señores,
que hasta un Martín pescador
se entienda con unos Peces!
pero eso es lo que ocurrió.
Quien de listo presumía
para su adentro pensó:
"amaestraré a los Peces
y yo seré su señor",
sin saber que las anguilas
se escurren que es un primor
y si tienes un descuido
te sacuden con ardor;
no hablemos de sanguijuelas
que chupan como no hay dos,
y aunque no sean pescado
el Martín se lo creyó.
De barbos, ni los citemos,
pues de barbas se trató;
el que más cara tenía
el gato al agua llevó.
Mas por ser de tierra adentro
y en un páramo criado
nunca había visto un pez
ese Martín desdichado,
ni sabía el pobrecito
que el que se siente adulado
puede empezar a esperar
la patada en cierto lado;
y así fue, al primer descuido
del Martín despendolado
encima se echan los Peces
y no dejan ni un bocado.
Procuren aprender todos
de la fábula el refrán
que para rimar termino
"donde las toman, las dan"
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