jueves, mayo 24, 2007

Diagnóstico: encefalograma plano

¿Y llaman a esto la "fiesta de la democracia"? Un muermo, un fastidio, una pesadez, un mal guateque en el que se aburren hasta las ovejas modorras...

Las elecciones locales y autonómicas, por estas tierras de pan llevar y de hambres traer, ya no concitan ni el interés de los pegadores de carteles. Han conseguido anestesiar de tal modo al cuerpo electoral que habrá que echarle una gran dosis de ánimo a este insípido menú de candidatos y de slogans para aguantar lo que nos queda y llegar con algo de energía al domingo 27 para lograr introducir la papela en las urnas (¡y eso que algunos lo tenemos claro... por narices, vaya!), seguramente también abotargadas por contagio colectivo. Ni siquiera parece se vayan a producir las esperadas y casi barruntadas salidas de tono del nombre de larga lengua, de pocos "pelos" y de menos escrúpulos.

La cartelería nos obsequia, en términos generales, con una selección de niños buenos que ríen bobaliconamente (¿acaso de los electores y por anticipado?) y héroes ocasionales de otros tantos "regresos al futuro" por la vía de la máquina del tiempo transmutada en Photoshop. ¿A quién pretenden aún engañar? ¡Esto sí que es el timo de la estampota! Villalvilla, el angelito, reconvertido en treintañero, look años 70 y como recien salido del horno de una Escuela de Altos Estudios Comerciales... Vamos, todo un Cayo Coyuntural... ¡Y yo me lo trago!

El de la gomina, Marito para los no iniciados, con aire más que distendido (¡él!) y en fondo verde esperanza, algún kilito de menos por aquello de pelillos a la mar, rezuma cercanía (¡él!) y jovialidad almibarada que ya no convence ni a mi tía la solterona.

Pacofer, el que no abre la boca para no perder votos, cuya apariencia, entre descamisado y aturdido, parece interrogarse sobre cuestiones tan existenciales como ¿pero que hace un chico como yo en un sitio como este?

Y no se me pierdan lo del Juanvi; este no le han podido disimular su mal talante ni los pintores de brocha gorda... ¡Si hasta parece que, aún inmovil, sigue riñendo y salpicando cual limpiaparabrisas descentrado! ¡Y luego clama "confianza"!

Porque, si los caretos son dignos de mejores descripciones que la que aquí, torpemente, hemos intentado, no les cuento nada de los slogans de campaña: encefalograma plano total y sin remedio. ¿Quién puede explicarme el trascendental mensaje que encierran frases como: "estamos de tu lado", "haremos más" (a arar, sin hache, les enviaba yo de buena gana...), "pide más" o aún "confianza en el futuro"?. Insulsas tonterías intercambiables que, sirviendo lo mismo para un roto que para un descosido, no enmascaran más que una terrible y descorazonadora falta de ideas, de proyectos, de ilusiones y de mística que, o mucho me confundo, o serían los elementos esenciales de quien pretende ocuparse de los asuntos llamados públicos.

¿Y qué hay, entonces, detrás de toda esta pútrida hojarasca y de este cacareo anodino? El poder, el deseo de "coger cacho", la posibilidad de un trozo de la tarta que espera tras la puerta de un puñado de engañifas convertidas en votos... ¡Poco botín, por cierto, para quien tiene otras prioridades en la vida!

Pero, si triste es el destino del candidato abrazaviejas y besaniños, peor debe llevarlo el candidato de la Izquierda (h)Undida. Hace un par de días, en uno de los periódicos locales, al parecer, falto de animales de dos patas a los que hacer arrumacos, se le ve acariciando a un perro que, despistado y sin saber que estamos en época de elecciones, cometió el error de pasar por allí. ¡Destino cruel!

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