jueves, enero 03, 2008

Abogados... de secano

¡No puedo…! Por más que lo intento no acierto a explicarlo. ¡No me lo puedo "de creer"! ¡Y mira que le pongo voluntad...! ¿Tan escaso andará de noticias o de sesudas reflexiones el “Diario de León, en “estos días de fiestas tan entrañables”? ¿Tan necesitados se verán algunos para seguir cantando las loas de sus señores? ¿Acaso es que no tienen otra cosa mejor que hacer? ¡Qué fácil es adular al poderoso, halagar al cacique y requebrar al tirano! ¡Qué cómodo y gratuito, también, injuriar al débil, deshonrar al indefenso y difamar a quien es víctima arbitraria de caza de brujas!
Ampararse en nombres conocidos, apellidos ampulosos, cargos rimbombantes o sonoros títulos académicos (ya es repetido el hecho) no es sino muestra clara de intento de ocultamiento detrás de una cierta hojarasca protectora, de complejo de inferioridad o, incluso, de falta de seguridad en lo que se pretende defender o probar, cual es el caso.

La perorata del señor letrado (día 26 del recién pasado Diciembre), en Tribuna, debería figurar en el libro ese de los records, mas como símbolo claro de la estulticia, adornada, eso sí, de una innegable capacidad de emborronar los argumentos, cualidad que se viene atribuyendo, por estas tierras, a un tipo muy claro de abogados, los denominados “de secano”.

La cosa es, más o menos, como sigue (si no han tenido el disgusto de comprobar, en primera persona, tan insensato desatino): un, al parecer, ocioso “doctor en derecho” (como si esto fuera una patente de corso para aventurarse en proceloso océano de insultos, sospechas y afirmaciones no probadas), rabioso, colérico y encrespado contra todo el que se dice “leonesista” ha emprendido una cruzada, en propia confesión, comenzada el pasado 29 de septiembre, nada menos que con el propósito de demostrar que “los denominados leonesistas” son para él unos despreciables, incorregibles, montaraces, peligrosos y obstinados “nacionalistas”. ¿Pero de qué guindo se ha caído este pavo? Si ha leído algo sobre el movimiento de reivindicación leonesa (como presume), ¿será que no asimila lo que lee? ¿En qué realidad virtual mora para seguir utilizando manidos argumentos que no tienen otra virtualidad que la de seguir engordando la mentira? ¿Será discípulo de otro “doctor”, en este caso un tal Paul Joseph Goebbels, el cual mantenía una curiosa teoría sobre ciertas mentiras mil veces repetidas?

¿Molesta verdad? Pues este “doctorsito”, como otros muchos, deberá seguir tragando quina, tila o antidepresivos; si lo que les incomoda es el referente leonesista, si lo que les irrita es que los leoneses no claudiquemos, si lo que les contraría es que 25 años de propaganda alienante no hayan servido para mucho, si lo que les mortifica es que cada vez más personas se sumen a una reclamación justa, si lo que inquieta es que este estado de cosas puedan cambiar en perjuicio de los oligarcas o si lo que les desagrada es que el pueblo tome las calles, la palabra y las decisiones que le fueron hurtadas.

¿Que seguimos manteniendo que León no es Castilla? ¡Que alguien se atreva a intentar convencernos de lo contrario! Lo mismo que Aragón no es Cataluña o que Andalucía no es Galicia… ¿Tenemos alguna culpa por ello?

La línea argumentativa del escrito que comentamos no resiste ni el análisis más somero; ni tiene contenido alguno ni aporta reflexiones novedosas al debate ni refuta, aunque lo intente, afirmaciones anteriores, por más que trate de acogerse a personas o argumentos de autoridad (“con la ayuda de algunos profesores universitarios”) que se permite el lujo de aludir pero que, en modo alguno, nombra de forma directa. ¡Falso testimonio, mire usted!

Ni siquiera, desde el punto de vista de la sintaxis, el texto puede considerarse un dechado de corrección pues confunde el indicativo con el subjuntivo, hay graves errores de concordancia y hay determinadas frases cuyo sentido no se nos alcanza… de tan mal “hilvanadas”. Lo lamentable, en este caso, es que un periódico sirva de correa de transmisión de estas melonadas hasta el punto de darles el lugar de honor de una “tribuna”.

La comparación con los “akelarres de batasuna”, las opiniones que vierte sobre “el Sr. Pardo”, las afirmaciones sobre los consejos “de los dirigentes peneuvistas” y la extrapolación que de ello hace a “todo lo que se menea” en el mundo de “la reivindicación leonesa de León” merecerían (ya no es la primera vez) un pase por los tribunales de justicia para ser sustanciados convenientemente. No debería tolerarse que, de manera impune, alguien se dedique a dar, vergonzosamente, coba al poder, ensañándose contra cualquier heterodoxo, contra cualquier minoría (si es que esta lo es en la situación que comentamos) que no hace más que usar de su derecho (“el que usa de su derecho a nadie daña”) reclamando lo que se le debe en justicia, recordando la forma antidemocrática que supuso su adscripción a la comunidad autónoma que padecemos, exigiendo ser escuchado y considerado con el mismo respeto que el resto de las “regiones españolas”, pidiendo que se repare el daño cometido a lo largo de un cuarto de siglo ya y se deje, de una vez en paz, a este sufrido pueblo leonés.

Y el que tenga complejos que acuda al psiquiatra, el que diga aquí ciertas cosas porque no se atreve a decirlas en otros lugares que pierda el miedo (¿o no estamos en democracia?) y el que desconozca ciertas cuestiones que se abstenga de pontificar sobre ellas. Al parecer, determinados refranes se resisten a perder vigencia, y uno de ellos sigue siendo aquel que pone en parangón la ignorancia y el atrevimiento. Aún más, estamos tentados a repetir como aquel que dijo: “Me enciende en general la ignorancia y la intolerancia vengan de donde vengan”. Por cierto, tampoco debe ser de ningún levantisco o peligroso leonesista aquel conocido poema: “Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora” ¿Será ello, acaso, una cualidad con la que el autor del citado artículo se adorna?

¡Un pusilánime ignorante, eso es lo que parece ser, después de todo! Véase, si no, uno de sus consejos: “. Los poseedores de la leonesidad enlazan el pasado con la modernidad, se ayuntan con el progreso, siguen la histórica unidad castellanoleonesa; una comunidad de dos”. Bla, bla, bla…

“Histórica”, desde hace 23 años y con trampas; y sobre el tema ese de “una comunidad en dos”… ¡que se lo explique al Juanvi, al Villalba o a toda la corte castellana porque a nosotros ya no nos creen! O que se dedique, a partir de ahora, si aún sigue ocioso, a recopilar y comentar las veleidades de nuestros queridos mandamases, únicamente, en esta materia de la “birregionalidad”. Si necesita medicarse para curar los dolores de cabeza, no faltará un buen leonesista para venir en su socorro; llevamos, nosotros mismos, varios kilos de analgésicos… ¡y para seguir!

De todas maneras, el Húsar no quiere terminar este artículo sin dar un consejín "de gratis" a este neoconverso a la supermegaguay doctrina del "castellanoleonesismo" (ufff que el "palabro" se las trae): El mundo sería mucho mejor si los estudiosos, los licenciados y los doctores en derecho tuvieran una mayor preocupación por la JUSTICIA y la DEMOCRACIA porque es más fácil "cargar" contra el débil pero ni es elegante, ni es justo, ni es democrático, así que ¡Hágaselo mirar, buen hombre! (dicho sea lo de "buen hombre" sin ánimo de ofender, ¡por supuesto!)

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