El pasado 6 de Marzo, y firmada por Miguel Ángel Zamora, publicaba el Diario de León una reseña sobre la conferencia que la víspera, y en el Club de Prensa de la ciudad de León, impartió la coordinadora de la Cátedra de Estudios Rurales de la UVA, la zamorana Pilar Panero.
La frase que dá título a este artículo, era el titular de la noticia y, en estos días semanasanteros en que, sistemáticamente (como no se cansa de denunciar el Húsar) tenemos que soportar los ataques pancastellanistas que tratan de rebautizar nuestras más ancestrales tradiciones, nos parece imprescindible copiar a continuacion el artículo en cuestión.
Solo nos queda hacer una breve reflexión, si HASTA EN ESTO SE NOTA LA DIFERENCIA ¿cómo pueden seguir pretendiendo inventar una identidad común partiendo de caracteres, en ocasiones, antagónicos?
Las negrillas, como viene siendo habitual, son del Húsar:
Pilar Panero señala las peculiaridades de La Pasión en los núcleos de población de menos densidad
Pilar Panero, coordinadora de la Cátedra de Estudios Rurales de la Universidad de Valladolid, señaló ayer las notables diferencias entre la Semana Santa rural de León y la de Castilla: «No se puede aplicar el modelo de una zona en la otra». Fue en el transcurso de la cuarta sesión de las Jornadas de Divulgación de la Semana Santa, que organiza el Club de Prensa de Diario de León, con el patrocinio del Ayuntamiento de Mansilla de las Mulas.
José Antonio Domínguez, director de publicidad de Diario de León, presentó a la filóloga zamorana y relató su extenso currículum. La ponente delimitó el ámbito leonés de la Semana Santa como «la zona arcaizante que mejor ha conservado las tradiciones». Centralizó la actividad en aquellas poblaciones de menos de 20.000 habitantes «donde a veces también se aprecia el concepto urbano, aunque tengan menos población». Puso como ejemplo los casos castellanos de Medina de Rioseco o Aranda de Duero, aunque también significó las diferencias entre la Semana Santa de Astorga y de León, por contraposición de elementos.
Lo popular y lo rural no se identifican en ningún caso prácticamente «porque hay devociones populares en algunas semanas santas que están muy arraigadas, como la Cofradía de la Resurrección de Zamora».
En las pequeñas poblaciones hay una estética particular y propia de la Semana Santa, que tiene un carácter religioso «que exige respeto aunque haya otras muchas dimensiones». No se esconde la componente emocional y la correspondiente vertiente económica que acompaña a lo social de forma inevitable ni el apartado festivo. Está cargada de símbolos y no está exenta del apartado ritual.
Lo fundamental de la semana santa agraria es que Cristo y la naturaleza resucitan en el campo. «Está sujeta a las manipulaciones de los poderes fácticos, pero menos que las urbanas». Sin embargo, los modelos castellanos «no se están aplicando en el ámbito leonés».
La Semana Santa rural es más intimista y adopta una tradición oral muy importante para su desarrollo.
No hay una vivencia pura y única en el campo. «De hecho hay un buen número de tradiciones pre cristianas que siguen vivas en estos actos». El peligro radica en que estas costumbres rurales pierdan vigencia por el interés en copiar las costumbres de las grandes ciudades. La ronda del Jueves Santo es común de forma habitual a la mayor parte de las zonas rurales de la comunidad «porque van relacionadas con elementos de la agricultura».
El entierro de Cristo destaca en los pueblos la soledad de su madre. La Pascua, sin embargo, es especialmente colorista en sus actos y destaca por la cantidad de actividades de cierto ingenio y gracejo que se llevan a cabo para simbolizar la alegría por lo que ha sucedido.
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