Visitando la nueva página web de nuestros amigos y compañeros del Colectivo Ciudadanos del Reinu de Llión http://www.reinudellion.com/ encontramos, con este título, un interesante artículo, publicado en Tribuna de Salamanca el 9 de Febrero pasado y firmado por el periodista salmantino Paco Cañamero, que copiamos a continuación para general conocimiento con la salvedad de que, como es habitual, las negrillas son del Húsar:
Todavía colea como una hoja asesina contra los intereses de Salamanca la última Cumbre Hispano-Lusa celebrada recientemente en Zamora, porque el resultado, otra vez más ha mancillado a los intereses de Salamanca. De nuevo esta tierra es la gran olvidada, al alimón, por el Gobierno de Zapatero (que parece un piloto, porque está siempre en las nubes) y por el de la Comunidad Autónoma de Valladolid (perdón de Castilla y León), a la que tienen inscrita a Salamanca, sin saber en virtud de qué razones y con la única finalidad de tributar. Nada más.
Con tanto desorden, olvido e injusticias, cada vez estoy más convencido que lo mejor que le pudo haber sucedido a Salamanca es haber recuperado en el mapa autonómico al viejo reino de León. Y por tanto haber fundado su propia Comunidad con las históricas provincias León, Zamora y Salamanca. Entonces otro sol hubiera alumbrado. Y otro futuro menos pesimista se hubiera adueñado de esta tierra azotada por la desidia y el abandono.
¿Qué nexos tiene Salamanca con Soria? ¿O con Burgos? ¿O con Segovia? Ninguno. Únicamente tiene algo que ver con Valladolid, porque además de vecindad, Pucela siempre intentó frenar los avances económicos de Salamanca, como sucedió con la Renault o actualmente con lo que genera riqueza. Porque absolutamente todo lo bueno que llega a esta Comunidad Autónoma que debería llamarse de Valladolid en vez de repartirse va directamente para Pucela.
Desde luego que si el viejo reino leonés se hubiera recuperado en el mapa autonómico, las tres provincias estarían comunicadas por autovía y además, las tres capitales tendrían su enlace con Madrid. A ello se añade que los raíles del ferrocarril de La Ruta de la Plata ya habrían recuperado su brillo. Y desde luego se hubieran intensificado mucho más las relaciones con Portugal, ese entrañable país con el que tanto compartimos y del que siempre hemos vivido de espaldas.
Porque aunque los políticos se empeñen en ignorar al otro lado de la frontera, en el fondo, Salamanca y Portugal, guardan infinidad de similitudes. Y de lazos sociales o añoranzas deportivas, entre las que surge el ejemplo de que aquí todavía se sigue recordando al gran Alves, como la máxima gloria de los jugadores que vistieron la camisola blanquinegra. Aunque hurgando en el ayer, no se puede olvidar que, antes de la llegada de Alves, algunos pueblos celebraban partidos contra Portugal que causaron verdadera expectación. Sobre todo Navasfrías, esa bella localidad que fue un icono económico en la provincia gracias a sus minas de wolframio, lo que posibilitó la celebración de algunos encuentros internaciones que organizaba el señor Gregorio Montero y gozaron de tanta expectación que durante horas llegaba tal avalancha que daba la sensación que el pueblo pareciera celebraba los sanjuanes.
Además, gracias a los influyentes contactos del señor Gregorio, en el campo del Bardal jugaron nada menos que figuras como Abilio, cuando era la sensación futbolera de esta tierra, poco antes de fichar por el Zaragoza de los ‘Cinco Magníficos’. O Almaraz, otra delicia de jugador charro que traía locas a las defensas contrarias. Sin olvidar al mirobrigense Ignacio Domínguez, quien en su juventud fue un talentoso futbolista que pudo haber llegado muy alto.
A uno le emociona rememorar tantos recuerdos con Portugal, como los vividos en persona o los que le contaron. O también tantos momentos vividos en ese querido país tan vinculado a nuestra Salamanca, a pesar de que nuestros políticos sigan empeñado en vivir de espaldas en una particular partida en la que se tiran la pelota entre el piloto de Zapatero y la Junta de Valladolid para evitar defender los intereses de Salamanca (como el ferrocarril perdido de la Ruta de la Plata) y de la que únicamente le interesan los tributos
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