Cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando en un día tan señalado culturalmente, se inauguraba, según reza en una placa conmemorativa, el Palacio de Deportes de León. Y, quién lo iba a decir, cuántos éxitos, cuántas alegrías, también derrotas y penas hemos vivido en ese edificio que tantos años tardó en tener León. No muy lejano, como si el devenir urbanístico de León lo hubiera vaticinado, se ubicó otra de las tan ansiadas instalaciones lúdico - deportivas que lloró la ciudad largos años: las piscinas públicas. Y, cómo no, el precioso estadio de fútbol que por fin lleva con orgullo el nombre que con más honor nos puede representar a los leoneses: Reino de León. Dicho sea de paso, debemos esta magnífica instalación a las penurias del Ayuntamiento y a los "trapicheos" urbanísticos para obtener la correspondiente financiación. Al final lo que le falta al estadio es el famoso marcador. Ya tarda bastante en tener los llamados videomarcadores (¿marcador que se ve?), bastante tiempo más que la metedura de pata de diseño inicial del Palacio de Deportes que nació sin el tan necesitado vestuario de árbitros pero, eso sí, con zona vip para las autoridades. Al final se corrigió el desaguisado habilitando un hueco, cómo no, debajo de una escalera... ya se apañarán los colegiados, que para eso cobran.
Sirva esta larga introducción para calentar el ambiente en torno a los "arreglos" que siempre hemos sufrido en León, en todas las latitudes del País Leonés. Cuando dejas el poder en manos de quien no pretende otro bien que el propio, te encuentras que justificas tu deterioro con el beneficio que obtiene aquél, con la pretendida visión de futuro del ya conocido virgencita, virgencita... ¡Y es que somos patéticos hombre! Nos da miedo el figurar, el luchar. Pero hasta tal punto que, como me ocurrió recientemente, el de al lado, el castellano, tan ufano él, al oírme que el próximo 23 no iba a reivindicar la autonomía para León (sacó pecho) sino que lo haría también como el resto de los 364 del año (agachó las orejas y se puso colorado: dónde me he metido?). Lo que celebraré sin duda es el día del libro. Seguro que cae en mis manos alguno de los de la famosa lista negra de la junta esa pro castellana. Que sí, hombre, que hay lista negra de libros lo mismo que de asociaciones. Y de más cosas. Hay lista negra hasta de personas. Pues buena es la junta esa. Ya está montando su telaraña en todos los escalafones funcionariales que controla. Al final seguro que revienta, pues no hay mal que cien años dure, esperemos que bastantes menos.
Lo triste, como digo, es que no espabilamos. Que no ponen bandera, pues no pasa nada. Aquí como si llueve. ¿Cuántos meses ya sin bandera leonesa, del Reino oiga, en el denominado Eren, en la avenida Reyes Leoneses? (curioso, me gustaría ver cómo ponen el remite en su correspondencia...). Pero aún más grave me resulta ver en Padre Isla la Cámara de Comercio e Industria de León (¿de León o de su presidente de turno?) el mástil vacío de la leonesa. Pero es que en muy escasas ocasiones la que falta es la cuartelada, coño! Rápidamente la reponen.
En breve nos van a hacer una nueva consulta para decidir qué representantes enviar a la Europa esa de nuestros exteriores. Pero, digo yo, ¿no podrían habilitar una urna más para que los leoneses e incluso los castellanos nos manifestáramos democráticamente en favor o en contra de este engendro que ya sufrimos un cuarto de siglo? No creo que costara tanto y los resultados serían muy aclaradores. Así también nos olvidaríamos de llenar tanto espacio virtual y nos dedicaríamos a trabajar por otras cosas que ya se entenderían como más prioritarias que el discutir sobre lo más elemental de todo ser humano democrático: hacer lo que pide el pueblo. ¡Aha! ¿Que esto es lo mismo? Pues claro. Pero no lo tienen así de claro los demagogos de turno que cuando se les vuelve a explicar el asunto te espetan con que qué pasaría con El Bierzo. El Bierzo es León. Pero les interesa dividir por aquello de ...vencerás. Primero dividieron Castilla la Vieja para que Burgos desapareciera del centro y colocarse ellos (sí, los de pucela), y después se anexionaron el País Leonés para quedar tan en el centro de la autonosuya, que sería incontestable el "yo para mí, me". Así todo, cuando ven la contestación de los leoneses a esta distribución autonómica todavía se llevan las manos a la cabeza del "qué hemos hecho para merecer ésto".
Paciencia y trabajar, que de barajar ya estamos hartos. Seguir en la lucha pero, más allá de la barra del bar, regalemos a nuestros detractores algún libro plagado de reivindicaciones e historia reciente de León. Aportemos futuro desde casa hasta el trabajo. Y, después también, en el ocio. No desaprovechemos esta fiesta del libro y hagamos buena víspera del 24 de abril (por las vísperas se conocen las fiestas).
Al menos celebraremos victorias.
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