¿Se va el caimán? Oda a Juanvi I el Insultador

Ante los últimos acontecimientos que arrastran al PP por el fango de la corrupción, de los enfrentamientos cainitas o de las tomas de decisión extemporáneas, Juanvi I el Insultador, el azote de los leonesistas, amenaza a su partido con dar un portazo e irse al final de la legislatura. ¿A que no? El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, pero ¡qué a gusto se está en el machito!

De todas formas, como se ha ganado a pulso éste y otros muchos obsequios como éste, le dedicamos unas coplillas ante la amenaza de su marcha que nos tiene en un sinvivir… ¡No vea cómo tiemblo…! Mas, como se trata de una tan alta personalidad, es obligado emplear, para el caso, unos versos del denominado “arte mayor”, unos endecasílabos heroicos para nuestro mandamás autonómico. ¡Que los disfrute!

¡Oiga usted, qué disgusto, qué congoja!
¡Qué angustia, qué tormento, qué amargura!
Sumido estoy en áspera negrura
de ver que al presidente se le afloja…
aquella fe pepera, la más pura,
que sostuviera antaño, ¡oh paradoja!
Y bailando nos tiene, en cuerda floja,
si intentará una nueva investidura
o pelarle la barba a las panojas.

No hay nada que temer, no hablaba en serio,
nos conocemos bien por estos pagos.
¿Que el Juanvi se nos va? ¿Que está cansado?;
¿Que quiere terminar su cautiverio?
Una bravata más, un desafío,
un simple aquí estoy yo, y estoy hastiado
de verme más y más menospreciado
por los grandes barones del partido;
¿acaso no estoy siendo un buen mandado?
Ni el jefe se me muestra agradecido.

Este pobre garrulo, botarate,
este rancio cateto pueblerino,
mostrenco, lerdo, pánfilo, cretino,
y eterno insultador de escaparate,
en complejo insolente de magnate,
creyéndose quizás ya un ser divino,
amenaza con cambios de destino
si se hace con premura su petate.

Pues mire cómo tiemblo ante el embate,
y juzgue mi terrible desatino.
Para que usted calibre mi honda pena
y mi opinión le sirva de acicate,
láncese de cabeza por el water
y alguien tire después de la cadena.