Las negrillas, como es habitual, son del Húsar que no puede dejar de pensar, una vez más, que no es lo mismo "Universidad de León" que "Universidad en León" y que, desgraciadamente, la mayoría de los docentes apuestan por el segundo nombre en lugar de por el primero.
Y sin más preámbulos os dejamos el artículo prometido:
La semana pasada seis profesores de la Universidad de León divulgaron los argumentos que desaconsejan la línea de alta tensión entre Sama y Velilla. Es necesario felicitarles por haberse manifestado con la autoridad que da el conocimiento.
Lamentablemente el profesorado universitario suele permanecer ausente del debate público. Sin pretender que salgan a la palestra sobre cualquier tema o en cualquier ocasión, es inaceptable que, cuando se producen circunstancias que aconsejan la opinión de expertos, a los profesores de la Universidad de León y de otras no se les vea el pelo. Sólo un puñado de ellos, que podríamos recordar con nombre y apellidos por su reducido número, participan en el diálogo.
Incluso hemos asistido a momentos dramáticos en España, como los previos al naufragio del Prestige, en que los técnicos en ciertas materias (mecánica de fluidos, química de hidrocarburos, …) demostraron dejadez e ignorancia. Los ciudadanos esperamos opinión y criterio de los expertos ligados a la cátedra. De lo contrario ¿para qué los tenemos?
A posteriori pudieran surgir divergencias de opinión, controversia o simplemente consejos impopulares, pero si se apoyan en el conocimiento han de ser escuchados. Las posturas pasivas de la universidad, como las adoptadas en el polémico tratamiento de San Miguel de Escalada, en la crisis de la ganadería, en los libros de texto que ignoran el Reino de León, en la reconversión del sector agrícola o en el trazado de las autovías y ferrocarriles, son abiertamente rechazables.
Que unos pocos docentes, como los citados al principio, sean los únicos reconocidos por su valiosa participación en el devenir público leonés –no importa en qué postura– cuando existen varios centenares es un síntoma del estancamiento cuando no degradación de que adolece la institución universitaria.
Al hilo de esto: hay muchas quejas sobre la aplicación de ‘Bolonia’ en las facultades y escuelas, pero algo se debe hacer con una institución que se tambalea y no reacciona. Puede que parte del plan esté desacertado, pero propiciará una catarsis que no debe perjudicar a los profesionales más comprometidos.
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