Sin entrar ahora en lo acertado o no de este adjetivo aplicado a “nuestra” realidad que más que cruda parece quemada, de tantas vueltas en la innoble e inmerecida marmita que nos cuece, lo cierto es que, tras unos días fuera de la Tierrina, vuelve el Húsar a estrellar sus ilusiones contra el muro que nos confina, contra esa invisible cerca de alambre de espino que nos resguarda, ociosos y pasivos, en asfixiante gueto y que tiene la virtud, como la realidad de Boris Vian, de hacerse más estrecha y agobiante a cada paso de los días.
Cuando parece que “nuestra causa” ha saltado, con la broma, burla y befa acostumbradas, sin embargo, a las páginas de un diario nacional (“Público” y sus maliciosos comentarios sobre el pretendido “referéndum no vinculante” para pronunciarnos por la separación o no de Castilla), la inmediatez de la noticia cercana nos araña los párpados con la lectura de noticias como la aparecida en el Diario de León del 16 del mes en curso; antes de ayer, como aquel que dice: “León pierde 13.700 empleos en dos años, la mayor caída de la comunidad”.
Intolerable, insufrible, insultante, vergonzoso, inmoral, injusto, inhumano y extremadamente doloroso; a no dudar, 13.700 dramas, cuando menos, que deberían golpear en lo más profundo de nuestras conciencias, no ya ni siquiera adormiladas, sino absolutamente entontecidas. Y el análisis pormenorizado de la situación no invita, en modo alguno, al optimismo cuando leemos, por ejemplo, que el 30% de los parados no tienen prestación por desempleo.
Pensábamos, de manera harto inocente, que no se podría caer más bajo en esta paralizada ciudad, en esta provincia o, por extensión, en la Región Leonesa que, seguramente, exhibirá cifras semejantes. No parece haber llegado el momento de tocar fondo, mas… ¿hasta dónde podremos aguantar la sangría? ¿Hasta qué punto seguirá soportando nuestros lamentos el que nos sirve el vinito desde el otro lado de la barra? ¿Hasta cuándo vamos a continuar engañando nuestras conciencias sin sacar ese punto de necesaria indignación que todos deberíamos llevar dentro?
Todo se desliza, sin embargo, por este río que nos lleva a través del mejor de los mundos posibles: el del sometimiento, la subvención o la pirámide de poder en la que muchos viven arracimados y arrimados al árbol que, eso creen, continuará eternamente regalando sombra y frutos abundantes. ¿Y si se acaba el chollo? Bajada ya la cerviz y acaso el pantalón, siempre aparecerá un nuevo amo que nos regalará, si seguimos los preceptos del manual del buen siervo, las migajas que caigan de su mesa, como a perritos fieles y sumisos.
Hasta los porteadores del escudo del jefe galo Abraracurcix tenían mayor justificación y, sin duda, merecían mayor respeto.
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