Este es el título del artículo publicado el 24 de Junio de 2007 (día de San Juan), en El Mundo-La Crónica de León y firmado por PETRA PORTELA. Al Húsar le parecen unas opiniones tremendamente interesantes por lo que decide publicarlo hoy 29 de Junio (día de San Pedro) poniendo en negrilla las partes más sustanciosa:
No deja de ser curioso que bercianistas confesos se declaren tan abiertamente partidarios de la Autonomía Leonesa. ¿A nadie se le ocurrió pensar que uno de los motivos por los que muchos profesaban de lógico bercianismo fue la existencia del "Engendro de cabeza y media" que les hace sentirse completamente ajenos a lo "castellanoleonés"? ¿Hace falta ser doctorado en ciencias políticas por Harvard para darse cuenta de que lo de Castillileon no era más que una trágala?
Las batallas entre León y Valladolid me suelen resbalar, si acaso tienen el mismo interés que los ajustes de cuentas entre la gente del hampa; ya se sabe, que el adversario se despedace entre si, debilita al conjunto. Sobradamente conocido mi bercianismo, esta vez tomo partido y me identifico con las posiciones leonesistas que han encendido la traca, fundamentalmente por defender el derecho de los discrepantes. La barrila que los castellanos-leoneses le están montando a Pacofer excede a la intransigencia moderada, tan propia del poder, y nos hace preguntarnos si son verdaderamente demócratas o estamos ante casta de talibanes autóctonos, que cualquier día nos sorprenden dinamitando catedrales. Poco ha hecho falta para que se retrataran, bastó poner en cuestión al tenderete con que nos castigó don Rodolfo, y en la reacción, desproporcionada, sólo les faltó amenazarles con el destierro. El mapa está cerrado, dicen tajantes y lo repiten como clones de periquito y esa, es la única aportación intelectual que han ofrecido al debate que ellos multiplicaron, excedidos de testosterona centralista. Lo que podía haber quedado en un apaño para agenciarse una alcaldía, el fundamentalismo pucelano han logrado convertirlo en un clamor ascendente a favor de la nueva autonomía. Están tan contentos con su maquinita de repartir favores a la clientela, que si huelen que pueden perder pieza, dejan el sesteo y disparan tratando de abatir a la bicha de la secesión, como si esto fuera Québec.
Para mí, que aún colea el trauma histórico y cualquier movida les trae el fantasma de Aljubarrota. No estaría de más repasar el genoma del castellano viejo por si tienen alteradas las entendederas y así se explica esa destreza para convertir a los ediles reivindicativos en caudillos de la insurgencia. Tan resueltos están en la defensa de su chiringuito, que ofrecen como bálsamo el nuevo estatuto en trámite parlamentario; una ocurrencia igual que si para no abolir la pena de muerte, se promete un nuevo modelo de garrote vil, que ajusticia mejor. Lo cierto es que esta Comunidad sólo convence a los que sacan alpiste, y León tiene legítimo derecho a salir de donde, sin querer, le metieron. Se comprende mal la cerrazón en admitir que el montaje es un fiasco, que no convence y menos, aún, interesa a los leoneses; por tanto, más que responder con otro estatuto maquillado, deben avenirse a la segregación democrática que procede. Lo demás, es abundar en las taras inmovilistas, tan del gusto mesetario, que vende burros de tecnología punta, mientras nos obsequia con un territorio en caída libre, despoblado, sin ilusión e infestado de una corrupción atroz, amamantada en la teta de su conveniencia.
No sé, si éste será uno de tantos mayos baldíos que en el mundo han sido, pero intentarlo refresca y supone devolver, al antiguo reino, una porción de la estima perdida. Y ahora en clave secesionista, que es lo que se impone, advertir que lo malo de las secesiones es que las aborten, porque después mandan a un general Sherman a no dejar brote de la osadía. Y, para esa labor van a sobrar voluntarios. ¡Capicci, Paco!
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