La Constitución de los Estados Unidos y la Regla de los Canónigos de San Isidoro de León
Después de un, quizá demasiado, largo paréntesis (es evidente que no podemos atender tantos frentes abiertos), volvemos con alguna información, remembranza o recuerdo que no debería pasar desapercibido ni permanecer ignorado por los leoneses ni por los que, tan amablemente, siguen nuestra ya casi eterna reivindicación de respeto; en este caso, ciertamente, haciendo una especial mención a los que visitan nuestro blog desde los Estados Unidos de Norteamérica.
Hoy traemos a la memoria una cuestión que llenaría de orgullo a más de uno de estos pueblos “históricos” de nuevo cuño, pero que, desgraciadamente, para muchos de los leoneses, permanece cubierta de polvo en los anaqueles de la historia: la influencia de la Regla de los Canónigos Regulares de San Isidoro en la Constitución de los Estados Unidos.
La historia es, más o menos, de este modo. Se dice que, cuando Santo Domingo de Guzmán pidió al Papa Inocencio III la autorización para fundar su “Orden de predicadores”, éste le exigió aceptar los estatutos de una de las Órdenes que ya existían en la época. La decisión estaba, pues, entre los de la Orden de San Benito o los de la Orden de San Agustín.
Su opción por los de esta última se basaba en que los mismos eran considerados más democráticos, si bien él eligió, en concreto, la Regla que había sido perfeccionada por los canónigos agustinianos de la Real Basílica de San Isidoro de León, los cuales, según todos los indicios, debían bastante de su ser al santo canónigo Martino (León,1130-12 de enero de 1203).
Hemos de recordar, a este respecto, que la diócesis legionense ha celebrado entre el 12 de enero de 2003 y el 12 de enero de 2004, el año santo de Santo Martino, con motivo del 800 aniversario de su muerte (del tránsito, como suele denominarse en lenguaje eclesiástico).
Pues bien, estos estatutos fueron considerados tan democráticos que constituyeron una de las más importantes fuentes de inspiración para la elaboración, en su día, de la Constitución de los Estados Unidos y acompañaron, según la tradición, nada menos que a la Biblia, mientras los ponentes llevaban a cabo la redacción de la misma.
Al parecer, y según estrictas normas del protocolo, cuando el general de la Orden de los Dominicos o de los Agustinos visita la Casa Blanca, debe ser recibido con honores de Jefe de Estado, precisamente por el agradecimiento de este pueblo a la Regla de dichas Órdenes inspiradora de su Carta Magna, lo cual ya ocurrió, por cierto, durante la visita del Padre Aniceto de Pardesivil, general de la Orden de los Dominicos.
De acuerdo con determinadas interpretaciones, algo semejante debería ocurrir con el Abad de la Real Basílica Colegiata de San Isidoro, si, en un momento determinado, decidiera hacer esta visita protocolaria. ¿Y si animamos a D. Francisco?
¿Se imagina alguien la publicidad que cuanto antecede merecería si la Real Basílica de San Isidoro en vez de encontrarse ubicada en la ciudad de León, lo estuviese "más allá del Cea"?
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