sábado, mayo 31, 2008
Los leoneses se preguntan...
Un amigo que desea mantener el anonimato, nos remite la siguiente denuncia de un hecho que, personalmente, hemos constatado. La verdad es que el intento de ocultación de León y lo leonés y el empeño de Valladolid de, como decía aquella famosilla "ilustrada", "estar todo el día en el candelabro", llegan a extremos ridículos que, si no persiguieran la aniquilación de un pueblo y una identidad, resultarían jocosos.
¿Creeis que algún político de la Junta responderá a las preguntas que se hace nuestro amigo, acaso lo hará alguno de los políticos elegidos por León, Zamora o Salamanca, que no leoneses puesto que doblan la rodilla ante Castilla sin defender a quienes les eligieron?
Saliendo de Madrid por la A-6 te encuentras con varios indicativos de distancias kilométricas a otras tantas ciudades que están en dicha ruta y adyacentes; entre ellas León, trescientos y pico kilómetros. De momento todo normal pero, en adelante, no hay ningún indicativo para León hasta que se llega a Benavente.
La cuestión es ¿por qué Valladolid aparece en todos los cruces si no está en dicha carretera A-6? ¿Por qué aparecen Zamora y Salamanca, pero sólo en la zona de Tordesillas? Ni Valladolid, ni Zamora, ni Salamanca, ni León están en la propia A-6: ¿Por qué Valladolid aparece en toda la ruta y las demás no? ¿Otro tipo de discriminación? He intentado localizar a los responsables de este desaguisado pero no lo he conseguido.
¿Creeis que algún político de la Junta responderá a las preguntas que se hace nuestro amigo, acaso lo hará alguno de los políticos elegidos por León, Zamora o Salamanca, que no leoneses puesto que doblan la rodilla ante Castilla sin defender a quienes les eligieron?
Saliendo de Madrid por la A-6 te encuentras con varios indicativos de distancias kilométricas a otras tantas ciudades que están en dicha ruta y adyacentes; entre ellas León, trescientos y pico kilómetros. De momento todo normal pero, en adelante, no hay ningún indicativo para León hasta que se llega a Benavente.
La cuestión es ¿por qué Valladolid aparece en todos los cruces si no está en dicha carretera A-6? ¿Por qué aparecen Zamora y Salamanca, pero sólo en la zona de Tordesillas? Ni Valladolid, ni Zamora, ni Salamanca, ni León están en la propia A-6: ¿Por qué Valladolid aparece en toda la ruta y las demás no? ¿Otro tipo de discriminación? He intentado localizar a los responsables de este desaguisado pero no lo he conseguido.
lunes, mayo 26, 2008
Actos del Bicentenario: Proclama del 24 de Abril de 2008
En el siguiente enlace hallaréis el texto de la proclama del 24 de Abril de este año, efectuada desde el balcón del Consistorio de la Plaza Mayor por D. Máximo Cayón Diéguez.
http://comunidadleonesaes.blogspot.com/2008/05/proclama-del-24-de-abril-de-2008.html
http://comunidadleonesaes.blogspot.com/2008/05/proclama-del-24-de-abril-de-2008.html
jueves, mayo 22, 2008
Es necesario cambiar para que todo siga igual
Algo está pasando, sin duda, a este lado del Torío; y, si, a fecha de hoy, pudiéramos desplegar aún las alas del optimismo, quizá deberíamos, incluso, entonar a coro con Julieta Venegas un esperanzado “algo está cambiando”.
En efecto, al menos en apariencia, y tras las fervorosas reivindicaciones (“¿qué se ficieron?”) sobre el declive de León (y lo leonés) llevadas a cabo por las organizaciones sindicales, salpimentadas con otras, no menos comprometedoras (¿si?) del regidor mayor de esta vieja corte de reyes, ahora le ha tocado el turno (¿cómo podían faltar a la cita?) nada menos que a los de la FELE tutelados por sus correligionarios de CECALE (¡lagarto, lagarto!) ¡Prodigioso, inverosímil, absolutamente estrambótico!
Es fantástico que, después de haber renunciado, durante más de veinte años a cualquier tipo de protesta o exigencia, por pequeña que esta fuera, ante la Junta de los junteros de la cosa que nos arrejunta, los sesudos señorones del empresariado más vendido a los intereses bastardos de la tropa vallisoletana, vengan ahora a proclamar que “León ha sido excluida de inversiones públicas durante décadas”. ¿Acaso se les ha caído la venda antes de ayer? Pero han osado, incluso ir más lejos; en boca de su presidente, don Ignacio Tejera, reinante a la sazón; en efecto, este señor, en su mismidad y atacado, al parecer, de un brote primaveral de febril leonesidad, ha criticado que “León (…) ha sido postergada de los grandes proyectos (…) de los que sí se han beneficiado otras regiones”.
No se me pierdan en la cita y átenme esa mosca por el rabo; ¡así, como lo oyen y lo leen! Implícitamente, si no hemos perdido la capacidad de raciocinio ante lo que leemos, uno de los más significados jefazos de Agelco habla de León como región… ¿En qué estaría pensando el hombre, después de tanto desvarío regional por esas tierras resecas del Sur y del Este? ¿Habría, quizá, bajado con cierto mareo de alguno de sus divertimentos con Lagun Air? ¿O será sencillamente que de tanto dar vueltas alrededor de los grandes capos del invento este ha sufrido un pasajero desmayo?
Sin embargo, presa del síndrome del miedo que siempre les ha atenazado a estos neoconversos (no importa a qué…) y, probablemente para hacerse, de entrada, perdonar por este rajada inoportuna, “el representante de la patronal no quiso citar las provincias que han recibido «cantidades ingentes» de dinero procedente de las arcas institucionales, «aunque están en la mente de todos”. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Claro está que, en este juego insulso de “una de cal y otra de arena”, aunque “vio lícita la confrontación territorial para que cada demarcación provincial busque el máximo desarrollo económico”, de inmediato soltó ya la gran ... patada (obsérvese que, a pesar de ser más acertada, por respeto a quien lo lee, no hemos querido utilizar otra palabra que rima con lo mismo). Sin respirar siquiera, ya nos colocó, el hombre, aquello de que ese desarrollo debe ser “de manera conjunta y global”. ¿Acaso lo hacen? ¿Lo está siendo? ¿Entonces de qué se queja? ¿O tenemos que recordarle, una vez más, los números? ¿Pero no acaba de afirmar lo contrario? ¡Ay, señor mío que se me pierde...!
Su supuesto sostenedor, el capo de CECALE (¡vade retro…!), rápidamente se encargó de tirarle a usted de la oreja derecha negando, sin ambages, que exista “esa discriminación de la provincia de León en beneficio de Valladolid y aseguró (además) que la patronal que engloba al empresariado de la comunidad refrenda por igual las reivindicaciones de todas las provincias”. Otro que tuvo que salir de frente porque, de lado, pegaba con la nariz en el marco lateral de la puerta…
Nuestro ínclito representante de FELE debió captar, de inmediato, el mensaje y pasó, entonces, a explicar que “recientemente han llegado a León «proyectos públicos de gran envergadura, inversiones en infraestructuras, industriales, de formación, culturales y de telecomunicaciones, que contribuyen notablemente al dinamismo empresarial y, en definitiva, a mejorar la vida de los ciudadanos». ¡Y nosotros con estos pelos! ¡Y además sin enterarnos y sin parar de protestar…! ¡Qué insolidarios y cazurros…! Pero... si esto último es cierto ¿a qué vienen sus anteriores lamentos?
¡Pero hombre de Dios! ¿Quién le ha pedido meterse en el arroyo si no entraba en sus proyectos el hecho de salpicarse? ¿Acaso pretende usía coger peces subvencionados sin mojarse, siquiera un poco, la parte alta de la piernecita? Probablemente para eso hay que llamarse Villanueva y nacer en otra parte…, mire usted. Déjese ya de jugar a “conciliador” y, si observa las deficiencias que dice (¡hace falta estar ciego, sordo y completamente idiotizado para no haberse dado cuenta de ello en lustros…!) denúncielo con valentía, aunque tengan ustedes que perder esas subvenciones que les atan la lengua, les tapan los ojos, les nublan las entendederas y les hacen arrastrar su dignidad ante la opinión pública leonesa.
Que le digo a usted, por si no lo sabe, que la sociedad es algo bastante diferente de los corrillos y de los lobbys en los que hacen sus vidas y multiplican sus negocios. Claro que esto, sinceramente, les importa un pimiento morrón, o de Fresno, para ser aún más “rancio” e "insolidario". Seguro que, a pesar de todo y aunque le preocupe una higa, conoce aquello de que “vale más morir de pie que vivir de rodillas”.
No quiero ni entrar a comentar las reivindicaciones irrenunciables, “necesarias y urgentes” que apunta “para incrementar la competitividad y productividad”; algunas están bastante traídas por los pelos y otras, desconozco la razón (¿o sí?), se le han quedado en el tintero. ¿Será que no interesan al jefe? Sin embargo, le voy a recordar cuál es la más apremiante: que, de una vez, nos dejen en paz y podamos gestionar, nosotros mismos, nuestros propios recursos y determinar la prioridad de las acciones a llevar a cabo. ¿O alguien cree, todavía, que viviendo de las migajas que, con desprecio, algunos nos arrojan vamos a salir alguna vez de este miserable estado de postración?
Y un consejín, como siempre “de gratis”: cuídeseme esa salud, no se lleve estos sofocones y, sobre todo, no repita estos peligrosos juegos de ahora sí y luego no, para terminar diciendo lo contrario de ambas cosas; pueden conducir a la esquizofrenia…
Me temo, después de lo visto, que, como en el caso de aquel ser provinciano, descrito por Giuseppe Lampedusa, en “El Gatopardo”, la filosofía de muchos de ustedes se resuma en aquel conocido “es necesario cambiar para que todo siga igual” ¡Dan pena!
En efecto, al menos en apariencia, y tras las fervorosas reivindicaciones (“¿qué se ficieron?”) sobre el declive de León (y lo leonés) llevadas a cabo por las organizaciones sindicales, salpimentadas con otras, no menos comprometedoras (¿si?) del regidor mayor de esta vieja corte de reyes, ahora le ha tocado el turno (¿cómo podían faltar a la cita?) nada menos que a los de la FELE tutelados por sus correligionarios de CECALE (¡lagarto, lagarto!) ¡Prodigioso, inverosímil, absolutamente estrambótico!
Es fantástico que, después de haber renunciado, durante más de veinte años a cualquier tipo de protesta o exigencia, por pequeña que esta fuera, ante la Junta de los junteros de la cosa que nos arrejunta, los sesudos señorones del empresariado más vendido a los intereses bastardos de la tropa vallisoletana, vengan ahora a proclamar que “León ha sido excluida de inversiones públicas durante décadas”. ¿Acaso se les ha caído la venda antes de ayer? Pero han osado, incluso ir más lejos; en boca de su presidente, don Ignacio Tejera, reinante a la sazón; en efecto, este señor, en su mismidad y atacado, al parecer, de un brote primaveral de febril leonesidad, ha criticado que “León (…) ha sido postergada de los grandes proyectos (…) de los que sí se han beneficiado otras regiones”.
No se me pierdan en la cita y átenme esa mosca por el rabo; ¡así, como lo oyen y lo leen! Implícitamente, si no hemos perdido la capacidad de raciocinio ante lo que leemos, uno de los más significados jefazos de Agelco habla de León como región… ¿En qué estaría pensando el hombre, después de tanto desvarío regional por esas tierras resecas del Sur y del Este? ¿Habría, quizá, bajado con cierto mareo de alguno de sus divertimentos con Lagun Air? ¿O será sencillamente que de tanto dar vueltas alrededor de los grandes capos del invento este ha sufrido un pasajero desmayo?
Sin embargo, presa del síndrome del miedo que siempre les ha atenazado a estos neoconversos (no importa a qué…) y, probablemente para hacerse, de entrada, perdonar por este rajada inoportuna, “el representante de la patronal no quiso citar las provincias que han recibido «cantidades ingentes» de dinero procedente de las arcas institucionales, «aunque están en la mente de todos”. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Claro está que, en este juego insulso de “una de cal y otra de arena”, aunque “vio lícita la confrontación territorial para que cada demarcación provincial busque el máximo desarrollo económico”, de inmediato soltó ya la gran ... patada (obsérvese que, a pesar de ser más acertada, por respeto a quien lo lee, no hemos querido utilizar otra palabra que rima con lo mismo). Sin respirar siquiera, ya nos colocó, el hombre, aquello de que ese desarrollo debe ser “de manera conjunta y global”. ¿Acaso lo hacen? ¿Lo está siendo? ¿Entonces de qué se queja? ¿O tenemos que recordarle, una vez más, los números? ¿Pero no acaba de afirmar lo contrario? ¡Ay, señor mío que se me pierde...!
Su supuesto sostenedor, el capo de CECALE (¡vade retro…!), rápidamente se encargó de tirarle a usted de la oreja derecha negando, sin ambages, que exista “esa discriminación de la provincia de León en beneficio de Valladolid y aseguró (además) que la patronal que engloba al empresariado de la comunidad refrenda por igual las reivindicaciones de todas las provincias”. Otro que tuvo que salir de frente porque, de lado, pegaba con la nariz en el marco lateral de la puerta…
Nuestro ínclito representante de FELE debió captar, de inmediato, el mensaje y pasó, entonces, a explicar que “recientemente han llegado a León «proyectos públicos de gran envergadura, inversiones en infraestructuras, industriales, de formación, culturales y de telecomunicaciones, que contribuyen notablemente al dinamismo empresarial y, en definitiva, a mejorar la vida de los ciudadanos». ¡Y nosotros con estos pelos! ¡Y además sin enterarnos y sin parar de protestar…! ¡Qué insolidarios y cazurros…! Pero... si esto último es cierto ¿a qué vienen sus anteriores lamentos?
¡Pero hombre de Dios! ¿Quién le ha pedido meterse en el arroyo si no entraba en sus proyectos el hecho de salpicarse? ¿Acaso pretende usía coger peces subvencionados sin mojarse, siquiera un poco, la parte alta de la piernecita? Probablemente para eso hay que llamarse Villanueva y nacer en otra parte…, mire usted. Déjese ya de jugar a “conciliador” y, si observa las deficiencias que dice (¡hace falta estar ciego, sordo y completamente idiotizado para no haberse dado cuenta de ello en lustros…!) denúncielo con valentía, aunque tengan ustedes que perder esas subvenciones que les atan la lengua, les tapan los ojos, les nublan las entendederas y les hacen arrastrar su dignidad ante la opinión pública leonesa.
Que le digo a usted, por si no lo sabe, que la sociedad es algo bastante diferente de los corrillos y de los lobbys en los que hacen sus vidas y multiplican sus negocios. Claro que esto, sinceramente, les importa un pimiento morrón, o de Fresno, para ser aún más “rancio” e "insolidario". Seguro que, a pesar de todo y aunque le preocupe una higa, conoce aquello de que “vale más morir de pie que vivir de rodillas”.
No quiero ni entrar a comentar las reivindicaciones irrenunciables, “necesarias y urgentes” que apunta “para incrementar la competitividad y productividad”; algunas están bastante traídas por los pelos y otras, desconozco la razón (¿o sí?), se le han quedado en el tintero. ¿Será que no interesan al jefe? Sin embargo, le voy a recordar cuál es la más apremiante: que, de una vez, nos dejen en paz y podamos gestionar, nosotros mismos, nuestros propios recursos y determinar la prioridad de las acciones a llevar a cabo. ¿O alguien cree, todavía, que viviendo de las migajas que, con desprecio, algunos nos arrojan vamos a salir alguna vez de este miserable estado de postración?
Y un consejín, como siempre “de gratis”: cuídeseme esa salud, no se lleve estos sofocones y, sobre todo, no repita estos peligrosos juegos de ahora sí y luego no, para terminar diciendo lo contrario de ambas cosas; pueden conducir a la esquizofrenia…
Me temo, después de lo visto, que, como en el caso de aquel ser provinciano, descrito por Giuseppe Lampedusa, en “El Gatopardo”, la filosofía de muchos de ustedes se resuma en aquel conocido “es necesario cambiar para que todo siga igual” ¡Dan pena!
sábado, mayo 17, 2008
Proverbios, adagios, refranes y aforismos (9ª entrega)
A asno lerdo, arriero loco
Llevamos unos días que, por así decir, “estamos que lo tiramos”; o explicado de otro modo, no nos caben ya más insultos, críticas, burlas, injurias, ofensas, ultrajes y humillaciones en nuestra mochila de “provincianos” y “rancios” leoneses. Los señores más instruidos, conspicuos, notables y distinguidos de la cosa esa de la Junta esta, sí, esos que piensan “en clave de comunidad” (pero que, desde su avidez insolidaria y aldeana, no sólo arriman el ascua a su sardina sino que se quedan hasta con el pan, la lumbre, el agua para apagarla luego, por si las moscas, y la sombra que pueda producir, no sea que vayamos a pasar cerca de ella y nos alimente) han comenzado una auténtica cruzada y disparan contra todo lo que se menea en estas tierras del Oeste. ¡Anda que ya les vale!
Por estas y otras razones, y como tememos soltarnos la lengua y la melena, vamos a utilizar, en esta más que amable respuesta a tanta agresión, estúpida e injustificada, y para que vean que aún conservamos el buen humor, una breve pero jugosa colección de “refranes castellanos”; evitaremos, de este modo, quizá, que alguien pueda sentirse ofendido, puesto que no hacemos otra cosa que copiarlos, quizá sin demasiado criterio, uno detrás de otro y, por lo mismo, no invocaremos ni derechos de autor ni tememos responsabilidad sobre los mismos. Puesto que, si “de bien nacidos es ser agradecidos”, eso es lo que pretendemos, incluso a la hora de cruzar insultos… Ya saben “amor con amor se paga”.
El primero, el que encabeza la reflexión, por si los citados o su caterva de aduladores no lo conocen, algo que no dudamos pues, bien sabido es que, “no se hizo la miel para la boca del asno”, se refiere, pura y simplemente a “los tontos que no hacen lo que deben”, por lo que siempre es preferible dejarlos de lado y fingir que uno no se entera… Ya se sabe “ladran, luego cabalgamos”. Dicho de otro modo, es una especie de variante de aquel otro más conocido de “a palabras necias, oídos sordos”, que es, naturalmente, lo que a nosotros nos sugieren estos discursines patosos, palurdos e impertinentes; mas, no sé yo por qué prefiero el primero, el del pollino; ¿será que me cae simpático el animalillo ese…? ¿Será que en él los vemos reflejados? Puede que deba, sobre todo si es de raza zamorano-leonesa, incluso pedir sinceras disculpas al noble bruto por atreverme a compararle con un castellano-leonés de esos tan universalistas, tan fácilmente insultadores, tan ofensivos, con la lengua tan larga y tal y tal…
Si algún excelentísimo de esos se “fatiga” (no sé de qué, puesto que “no da palo al agua”), ¡fíjese usía cómo estaremos algunos! Más que fatigados, hartos; asqueados, ya que sus argumentos son, en sí mismos, repelentes y hasta vomitivos…
Pero vayamos con la colección anunciada, no se me vayan a contrariar: si bien es cierto que, con semejantes actitudes, confirmamos, una vez más que “el que se pica, ajos come” y que “cuando el río ruge, agua lleva”, no es menos verdad tampoco que “a buen entendedor pocas palabras bastan” y les aseguro que, para la mayoría de los leoneses, ya “se han pasado ustedes siete pueblos”. ¿Dónde han comprado la autorización para esparcir la porquería de sus ventiladores una, cien y hasta mil veces? ¿No tienen bastante territorio para llevar a cabo tan poco agradecida tarea (aunque solo sea por lo mal que huele) en su ancha, enorme y colosal Castilla? ¿No se dan cuenta de que, con esas actitudes, puede que la fiera se despierte algún día? (¡Dios lo quiera!).
Están tentando ustedes mucho al destino… No olviden, a este respecto, aquellos viejos y sabios consejos de que “quien siembra vientos recoge tempestades”, que “quien evita la ocasión, evita el peligro”, que “tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe” o que “no hay que vender la piel del oso antes de haberlo matado; puesto que, como “Dios aprieta pero no ahoga”, que, por muy aparatoso, “un tropezón no es caída” y además “no hay mal que cien años dure”, algún día (esperemos que ya no muy lejano) los pocos “colaboracionistas” que les quedan por el Oeste de sus pecados, se darán cuanta, de una vez por todas, de que “más vale solo que mal acompañado”, que “nunca es tarde si la dicha es buena” y que “mientras hay vida hay esperanza”, por lo que acabarán olvidando y dándoles en las mismísimas narices con su “atado y bien atado".
Terminará, entonces, por tener razón aquello de que “muerto el perro se acabó la rabia”; lo que equivale a decir que si nos libramos de ustedes, se habrán acabado la mayor parte de nuestras desdichas. No hay peor cosa que constatar, como venimos haciendo ya durante 25 interminables años, con enorme tristeza, que “de fuera vendrá quien de tu casa te echará”, y eso no deberíamos haberlo aguantado nunca nadie, puesto que actitudes semejantes son tanto como “vivir de rodillas”, lo cual es más propio de un pueblo de esclavos que de los descendientes de quienes fueron capaces de poner, antes que nadie, a sus reyes por debajo de la ley y, por otro lado, “más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena”. Así que, “plieguen velas”, “váyanse con la música a otra parte” y “déjennos en paz”. Pero, seguramente, por estas actitudes suyas, repetidas, algún día habremos de gritar de alegría (recordando estos malos tiempos), que “no hay mal que por bien no venga”, pues, en determinadas circunstancias es preferible invocar lo de “a grandes males, grandes remedios”.
A pesar de todas las opiniones en contrario, ustedes siguen obscenamente cacareando desde lo alto de su muladar, que “ande yo caliente y ríase la gente”, que “teniendo una vecina boba, para qué quieren comprar escoba”, puesto que “lo mío es mío y lo de los demás a medias” y “a bebedor fino, primero agua y luego vino”; dicho “en cristiano” que se creen, “a pies juntillas”, y, por lo mismo, practican la política de “el que la sigue la consigue” o la no menos interesada de “Juan Palomo: yo me lo guiso y yo me lo como”, y, así, como “don erre que erre”, siguen vapuleando, inmisericordes, a quien protesta por verse esquilmado en sus recursos y en su identidad, y encima osa contradecir su recto ver y entender, su obsesiva exigencia de pensamiento único de “región más grande del mundo mundial” y ¡ar!.
¡Que no, oiga, que no! Que algún día “la avaricia rompe el saco” y les ocurrirá como al gallo de Morón o a ese otro que, según comentan, “fue por lana y salió trasquilado”; no deben dudar que, más pronto que tarde “a todo cerdo le llega su San Martín” (con mis respetos también al pobre gorrino, puerco o gocho, como decimos por aquí).
Naturalmente que aún seguimos contando algún pobre ciego “que no quiere ver”, pero la mayor parte de los leoneses se han convencido ya de que “vale más andar de a pie que con el recado al hombro”, que, a fin de cuentas, “ventajear al ventajero no es pecado para el infierno” (también conocido como “el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón”) y que “a la mala costumbre, quebrarle la pierna” (es decir: las malas costumbres se han de abandonar pronto). Solo queda tomar la decisión y, como un solo hombre, olvidando los intereses partidistas que tanto daño han hecho a esta tierra, levantarse de las cenizas de esta modorra, de este abandono, de esta desidia y del desánimo y la conformidad que nos invade; como el poeta, diremos: “queda todavía camino por andar” y, precisamente, no vamos en la buena dirección, pues el precipicio ya casi se huele y estos agoreros , estos adivinadores, con su bola de todo a cien, buscan, incluso, que nos precipitemos confiados y contentos hacia la sima.
Sin embargo yo les quiero prevenir hoy: “no estiréis mucho las piernas si dormís en catre corto” que “quien mucho corre pronto para”, “quien mucho abarca poco aprieta” o, como decía el tío Manuel de mi pueblo: Moreno “para el carro que hay mucho barro”. Y “a otro perro con ese hueso” que aquí ya comenzamos a estar un poco “de vuelta de todo”. No sólo han cometido ustedes el eterno error de “ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio” sino que se han retratado, pues “piensa el ladrón que todos son de su condición” y además han terminado por hacer el más absoluto de los ridículos, emulando, eso sí, al “maestro ciruela que no sabía leer y puso escuela”.
Que sí, que se os ha visto el plumero ya demasiadas veces (agua, carreteras, aeropuerto, atención sanitaria, plagas de topillos, creación de puestos de trabajo, deslocalización de empresas, 112, televisión, NUTs, hemodonación, fondos MINER, etc., etc.) y hasta los leoneses más pusilánimes han terminado por descubrir que tanto amor a León, tanta tabla rasa de identidad castellano-leonesa no ocultaba más que el conocido “por qué te quiero Andrés, por el interés” y que sois como aquel “cara de beato y uñas de gato” o “ladino como burro dañino”. Conocemos que “cuando el amor es fingido en el aire es conocido” y vosotros que nunca perdéis las mañas, puesto que “la cabra siempre tira al monte”, os venís mostrando tan interesados que, si algún día esto ocurriera (habrá que ponerle antes remedio) “se acabaron lo higos, se acabaron los amigos”. Por eso seguiremos aquí, vigilantes y previniendo a los leoneses ante el sabio proverbio: “cuídate de perro rabioso y de hombre sospechoso”.
Estas son razones sobradas para seguir insistiendo en que de esta forzada unión, de este matrimonio a empellones no podía salir nada bueno; ya se sabe “de tales bodas, tales costras”, “de aquellos polvos estos lodos” y que, por lo mismo, ya es hora de pedir el divorcio, y ni siquiera el amistoso sino un urgente, necesario e inaplazable “divorcio Express”. ¡SAYONARA BABY
Llevamos unos días que, por así decir, “estamos que lo tiramos”; o explicado de otro modo, no nos caben ya más insultos, críticas, burlas, injurias, ofensas, ultrajes y humillaciones en nuestra mochila de “provincianos” y “rancios” leoneses. Los señores más instruidos, conspicuos, notables y distinguidos de la cosa esa de la Junta esta, sí, esos que piensan “en clave de comunidad” (pero que, desde su avidez insolidaria y aldeana, no sólo arriman el ascua a su sardina sino que se quedan hasta con el pan, la lumbre, el agua para apagarla luego, por si las moscas, y la sombra que pueda producir, no sea que vayamos a pasar cerca de ella y nos alimente) han comenzado una auténtica cruzada y disparan contra todo lo que se menea en estas tierras del Oeste. ¡Anda que ya les vale!
Por estas y otras razones, y como tememos soltarnos la lengua y la melena, vamos a utilizar, en esta más que amable respuesta a tanta agresión, estúpida e injustificada, y para que vean que aún conservamos el buen humor, una breve pero jugosa colección de “refranes castellanos”; evitaremos, de este modo, quizá, que alguien pueda sentirse ofendido, puesto que no hacemos otra cosa que copiarlos, quizá sin demasiado criterio, uno detrás de otro y, por lo mismo, no invocaremos ni derechos de autor ni tememos responsabilidad sobre los mismos. Puesto que, si “de bien nacidos es ser agradecidos”, eso es lo que pretendemos, incluso a la hora de cruzar insultos… Ya saben “amor con amor se paga”.
El primero, el que encabeza la reflexión, por si los citados o su caterva de aduladores no lo conocen, algo que no dudamos pues, bien sabido es que, “no se hizo la miel para la boca del asno”, se refiere, pura y simplemente a “los tontos que no hacen lo que deben”, por lo que siempre es preferible dejarlos de lado y fingir que uno no se entera… Ya se sabe “ladran, luego cabalgamos”. Dicho de otro modo, es una especie de variante de aquel otro más conocido de “a palabras necias, oídos sordos”, que es, naturalmente, lo que a nosotros nos sugieren estos discursines patosos, palurdos e impertinentes; mas, no sé yo por qué prefiero el primero, el del pollino; ¿será que me cae simpático el animalillo ese…? ¿Será que en él los vemos reflejados? Puede que deba, sobre todo si es de raza zamorano-leonesa, incluso pedir sinceras disculpas al noble bruto por atreverme a compararle con un castellano-leonés de esos tan universalistas, tan fácilmente insultadores, tan ofensivos, con la lengua tan larga y tal y tal…
Si algún excelentísimo de esos se “fatiga” (no sé de qué, puesto que “no da palo al agua”), ¡fíjese usía cómo estaremos algunos! Más que fatigados, hartos; asqueados, ya que sus argumentos son, en sí mismos, repelentes y hasta vomitivos…
Pero vayamos con la colección anunciada, no se me vayan a contrariar: si bien es cierto que, con semejantes actitudes, confirmamos, una vez más que “el que se pica, ajos come” y que “cuando el río ruge, agua lleva”, no es menos verdad tampoco que “a buen entendedor pocas palabras bastan” y les aseguro que, para la mayoría de los leoneses, ya “se han pasado ustedes siete pueblos”. ¿Dónde han comprado la autorización para esparcir la porquería de sus ventiladores una, cien y hasta mil veces? ¿No tienen bastante territorio para llevar a cabo tan poco agradecida tarea (aunque solo sea por lo mal que huele) en su ancha, enorme y colosal Castilla? ¿No se dan cuenta de que, con esas actitudes, puede que la fiera se despierte algún día? (¡Dios lo quiera!).
Están tentando ustedes mucho al destino… No olviden, a este respecto, aquellos viejos y sabios consejos de que “quien siembra vientos recoge tempestades”, que “quien evita la ocasión, evita el peligro”, que “tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe” o que “no hay que vender la piel del oso antes de haberlo matado; puesto que, como “Dios aprieta pero no ahoga”, que, por muy aparatoso, “un tropezón no es caída” y además “no hay mal que cien años dure”, algún día (esperemos que ya no muy lejano) los pocos “colaboracionistas” que les quedan por el Oeste de sus pecados, se darán cuanta, de una vez por todas, de que “más vale solo que mal acompañado”, que “nunca es tarde si la dicha es buena” y que “mientras hay vida hay esperanza”, por lo que acabarán olvidando y dándoles en las mismísimas narices con su “atado y bien atado".
Terminará, entonces, por tener razón aquello de que “muerto el perro se acabó la rabia”; lo que equivale a decir que si nos libramos de ustedes, se habrán acabado la mayor parte de nuestras desdichas. No hay peor cosa que constatar, como venimos haciendo ya durante 25 interminables años, con enorme tristeza, que “de fuera vendrá quien de tu casa te echará”, y eso no deberíamos haberlo aguantado nunca nadie, puesto que actitudes semejantes son tanto como “vivir de rodillas”, lo cual es más propio de un pueblo de esclavos que de los descendientes de quienes fueron capaces de poner, antes que nadie, a sus reyes por debajo de la ley y, por otro lado, “más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena”. Así que, “plieguen velas”, “váyanse con la música a otra parte” y “déjennos en paz”. Pero, seguramente, por estas actitudes suyas, repetidas, algún día habremos de gritar de alegría (recordando estos malos tiempos), que “no hay mal que por bien no venga”, pues, en determinadas circunstancias es preferible invocar lo de “a grandes males, grandes remedios”.
A pesar de todas las opiniones en contrario, ustedes siguen obscenamente cacareando desde lo alto de su muladar, que “ande yo caliente y ríase la gente”, que “teniendo una vecina boba, para qué quieren comprar escoba”, puesto que “lo mío es mío y lo de los demás a medias” y “a bebedor fino, primero agua y luego vino”; dicho “en cristiano” que se creen, “a pies juntillas”, y, por lo mismo, practican la política de “el que la sigue la consigue” o la no menos interesada de “Juan Palomo: yo me lo guiso y yo me lo como”, y, así, como “don erre que erre”, siguen vapuleando, inmisericordes, a quien protesta por verse esquilmado en sus recursos y en su identidad, y encima osa contradecir su recto ver y entender, su obsesiva exigencia de pensamiento único de “región más grande del mundo mundial” y ¡ar!.
¡Que no, oiga, que no! Que algún día “la avaricia rompe el saco” y les ocurrirá como al gallo de Morón o a ese otro que, según comentan, “fue por lana y salió trasquilado”; no deben dudar que, más pronto que tarde “a todo cerdo le llega su San Martín” (con mis respetos también al pobre gorrino, puerco o gocho, como decimos por aquí).
Naturalmente que aún seguimos contando algún pobre ciego “que no quiere ver”, pero la mayor parte de los leoneses se han convencido ya de que “vale más andar de a pie que con el recado al hombro”, que, a fin de cuentas, “ventajear al ventajero no es pecado para el infierno” (también conocido como “el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón”) y que “a la mala costumbre, quebrarle la pierna” (es decir: las malas costumbres se han de abandonar pronto). Solo queda tomar la decisión y, como un solo hombre, olvidando los intereses partidistas que tanto daño han hecho a esta tierra, levantarse de las cenizas de esta modorra, de este abandono, de esta desidia y del desánimo y la conformidad que nos invade; como el poeta, diremos: “queda todavía camino por andar” y, precisamente, no vamos en la buena dirección, pues el precipicio ya casi se huele y estos agoreros , estos adivinadores, con su bola de todo a cien, buscan, incluso, que nos precipitemos confiados y contentos hacia la sima.
Sin embargo yo les quiero prevenir hoy: “no estiréis mucho las piernas si dormís en catre corto” que “quien mucho corre pronto para”, “quien mucho abarca poco aprieta” o, como decía el tío Manuel de mi pueblo: Moreno “para el carro que hay mucho barro”. Y “a otro perro con ese hueso” que aquí ya comenzamos a estar un poco “de vuelta de todo”. No sólo han cometido ustedes el eterno error de “ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio” sino que se han retratado, pues “piensa el ladrón que todos son de su condición” y además han terminado por hacer el más absoluto de los ridículos, emulando, eso sí, al “maestro ciruela que no sabía leer y puso escuela”.
Que sí, que se os ha visto el plumero ya demasiadas veces (agua, carreteras, aeropuerto, atención sanitaria, plagas de topillos, creación de puestos de trabajo, deslocalización de empresas, 112, televisión, NUTs, hemodonación, fondos MINER, etc., etc.) y hasta los leoneses más pusilánimes han terminado por descubrir que tanto amor a León, tanta tabla rasa de identidad castellano-leonesa no ocultaba más que el conocido “por qué te quiero Andrés, por el interés” y que sois como aquel “cara de beato y uñas de gato” o “ladino como burro dañino”. Conocemos que “cuando el amor es fingido en el aire es conocido” y vosotros que nunca perdéis las mañas, puesto que “la cabra siempre tira al monte”, os venís mostrando tan interesados que, si algún día esto ocurriera (habrá que ponerle antes remedio) “se acabaron lo higos, se acabaron los amigos”. Por eso seguiremos aquí, vigilantes y previniendo a los leoneses ante el sabio proverbio: “cuídate de perro rabioso y de hombre sospechoso”.
Estas son razones sobradas para seguir insistiendo en que de esta forzada unión, de este matrimonio a empellones no podía salir nada bueno; ya se sabe “de tales bodas, tales costras”, “de aquellos polvos estos lodos” y que, por lo mismo, ya es hora de pedir el divorcio, y ni siquiera el amistoso sino un urgente, necesario e inaplazable “divorcio Express”. ¡SAYONARA BABY
miércoles, mayo 07, 2008
Actos del Bicentenario. Paseo histórico musical: EL 7 DE JUNIO DE 1810 Y EL CORRAL DE SAN GUISÁN
EL CORRAL DE SAN GUISÁN, TUMBA DE LOS SOLDADOS LEONESES DESCONOCIDOS
Ciudadanos de León y amigos presentes
Henos aquí reunidos para corregir la "damnatio memoriae" a la que estuvieron sometidos durante demasiado tiempo nuestros compatriotas, que entregaron su vida luchando heroicamente contra el invasor francés en la luctuosa jornada del 7 de junio de 1810, en el emplazamiento de este pequeño Corral que hoy nos alberga y a los que como único homenaje, se les ofreció una humilde lápida conmemorativa en el muro de la antigua casona de los Ruy Gómez, hoy ya derribada. Sirvan estas breves palabras para enaltecer su acción y para demandar de las autoridades competentes un monumento de más relieve y más acorde con la gesta que realizaron.
En el año 1810 la ciudad de León contaba aproximadamente con unos 8.000 habitantes y se encontraba sujeta al dominio del ejército francés de ocupación, del que había de soportar, además de sus desmanes, unos exhaustivos impuestos. El 6 de abril del año en curso, el general Andoquée Junot, Duque de Abrantes, que comandaba el octavo cuerpo del ejército francés, con sede en Valladolid, impuso a la provincia de León la contribución de dos millones y medio de reales y el día 10 del mismo mes ordenó variar la disposición administrativa de la provincia: Astorga se convertía en capital al encontrarse allí la Capitanía General y la Prefectura, pasando la ciudad de León a simple Subprefectura.
Con el fin de instalar a las tropas imperiales se había procedido a la confiscación de diversos edificios para su utilización como cuarteles. Los ejemplos más sangrantes de esta ocupación por parte de la soldadesca fueron el Hospital de San Antonio Abad, el Convento de los Descalzos y, sobre todo, la Colegiata de San Isidoro.
Según nos indica Honorato García Luengo, Cronista Oficial de la ciudad, en su monografía histórica sobre "León y su provincia en la Guerra de la Independencia Española", en el Libro de Actas del Ayuntamiento de León, del mes de mayo del fatídico año, se exponen las quejas de los leoneses por la situación de miseria en que se debatía la población, por tanta exacción fiscal, máxime si consideramos que muchos habitantes habían huido de la ciudad y que los que habían permanecido en ella además de los impuestos tenían que contribuir al mantenimiento de las tropas napoleónicas alojando hasta diez soldados por familia.
Es otro Cronista Oficial de la ciudad, Máximo Cayón Waldaliso, quien en su obra "Tradiciones Leonesas", nos describe pormenorizadamente la composición de la guarnición francesa: "estaba formada por un millar de hombres del batallón 24 del Regimiento del Imperio y del Regimiento de Infantería número 76, con el refuerzo de un escuadrón de Caballería del 8º de Dragones, tropas veteranas bajo el mando del Comandante General Bonnet, del General Gobernador Militar del Provincia, Labordière, del jefe de tropas General Vinín, del General Clausel y de otros mandos de inferior jerarquía."
La situación de opresión y abusos en que se debatía la ciudad propició que un grupo de patriotas intentara liberarla con un audaz golpe de mano. Para alcanzar tal empeño contaban con tropas procedentes de los desperdigados Regimientos de Castilla, de Monterrey y de los Voluntarios de León, en total, poco más de 200 hombres.
El 7 de junio de 1810, en torno a las cuatro de la madrugada, una compañía de las partidas de guerilleros de Juan Díaz Porlier, mandada por un tal Fuentes, trató de penetrar en la ciudad sigilosamente, para una vez en su interior, permitir el acceso al grueso del destacamento, a través de la llamada Puerta del Malvar (Arco de Ánimas).
Mariano Domínguez Berrueta, Cronista Oficial de la Provincia de Leòn, en su "Guía del Caminante", nos describe la situación : "Entraron en la ciudad, se reunieron a ellos los paisanos más animosos y un aire patriótico oreó las oscuras calles despertando la ciudad a la aurora de una esperanza. Pero, les engañaba el corazón."
El pueblo de León se sobresaltó al oir las descargas de fusilería, porque los franceses, que estaban sobre aviso, se aprestaron a repeler la agresión. Las tropas que guarnecían la ciudad, pertenecientes a la división del General Clausel, ascendían a más de mil soldados, frente a los citados doscientos a los que se sumaron ciudadanos de toda clase y condición, que provistos de las más variadas armas y utensilios intentaron expulsar primero y detener después a los Dragones franceses. Hubo combates en el Hospital de San Antonio y en San Martín, cruentos enfrentamientos en la Plaza Mayor, escaramuzas en Palat del Rey, calles de Platerías y Serranos, hasta llegar por distintos caminos al Corral de San Guisán, a fin de hacer de su recinto el último baluarte de su numantina resistencia, como postrer sacrificio de su aventura patriótica, en la que no se mencionó, en ningún momento, la palabra rendición.
Este Corral de San Guisán tiene en la historia de León una venerable antigüedad. En diversos documentos de los siglos XI y XII se menciona la Capilla de San Crisanto, nombre que evolucionó a San Guisán, y el corral homónimo. Los canónigos de San Isidoro ejercían propiedad y mando en el viejo Corral de San Guisán, en la citada capilla y en gran parte del barrio de Santa Marina. De hecho hay que señalar que al ocupar los franceses la Colegiata y la Basílica, la exposición permanente del Santísimo Sacramento fue trasladada a la Iglesia de Santa Marina, como más próxima y afín a San Isidoro.
Retornemos al 7 de junio. Cercados ya los insurgentes en el Corral por las tropas francesas, la Infantería recibió orden de acordonar todo el barrio de Santa Marina, para que nadie pudiera escapar. Una vez finalizada la maniobra, la Caballería se lanzó al asalto para pasar a cuchillo a los defensores del Corral. Combate terrible el que se libró con sables, con navajas, con fusiles disparados a quemarropa, en encarnizada lucha cuerpo a cuerpo. Las sucesivas cargas de los dragones, vencedores en los campos de batalla de toda Europa, fueron debilitando la resistencia de los sublevados. Dos horas de agonía duró el cruento sacrificio de los patriotas. La escena que se ofreció a los ojos de los invasores, con los cadáveres de los contendientes y los caballos agonizantes, sumergidos en un mar de sangre, parecía extraída de un infierno dantesco.
Relata Cayón Waldaliso que "los vecinos de Santa Marina, aterrorizados, no se atrevieron a enterrar a los muertos españoles, horriblemente destrozados a sablazos o pisoteados por los caballos. Fueron setenta valientes los que sucumbieron en aquella brava pelea sin escapatoria posible. Setenta contra setecientos
Acabada tamaña carnicería, las tropas napoleónicas llenaron un pozo del lugar con los cadáveres de uno y otro bando. Y como todavía era poco, tuvieron que abrir una zanja, a todo lo largo de la plazoleta, convirtiendo así el típico rincón en un gran cementerio. Allí quedaron todos hundidos entre el barro y la sangre. Y cuando llegó la noche de aquel día, 7 de junio de 1810, solamente una paz: la paz de los muertos. Porque la guerra entre los vivos seguía.
Desde entonces el Corral de San Guisán es un cementerio de patriotas; la verdadera tumba de los soldados leoneses desconocidos."
A mediados del pasado siglo, por causa de diversas obras de alcantarillado, se procedió a la remoción del subsuelo del Corral y los operarios se encontraron con un macabro hallazgo: todo el terreno era un gran osario en donde aparecerían sin orden ni concierto numerosas osamentas humanas. El párroco de Santa Marina, D. Pedro Ordás, rezó un responso y se cubrieron respetuosamente los restos, del ya convertido en camposanto por toda la eternidad.
Aquí y ahora, emplazamos a los presentes para efectuar una invocación a los ausentes, a aquellos cuyos cuerpos estamos hollando con nuestros pies. Sus espíritus nos acompañan. ¿No oís el fragor de la batalla?, ¿no escuchais los gritos de los heridos?, ¿el entrechocar de los sables y las navajas?, ¿las detonaciones de las armas de fuego?...y después...el silencio... la oscuridad... la muerte...ninguno sobrevivió...
Como homenaje a ellos que dieron su vida por la independencia y por la libertad, voy a concluir declamando unas décimas del poeta decimonónico, Bernardo Luengo García, claro exponente del patriotismo romántico.
María Jesús G. Armesto
León, 23 de abril de 2008
Ciudadanos de León y amigos presentes
Henos aquí reunidos para corregir la "damnatio memoriae" a la que estuvieron sometidos durante demasiado tiempo nuestros compatriotas, que entregaron su vida luchando heroicamente contra el invasor francés en la luctuosa jornada del 7 de junio de 1810, en el emplazamiento de este pequeño Corral que hoy nos alberga y a los que como único homenaje, se les ofreció una humilde lápida conmemorativa en el muro de la antigua casona de los Ruy Gómez, hoy ya derribada. Sirvan estas breves palabras para enaltecer su acción y para demandar de las autoridades competentes un monumento de más relieve y más acorde con la gesta que realizaron.
En el año 1810 la ciudad de León contaba aproximadamente con unos 8.000 habitantes y se encontraba sujeta al dominio del ejército francés de ocupación, del que había de soportar, además de sus desmanes, unos exhaustivos impuestos. El 6 de abril del año en curso, el general Andoquée Junot, Duque de Abrantes, que comandaba el octavo cuerpo del ejército francés, con sede en Valladolid, impuso a la provincia de León la contribución de dos millones y medio de reales y el día 10 del mismo mes ordenó variar la disposición administrativa de la provincia: Astorga se convertía en capital al encontrarse allí la Capitanía General y la Prefectura, pasando la ciudad de León a simple Subprefectura.
Con el fin de instalar a las tropas imperiales se había procedido a la confiscación de diversos edificios para su utilización como cuarteles. Los ejemplos más sangrantes de esta ocupación por parte de la soldadesca fueron el Hospital de San Antonio Abad, el Convento de los Descalzos y, sobre todo, la Colegiata de San Isidoro.
Según nos indica Honorato García Luengo, Cronista Oficial de la ciudad, en su monografía histórica sobre "León y su provincia en la Guerra de la Independencia Española", en el Libro de Actas del Ayuntamiento de León, del mes de mayo del fatídico año, se exponen las quejas de los leoneses por la situación de miseria en que se debatía la población, por tanta exacción fiscal, máxime si consideramos que muchos habitantes habían huido de la ciudad y que los que habían permanecido en ella además de los impuestos tenían que contribuir al mantenimiento de las tropas napoleónicas alojando hasta diez soldados por familia.
Es otro Cronista Oficial de la ciudad, Máximo Cayón Waldaliso, quien en su obra "Tradiciones Leonesas", nos describe pormenorizadamente la composición de la guarnición francesa: "estaba formada por un millar de hombres del batallón 24 del Regimiento del Imperio y del Regimiento de Infantería número 76, con el refuerzo de un escuadrón de Caballería del 8º de Dragones, tropas veteranas bajo el mando del Comandante General Bonnet, del General Gobernador Militar del Provincia, Labordière, del jefe de tropas General Vinín, del General Clausel y de otros mandos de inferior jerarquía."
La situación de opresión y abusos en que se debatía la ciudad propició que un grupo de patriotas intentara liberarla con un audaz golpe de mano. Para alcanzar tal empeño contaban con tropas procedentes de los desperdigados Regimientos de Castilla, de Monterrey y de los Voluntarios de León, en total, poco más de 200 hombres.
El 7 de junio de 1810, en torno a las cuatro de la madrugada, una compañía de las partidas de guerilleros de Juan Díaz Porlier, mandada por un tal Fuentes, trató de penetrar en la ciudad sigilosamente, para una vez en su interior, permitir el acceso al grueso del destacamento, a través de la llamada Puerta del Malvar (Arco de Ánimas).
Mariano Domínguez Berrueta, Cronista Oficial de la Provincia de Leòn, en su "Guía del Caminante", nos describe la situación : "Entraron en la ciudad, se reunieron a ellos los paisanos más animosos y un aire patriótico oreó las oscuras calles despertando la ciudad a la aurora de una esperanza. Pero, les engañaba el corazón."
El pueblo de León se sobresaltó al oir las descargas de fusilería, porque los franceses, que estaban sobre aviso, se aprestaron a repeler la agresión. Las tropas que guarnecían la ciudad, pertenecientes a la división del General Clausel, ascendían a más de mil soldados, frente a los citados doscientos a los que se sumaron ciudadanos de toda clase y condición, que provistos de las más variadas armas y utensilios intentaron expulsar primero y detener después a los Dragones franceses. Hubo combates en el Hospital de San Antonio y en San Martín, cruentos enfrentamientos en la Plaza Mayor, escaramuzas en Palat del Rey, calles de Platerías y Serranos, hasta llegar por distintos caminos al Corral de San Guisán, a fin de hacer de su recinto el último baluarte de su numantina resistencia, como postrer sacrificio de su aventura patriótica, en la que no se mencionó, en ningún momento, la palabra rendición.
Este Corral de San Guisán tiene en la historia de León una venerable antigüedad. En diversos documentos de los siglos XI y XII se menciona la Capilla de San Crisanto, nombre que evolucionó a San Guisán, y el corral homónimo. Los canónigos de San Isidoro ejercían propiedad y mando en el viejo Corral de San Guisán, en la citada capilla y en gran parte del barrio de Santa Marina. De hecho hay que señalar que al ocupar los franceses la Colegiata y la Basílica, la exposición permanente del Santísimo Sacramento fue trasladada a la Iglesia de Santa Marina, como más próxima y afín a San Isidoro.
Retornemos al 7 de junio. Cercados ya los insurgentes en el Corral por las tropas francesas, la Infantería recibió orden de acordonar todo el barrio de Santa Marina, para que nadie pudiera escapar. Una vez finalizada la maniobra, la Caballería se lanzó al asalto para pasar a cuchillo a los defensores del Corral. Combate terrible el que se libró con sables, con navajas, con fusiles disparados a quemarropa, en encarnizada lucha cuerpo a cuerpo. Las sucesivas cargas de los dragones, vencedores en los campos de batalla de toda Europa, fueron debilitando la resistencia de los sublevados. Dos horas de agonía duró el cruento sacrificio de los patriotas. La escena que se ofreció a los ojos de los invasores, con los cadáveres de los contendientes y los caballos agonizantes, sumergidos en un mar de sangre, parecía extraída de un infierno dantesco.
Relata Cayón Waldaliso que "los vecinos de Santa Marina, aterrorizados, no se atrevieron a enterrar a los muertos españoles, horriblemente destrozados a sablazos o pisoteados por los caballos. Fueron setenta valientes los que sucumbieron en aquella brava pelea sin escapatoria posible. Setenta contra setecientos
Acabada tamaña carnicería, las tropas napoleónicas llenaron un pozo del lugar con los cadáveres de uno y otro bando. Y como todavía era poco, tuvieron que abrir una zanja, a todo lo largo de la plazoleta, convirtiendo así el típico rincón en un gran cementerio. Allí quedaron todos hundidos entre el barro y la sangre. Y cuando llegó la noche de aquel día, 7 de junio de 1810, solamente una paz: la paz de los muertos. Porque la guerra entre los vivos seguía.
Desde entonces el Corral de San Guisán es un cementerio de patriotas; la verdadera tumba de los soldados leoneses desconocidos."
A mediados del pasado siglo, por causa de diversas obras de alcantarillado, se procedió a la remoción del subsuelo del Corral y los operarios se encontraron con un macabro hallazgo: todo el terreno era un gran osario en donde aparecerían sin orden ni concierto numerosas osamentas humanas. El párroco de Santa Marina, D. Pedro Ordás, rezó un responso y se cubrieron respetuosamente los restos, del ya convertido en camposanto por toda la eternidad.
Aquí y ahora, emplazamos a los presentes para efectuar una invocación a los ausentes, a aquellos cuyos cuerpos estamos hollando con nuestros pies. Sus espíritus nos acompañan. ¿No oís el fragor de la batalla?, ¿no escuchais los gritos de los heridos?, ¿el entrechocar de los sables y las navajas?, ¿las detonaciones de las armas de fuego?...y después...el silencio... la oscuridad... la muerte...ninguno sobrevivió...
Como homenaje a ellos que dieron su vida por la independencia y por la libertad, voy a concluir declamando unas décimas del poeta decimonónico, Bernardo Luengo García, claro exponente del patriotismo romántico.
María Jesús G. Armesto
León, 23 de abril de 2008
martes, mayo 06, 2008
Proverbios, refranes, adagios y aforismos (8ª entrega)
¡A buenas horas, mangas verdes!
(Se impone, quizás y en primer término, un breve comentario de esta conocida expresión, más en el uso que en el origen)
Diremos, entonces, que se aplica a aquel que toma una determinación a destiempo, tarde y fuera de plazo (“tarde, mal y nunca”, se dice también por estas tierras); en algunas ocasiones, sabiendo que la misma ya no le compromete en nada (aquello de “a toro pasado…”)
Entre otras explicaciones, se dice que, su origen podría situarse en el cuerpo de policía rural creada por los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, denominado la Santa Hermandad. Se encargaba de perseguir todo tipo de delitos, pero principalmente los relacionados con la fe en relación directa con la Inquisición. Sus miembros vestían unas casacas con mangas verdes y, por lo que podemos colegir, no debían ser excesivamente puntuales.
Otros afirman que este dicho proviene de la Guardia Urbana creada en el siglo XIX cuyos miembros, por asimilación con el nombre de su fundador, fueron llamados "Romanones". Llevaban un uniforme compuesto por guerrera cruzada y pantalón en color azul marino con las bocamangas de la guerrera en verde; iban tocados de un gorro colonial igual al que aún usan los policías ingleses, y armados con un gran sable a la cintura. En los momentos de alteraciones del orden público debían tardar, seguramente, mucho más de lo aconsejable en acudir a los puntos conflictivos.
Nuestra expresión viene hoy a cuento de lo que se constata, como un goteo de tortura china, cada día con más fuerza, con más persistencia y con mucho mayor descaro.
Juzguen si no tenemos razón; solo con los periódicos de la semana pasada podríamos elaborar una colección de agravios que harían palidecer de horror a cualquier político de no importa dónde… salvo que fuera nacido, criado o alimentado por esta pobre tierra; ¡hombre, sin excluir a una inmensa mayoría de una provincia que se ha propuesto convertirse en el centro del mundo mundial!
¿Que los leoneses piden una Facultad de Medicina, ante la evidente falta de médicos y la posibilidad de creación de algunas nuevas para llevar a cabo esta urgente formación? (Obsérvese que la Universidad de León ya imparte un tercer ciclo –un doctorado- en Medicina Humana, en el seno de su prestigiosa Facultad de Veterinaria). Pues, de la forma más chulesca se dice que NO, incluso contra la opinión de los propios profesionales: “los médicos creen que la Junta premia a Valladolid al negar la Facultad a León”; y como no basta la negativa, se nos restriega la misma por donde más nos duele y hasta se monta una manifestación en contra. ¡Ya esta bien de tanta chorrada de estos inconformistas leoneses que no hacen más que quejarse! Pero, si hasta Burgos “quiere la misma financiación que la del Palacio de Congresos leonés”. ¡Faltaría más! ¡Para mí quisiera estar en el mismo puesto de renta per cápita que los burgaleses, pero esto me pasa por practicar el victimismo…! Pero, si hasta “el rector de Salamanca se opone a que León tenga su propia facultad…”! ¿Le habrá contado alguien, a este buen hombre, que la citada universidad debe su existencia a un rey leonés, Alfonso IX? ¡Total, otro cazurro, seguramente tan despreciable y tan digno de crítica como los que se lo siguen recordando, para su mortificación! ¡Se terminó la política de la zanahoria y el palo; ahora vamos a darles solo la segunda parte del invento…!
¿Que “los profesores critican que la Junta cierre los centros de formación a sus espaldas”? ¡Y qué más da! O ¿no nos hemos dado cuenta de que aún están lejos de saber qué significa eso de la democracia? ¡Les vale con sus propias opiniones y, si es necesario, se enrocarán o cambiarán, en mitad del juego, las propias reglas del mismo… con tal de “fastidiar” a los de siempre!
¿Que algunos, con argumentos y buen criterio, tratan de crear un eje alternativo a tanto diseño perverso y malintencionado de red logística de la Junta que nos malgobierna y piden una autovía León-Bragança? Se reitera la misma respuesta que únicamente sale de su boca cuando oyen de dónde parte la demanda; ¡y además con los votos de los propios parlamentarios ¿leoneses? del PP! ¡Bonita manera de defender los intereses de sus votantes! Claro que, naturalmente, a mí están muy lejos de decepcionarme… ¡como no les voté! En situaciones semejantes, me viene a la memoria aquella aguda frase de los primeros años de la transición, ante el desencanto de muchos: “¡No me cuente usted su vida… yo voté al PSP!”
Y para colmo, por si acaso a alguno le daba por seguir en sus trece de la reivindicación pueblerina, rancia, victimista, fuera de tiempo y bastante obtusa de estos de León, en portada, en grande, para mayor mortificación se nos recuerda que “Valladolid cierra filas y se adelanta a León con un plan para ser el eje del Noroeste”. ¡Qué mala suerte tenemos; siempre se nos adelanta alguien! ¡Ay si tuviera tiempo y lugar para comentarles todo lo que se me pasa por la cabeza con esto de “cerrar filas” (algunos todavía recordarán una canción, por cierto, me parece que era un tanto fascista, que hablaba casi de lo mismo…) ¡Pero que afán, qué manía tienen estos con lo del cierre, me viene también a la cabeza aquello tan repetido de que “el mapa está cerrado”, pero seguramente no “bien cerrado”! ¡Al tiempo! ¡No hay mal que cien años dure…!
Claro que, como es habitual, se escudan en que, “mientras en León falta iniciativa y coordinación” (¡y yo que creía que lo que faltaba era poder político y capacidad de decidir por nosotros mismos…!), la Cámara de la innombrable impulsa el “plan estratégico 2016”. Resulta que, ahora, no sólo todo debe pasar por el “centro del centro del mundo mundial” sino que desplazamos, a nuestro capricho el dicho lugar y lo colocamos, ora como “el Norte de Castilla” o “el centro de la Comunidad Autónoma” o, incluso, si nos apetece, le convertimos en “el eje del Noroeste” Claro que, según Ramón Gutiérrez, Director de Abol Consulting, “el centro del Noroeste es León (aunque) artificialmente se puede desplazar.
La sabiduría popular del paisanín de mi pueblo preguntaría, ante tanto desatino: ¿En qué quedamos, en la burra o en los cuarenta reales? De cualquier modo, creo que deberíamos avisar con urgencia a los del libro ese de los records porque tantas variaciones, tantos desplazamientos geográficos no solo serían objeto de estudio por parte de algún avispado profesional de la cosa esa, sino que, con toda seguridad, nadie habrá visto en el mundo nada igual…
¿Que estalla el escándalo de la leche (a la que no adjetivo, únicamente por respeto a las vacas)? Pues se mira para otro lado y hasta algún santón del invento este se atreve a pontificar: “En Asturias o en Cantabria esto no sucedería”. ¡Claro que no; ni esto, ni eso ni aquello, ni lo de más allá! Lo primero, la autoestima y, sobre ella, lo que ustedes quieran…, incluyendo un poquitín de memoria. ¡Pero de ambas cosas no andamos, por lo que se constata, muy sobrados! Y la situación no viene sino a certificar el abandono de un sector que, en su momento, nos colocara en un muy digno tercer lugar en cuanto a la producción. Hoy, como el poeta, solo nos quedan los lamentos y la constatación de vernos convertidos en una colonia que otros explotan… mientras quieran y tengan algo que “ordeñar”. Cuando ya no interesa, contestan con el despectivo: “Ahí os quedáis”, o si no, emplearán aquel otro más ofensivo, “que os den…”
¿Que se organiza una feria del libro en León y no se desarrolla con la dignidad que habían previsto los organizadores? Naturalmente, al no ser la Feria “de Castillileon”, “la Junta no ha puesto ni un euro”, por lo que, “el presupuesto fue muy insuficiente” y aunque los autores “han venido gratis, así no se puede hacer una feria con primeros espadas”. Pero ¡habrase visto atrevimiento semejante y cazurrería más cerril! ¡Pero si ya llevamos varios años sin apostar un duro por esta gente! Y ellos siguen erre que erre… pues ya tienen lo que se merecen… Mas no se preocupen que, para presumir de regional, no faltará quien invite a “la Diputación de Valladolid”… ¡Pena negra!
Mas, pásmense ustedes a coro; ante todo este desdén, esta falta de seriedad, esta tomadura de pelo y esta interpretación, sui géneris, de la democracia, encontramos algunas voces que parecen “haberse caído del guindo” de su entontecimiento (claro que, quien paga manda…) y así hemos asistido, entre confusos y aturdidos (quizá más por el ruido de las megafonía que por los mensajes en si mismos) a las manifestaciones de los sindicatos el pasado 1 de Mayo. Frótense los ojos si no me creen: “los sindicatos critican a la Junta por negar a León proyectos básicos”; aluden, naturalmente, a “la Facultad de Medicina y a la falta de apoyo a la León-Bragança” (…) “oportunidades perdidas para corregir las desigualdades con Valladolid”
Como consecuencia de sus profundas y sesudas cavilaciones, deducen (¡anda que no han necesitado años!) que “los trabajadores leoneses se sienten hoy bastante lejos de esta Comunidad…” ¡Vamos que quedaron calvos de tanto pensar! ¡O entrenan para ser un poquito más lerdos o no se han enterado de nada a lo largo de estas últimas décadas o son más cínicos de lo que suponemos y nos dan a entender!
Resulta que han sido ellos mismos los que, de manera reiterada, han denostado el movimiento leonesista, han criticado cualquier tipo de manifestación, han colaborado a la difusión del mito del leonés victimista invitándonos a “mirar al futuro”, han aplaudido hasta con las orejas a los mandamases de la SU región, han obedecido, sin rechistar, las reiteradas voces de ¡a formar!, han bendecido las políticas que nos han llevado a este estado de postración política, económica, social e identitaria… y ahora, se nos vuelven reivindicativos para con León… ¡y en contra de la Junta! No me río porque ya me duele hasta el alma…
A pesar de todo, del escaso número que sumaron (“la manifestación del 1º de Mayo que en León reunió cerca de un millar de personas…”, aunque curiosamente alguno de los asistentes confesaba que apenas eran doscientos) y sin tener en cuenta aquello de que “lo pasado, pasado está” o aún que “obras son amores y no buenas razones” y que “por sus frutos los conoceréis”, vamos a ser generosos, a darles un margen de confianza y a invitarles, de manera formal si hace falta, a la trinchera de la defensa de esta tierra. ¡Bienvenidos, camaradas!, sobre todo si vuestra arribada es producto del raciocinio y habéis llegado a la misma conclusión que nosotros… Nos tememos, sin embargo que, como los “Romanones”, aparecéis ya un pelín tarde… De ahí nuestra amarga queja de hoy: “¡A buenas horas, mangas verdes!”
(Se impone, quizás y en primer término, un breve comentario de esta conocida expresión, más en el uso que en el origen)
Diremos, entonces, que se aplica a aquel que toma una determinación a destiempo, tarde y fuera de plazo (“tarde, mal y nunca”, se dice también por estas tierras); en algunas ocasiones, sabiendo que la misma ya no le compromete en nada (aquello de “a toro pasado…”)
Entre otras explicaciones, se dice que, su origen podría situarse en el cuerpo de policía rural creada por los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, denominado la Santa Hermandad. Se encargaba de perseguir todo tipo de delitos, pero principalmente los relacionados con la fe en relación directa con la Inquisición. Sus miembros vestían unas casacas con mangas verdes y, por lo que podemos colegir, no debían ser excesivamente puntuales.
Otros afirman que este dicho proviene de la Guardia Urbana creada en el siglo XIX cuyos miembros, por asimilación con el nombre de su fundador, fueron llamados "Romanones". Llevaban un uniforme compuesto por guerrera cruzada y pantalón en color azul marino con las bocamangas de la guerrera en verde; iban tocados de un gorro colonial igual al que aún usan los policías ingleses, y armados con un gran sable a la cintura. En los momentos de alteraciones del orden público debían tardar, seguramente, mucho más de lo aconsejable en acudir a los puntos conflictivos.
Nuestra expresión viene hoy a cuento de lo que se constata, como un goteo de tortura china, cada día con más fuerza, con más persistencia y con mucho mayor descaro.
Juzguen si no tenemos razón; solo con los periódicos de la semana pasada podríamos elaborar una colección de agravios que harían palidecer de horror a cualquier político de no importa dónde… salvo que fuera nacido, criado o alimentado por esta pobre tierra; ¡hombre, sin excluir a una inmensa mayoría de una provincia que se ha propuesto convertirse en el centro del mundo mundial!
¿Que los leoneses piden una Facultad de Medicina, ante la evidente falta de médicos y la posibilidad de creación de algunas nuevas para llevar a cabo esta urgente formación? (Obsérvese que la Universidad de León ya imparte un tercer ciclo –un doctorado- en Medicina Humana, en el seno de su prestigiosa Facultad de Veterinaria). Pues, de la forma más chulesca se dice que NO, incluso contra la opinión de los propios profesionales: “los médicos creen que la Junta premia a Valladolid al negar la Facultad a León”; y como no basta la negativa, se nos restriega la misma por donde más nos duele y hasta se monta una manifestación en contra. ¡Ya esta bien de tanta chorrada de estos inconformistas leoneses que no hacen más que quejarse! Pero, si hasta Burgos “quiere la misma financiación que la del Palacio de Congresos leonés”. ¡Faltaría más! ¡Para mí quisiera estar en el mismo puesto de renta per cápita que los burgaleses, pero esto me pasa por practicar el victimismo…! Pero, si hasta “el rector de Salamanca se opone a que León tenga su propia facultad…”! ¿Le habrá contado alguien, a este buen hombre, que la citada universidad debe su existencia a un rey leonés, Alfonso IX? ¡Total, otro cazurro, seguramente tan despreciable y tan digno de crítica como los que se lo siguen recordando, para su mortificación! ¡Se terminó la política de la zanahoria y el palo; ahora vamos a darles solo la segunda parte del invento…!
¿Que “los profesores critican que la Junta cierre los centros de formación a sus espaldas”? ¡Y qué más da! O ¿no nos hemos dado cuenta de que aún están lejos de saber qué significa eso de la democracia? ¡Les vale con sus propias opiniones y, si es necesario, se enrocarán o cambiarán, en mitad del juego, las propias reglas del mismo… con tal de “fastidiar” a los de siempre!
¿Que algunos, con argumentos y buen criterio, tratan de crear un eje alternativo a tanto diseño perverso y malintencionado de red logística de la Junta que nos malgobierna y piden una autovía León-Bragança? Se reitera la misma respuesta que únicamente sale de su boca cuando oyen de dónde parte la demanda; ¡y además con los votos de los propios parlamentarios ¿leoneses? del PP! ¡Bonita manera de defender los intereses de sus votantes! Claro que, naturalmente, a mí están muy lejos de decepcionarme… ¡como no les voté! En situaciones semejantes, me viene a la memoria aquella aguda frase de los primeros años de la transición, ante el desencanto de muchos: “¡No me cuente usted su vida… yo voté al PSP!”
Y para colmo, por si acaso a alguno le daba por seguir en sus trece de la reivindicación pueblerina, rancia, victimista, fuera de tiempo y bastante obtusa de estos de León, en portada, en grande, para mayor mortificación se nos recuerda que “Valladolid cierra filas y se adelanta a León con un plan para ser el eje del Noroeste”. ¡Qué mala suerte tenemos; siempre se nos adelanta alguien! ¡Ay si tuviera tiempo y lugar para comentarles todo lo que se me pasa por la cabeza con esto de “cerrar filas” (algunos todavía recordarán una canción, por cierto, me parece que era un tanto fascista, que hablaba casi de lo mismo…) ¡Pero que afán, qué manía tienen estos con lo del cierre, me viene también a la cabeza aquello tan repetido de que “el mapa está cerrado”, pero seguramente no “bien cerrado”! ¡Al tiempo! ¡No hay mal que cien años dure…!
Claro que, como es habitual, se escudan en que, “mientras en León falta iniciativa y coordinación” (¡y yo que creía que lo que faltaba era poder político y capacidad de decidir por nosotros mismos…!), la Cámara de la innombrable impulsa el “plan estratégico 2016”. Resulta que, ahora, no sólo todo debe pasar por el “centro del centro del mundo mundial” sino que desplazamos, a nuestro capricho el dicho lugar y lo colocamos, ora como “el Norte de Castilla” o “el centro de la Comunidad Autónoma” o, incluso, si nos apetece, le convertimos en “el eje del Noroeste” Claro que, según Ramón Gutiérrez, Director de Abol Consulting, “el centro del Noroeste es León (aunque) artificialmente se puede desplazar.
La sabiduría popular del paisanín de mi pueblo preguntaría, ante tanto desatino: ¿En qué quedamos, en la burra o en los cuarenta reales? De cualquier modo, creo que deberíamos avisar con urgencia a los del libro ese de los records porque tantas variaciones, tantos desplazamientos geográficos no solo serían objeto de estudio por parte de algún avispado profesional de la cosa esa, sino que, con toda seguridad, nadie habrá visto en el mundo nada igual…
¿Que estalla el escándalo de la leche (a la que no adjetivo, únicamente por respeto a las vacas)? Pues se mira para otro lado y hasta algún santón del invento este se atreve a pontificar: “En Asturias o en Cantabria esto no sucedería”. ¡Claro que no; ni esto, ni eso ni aquello, ni lo de más allá! Lo primero, la autoestima y, sobre ella, lo que ustedes quieran…, incluyendo un poquitín de memoria. ¡Pero de ambas cosas no andamos, por lo que se constata, muy sobrados! Y la situación no viene sino a certificar el abandono de un sector que, en su momento, nos colocara en un muy digno tercer lugar en cuanto a la producción. Hoy, como el poeta, solo nos quedan los lamentos y la constatación de vernos convertidos en una colonia que otros explotan… mientras quieran y tengan algo que “ordeñar”. Cuando ya no interesa, contestan con el despectivo: “Ahí os quedáis”, o si no, emplearán aquel otro más ofensivo, “que os den…”
¿Que se organiza una feria del libro en León y no se desarrolla con la dignidad que habían previsto los organizadores? Naturalmente, al no ser la Feria “de Castillileon”, “la Junta no ha puesto ni un euro”, por lo que, “el presupuesto fue muy insuficiente” y aunque los autores “han venido gratis, así no se puede hacer una feria con primeros espadas”. Pero ¡habrase visto atrevimiento semejante y cazurrería más cerril! ¡Pero si ya llevamos varios años sin apostar un duro por esta gente! Y ellos siguen erre que erre… pues ya tienen lo que se merecen… Mas no se preocupen que, para presumir de regional, no faltará quien invite a “la Diputación de Valladolid”… ¡Pena negra!
Mas, pásmense ustedes a coro; ante todo este desdén, esta falta de seriedad, esta tomadura de pelo y esta interpretación, sui géneris, de la democracia, encontramos algunas voces que parecen “haberse caído del guindo” de su entontecimiento (claro que, quien paga manda…) y así hemos asistido, entre confusos y aturdidos (quizá más por el ruido de las megafonía que por los mensajes en si mismos) a las manifestaciones de los sindicatos el pasado 1 de Mayo. Frótense los ojos si no me creen: “los sindicatos critican a la Junta por negar a León proyectos básicos”; aluden, naturalmente, a “la Facultad de Medicina y a la falta de apoyo a la León-Bragança” (…) “oportunidades perdidas para corregir las desigualdades con Valladolid”
Como consecuencia de sus profundas y sesudas cavilaciones, deducen (¡anda que no han necesitado años!) que “los trabajadores leoneses se sienten hoy bastante lejos de esta Comunidad…” ¡Vamos que quedaron calvos de tanto pensar! ¡O entrenan para ser un poquito más lerdos o no se han enterado de nada a lo largo de estas últimas décadas o son más cínicos de lo que suponemos y nos dan a entender!
Resulta que han sido ellos mismos los que, de manera reiterada, han denostado el movimiento leonesista, han criticado cualquier tipo de manifestación, han colaborado a la difusión del mito del leonés victimista invitándonos a “mirar al futuro”, han aplaudido hasta con las orejas a los mandamases de la SU región, han obedecido, sin rechistar, las reiteradas voces de ¡a formar!, han bendecido las políticas que nos han llevado a este estado de postración política, económica, social e identitaria… y ahora, se nos vuelven reivindicativos para con León… ¡y en contra de la Junta! No me río porque ya me duele hasta el alma…
A pesar de todo, del escaso número que sumaron (“la manifestación del 1º de Mayo que en León reunió cerca de un millar de personas…”, aunque curiosamente alguno de los asistentes confesaba que apenas eran doscientos) y sin tener en cuenta aquello de que “lo pasado, pasado está” o aún que “obras son amores y no buenas razones” y que “por sus frutos los conoceréis”, vamos a ser generosos, a darles un margen de confianza y a invitarles, de manera formal si hace falta, a la trinchera de la defensa de esta tierra. ¡Bienvenidos, camaradas!, sobre todo si vuestra arribada es producto del raciocinio y habéis llegado a la misma conclusión que nosotros… Nos tememos, sin embargo que, como los “Romanones”, aparecéis ya un pelín tarde… De ahí nuestra amarga queja de hoy: “¡A buenas horas, mangas verdes!”
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