Acostumbrados quizás a lo peor, a que los vientos vengan, al menos en los tiempos que ocupan nuestra memoria, soplando siempre contrarios a cualesquiera de los intereses de la Tierra Leonesa, muchos ya nos temíamos lo peor.
De nada parece haber servido ni la, al menos por el momento, inútil reivindicación de los Principia en la que, por cierto, los partidos políticos establecieron una carrera bajo el slogan amenazante de “bellaco y mentiroso el último”, ni tan siquiera el malhadado suicidio de dos gárgolas de nuestro primer templo, en el intento de salvar a sus compañeras, ni la experiencia de tanto bien patrimonial expoliado, abandonado y hasta, ultrajado (sobran los ejemplos recientes en el bosque pétreo de Valdesamario, la joya de San Miguel de Escalada, la cada vez más importante basílica paleocristiana de Marialba, etc.) que teníamos que darnos de bruces, otra vez en pleno agosto, nada menos que contra la ciudad astur-romana de Lancia… Sí, esa misma que para quitarle importancia (¿cómo va a estar eso en León?), algunos siguen buscando en algún limbo perdido de su destartalada cabeza.
Y lo más triste del caso es que esto no es más que una imagen palmaria de lo que ocurre en la Tierrina desde que nos uncieron con engaños a esta comunidad indeseada, inútil e irracional; así es, una pura imagen puesto que camino de Valladolid hemos perdido casi todo; muchos el futuro, pero algunos hasta la honra, la palabra, las promesas y la dignidad. Prostituidos, aunque bien pagados por los nuevos amos, tratan en vano de tapar sus miserias cosiendo billetes delante de las mismas, sin darse cuenta de que el dinero es absolutamente transparente, aún más que su propia conciencia a la que tratan inútilmente de domesticar.
Camino, carretera o autopista hacia Valladolid que ahora se lleva, no solo nuestro futuro sino nuestro pasado, nuestro patrimonio; lo triste es que este síndrome parecía atacar a algunos en cuanto traspasaban las tierras del Cea. En esta macabra partida de dominó, las piezas avanzan ahora hasta las orillas sagradas del Astura…
Ya se ha dicho de todo, especialmente por parte de los que mantenemos la tesis de su conservación, dignificación y puesta en valor, que sobran los argumentos; por lo que a la parte contraria se refiere, falta de razones, nos tratan de acogotar (ya lo han conseguido con algunos) con la cantinela de siempre y que, por lo visto además, les viene dando resultados: “no nos podemos cerrar al progreso”. Ese progreso, esa progresía y esos progres de todo a cien, que se venden al peso en la tienda de los chinos de mi barrio, son, por lo que venimos constatando, una de las especies más dañinas y, para nuestra desgracia, de las más abundantes en la fauna doméstica leonesa. Si a ellos les sumamos, los gallinas, los obedientes jumentos y los mastinones gordos y adormilados, el resultado de dicha operación matemática es siempre menos: menos futuro, menos poder político, menos reivindicaciones, menos poder económico, menos población, menos inversiones, menos trabajo, menos, menos, menos.
¿Alguien se imagina siquiera un expolio, una burla o un trato semejante en un país cualquiera de nuestro entorno europeo civilizado? Con la experiencia de haber viajado por casi todos ellos yo les respondo, sinceramente, pero con toda la rotundidad que me aporta el conocimiento de esas realidades, con un NO categórico, atronador, concluyente y definitivo. Aquí no caben tibiezas ni dudas ni componendas ni arreglines de última hora ni proyectos de aprendices de arquitectos de secano.
Que se lleven a otra parte su autopista; el campo de los alrededores es grande y dilatado, tanto que no les costará demasiado trabajo ejecutar el proyecto (sin tener que ejecutar Lancia) de la, ahora al parecer, imprescindible infraestructura (¡cuánta y qué sospechosa prisa! ¿Verdad?) sin tener que arrasar lo que ni siquiera les pertenece pues se trata de un Bien de Interés Cultural, algo que pertenece al común y de lo que no se puede disponer, pues es tanto de los que están como de los que se fueron o de los que vendrán en el futuro. ¿Nuestros representantes, por cierto desposeídos, por culpa de sus actos vandálicos, de todo tipo de representación, serán capaces de tamaña tropelía? Que se aten bien los machos antes de proceder contra lo que no es suyo ni para lo que, como argumentamos, no tienen la más mínima autorización puesto que los perseguiremos personalmente hasta el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos o hasta donde corresponda; no pasarán por encima de nuestros muertos ni por delante de nuestros deseos. La raya está trazada.