lunes, febrero 23, 2009

Proverbios, refranes, adagios y aforismos (16ª entrega)

Reunión de pastores, oveja muerta

Pues sí, lector amigo, últimamente nos hemos visto contagiados de un recalcitrante virus refranero; casi tan desenfrenado como el “andancio” que viene atacando al personal, de manera inmisericorde, y que obliga a no alejarse en demasía de ese lugar conocido como el excusado. Razones hay más que sobradas para ello; realmente los periódicos nos relatan noticias que ya no pueden producir otra cosa que nauseas y flojera de vientre.

¿Cómo interpretar si no la llegada, a la capital del Reino, del empresario de ropa interior femenina devenido en presidente de este invento juntero, allá por los desgraciados inicios de su mismísima existencia? El libro no se venderá pero ya hemos contribuido a financiarlo con nuestros impuestos; naturalmente, y como no podía ser de otro modo, paga la junta que nos arre-junta.

¡Pero qué capacidades camaleónicas exhibe esta panda de gañanes que no tienen otro oficio conocido que el de seguir agarrados a la ubre de cualquier vaca pública de la que nos confían, eso sí, la parte delantera… para que sigamos alimentándola! Ver al trío que lucía como viejas y arrugadas actrices de segunda fila en teatro de barrio, ocupando la tribuna del Club de prensa del Diario, producía espasmos lastimosos. El empresario tratando de justificar la configuración de este mapa auto-no-mico (o sencillamente macaco, gorila o cuadrumano), haciéndose pasar por intelectual (¡qué manera de denigrar a toda una profesión!) y dos espadachines de acero enmohecido que viven de la caridad pública de unas sinecuras en un cementerio para elefantes.

¡Qué vergüenza! Claro está, si conocieran lo que supone este sentimiento. Tan cierto como que hoy es hoy, este tipo de personajes han olvidado hasta la existencia del vocablo. Vamos a ver, señores míos, según la Real Academia, vergüenza quiere decir “Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena”.

Ni por activa ni por pasiva, ni por acción ni por omisión, ni por la derecha ni por la izquierda; les da “lo mismo Juana que su hermana”. Cuando se trata de sacar lustre a sus propias miserias o de justificar lo injustificable (¡cómo iban ellos a equivocarse!), son capaces de desdecirse de lo dicho, defender la opinión más contraria, apoyarse en el enemigo más enconado y tradicional, sacar el tarro de los elogios más hipócritas y cargar su personal incensario con un tufillo que, para aquellos que conservamos aún un poco de memoria y dignidad, nos produce vómitos en cascada.

¿Cómo imaginar al engolado y engominado ex-alcalde lanzar flores a quien antaño denigrara en público y en privado? ¿Piensan, acaso, que no recordamos el ensañamiento del PP de un señor con bigote (cuando el ex apuntaba maneras de líder nacional de las juventudes peperas y encabezaba manifestaciones leonesistas, firmando incluso la solicitud de las mismas como para la del 4 de mayo del 84), contra el fabricante de prendas interiores a quien consiguieron retirar al limbo de los políticos, aunque no percibamos, dicho sea de paso, en el Demetrio este, excesivas necesidades ni apreturas económicas? ¡Que se lo hagan mirar, porfa! O el señor Amilibia ha perdido la cabeza o confundió alguna pastilla el día de autos… Solo así se podrían explicar sus efusiones y efluvios a favor del empresario y sus incoherentes opiniones.

Según la prensa:

(a) “El presidente del Consejo Consultivo de (esa cosa), Mario Amilivia, arropó ayer a Demetrio Madrid, consejero nato de este órgano, en la presentación de su libro y a él le dedicó unas palabras desde el «conocimiento reciente, pero intenso», que tiene de una persona «llena de sentido común y amor a esta tierra».

(b) Lo calificó de político «con mayúsculas» y recordó cómo antepone el interés común y el ser humano por encima de cualquier dictamen.

(c) «Ha dignificado la actividad pública a la que algunos nos hemos dedicado», agradeció Amilivia, y subrayó cómo Demetrio Madrid, haciendo política, «ha sufrido».

(d) “Es un hombre que ha demostrado valentía; me siento muy orgulloso de trabajar junto a él y me confieso un ferviente admirador suyo», finalizó.

Maticemos:

a) Además del parloteo insulso que siempre ha caracterizado a este amortizado personaje, de triste recuerdo para la deuda de esta ciudad (y lo que te rondaré, morena), hay una afirmación que me encocora. ¿Qué quiere decir con el “amor a esta tierra”? ¿Acaso a la Región Leonesa, siendo zamorano, a la que condenó (al parecer por mucho tiempo) a malvivir en una Comunidad que no es la suya, que nunca hemos deseado, y en la que no tiene otro papel que el de comparsa, el de un cadáver que es disputado por hambrientos cocodrilos? Respuesta esperaremos en vano…

b) Otra rajada sin sentido y tan falsa como el beso de Judas…

c) Niega el Húsar la mayor; alguien que es indigno mal puede dignificar nada. Y hemos de traer a la memoria del ex y de quienes no lo recuerden que, precisamente ellos, los monaguillos de Aznar lo llevaron ante los tribunales, algo que le costó ser condenado, de por vida, al ostracismo político; menos mal que quedan carguines, puestines y mamandurrias de los que vivir sin dar golpe, a cuenta de los demás y cobrándose la deuda. Fantástica, sin embargo, la confirmación de que “algunos nos dedicamos a la política”; ¡lo recordamos, lo padecimos y lo padecemos aún, por lo que no estamos prestos a olvidarlo! Lo que no entendemos es esa utilización del pasado, porque, de manera inmediata surge la pregunta: ¿entonces de qué vive este hombre del que no se conoce oficio ni beneficio que no le haya llegado desde el poder?

d) Y, para terminar, la guinda: no solo le inciensa de forma grosera aludiendo a su “valentía” sino que se siente “un ferviente admirador suyo”; ¡y yo me lo creo! Lo dicho, este hombre está para que lo encierren.

No menos patético fue el papelón representado por el exconsejero González (sí, ese, el mismo que le cerró el matadero a Morano, en falsa huelga de hambre… ¡qué tiempos!)

“El que fue vicepresidente de la Junta en la etapa de Demetrio Madrid, Jaime González, recomendó la lectura de este libro, «necesario», que está contado por «quien más sabe de los primeros años de la comunidad». Aseguró que destruye algunos mitos perniciosos, «como que sólo fue una persona la que había decidido la distribución territorial» y reconoció en este texto, de obligada lectura, un punto de vista «muy matizado, nada hiriente».

Lo dicho, que “entre todos la mataron y ella sola se murió”, pero, al propio tiempo, que no somos capaces de librarnos de esta peste y que, mientras los que deberían, convencidamente, pelear juntos por la defensa del Reino, otros, reunidos al reclamo de la sangre, siguen hurgando en la herida de esta oveja (¿o fue un lechazo?) que, tras la reunión, seguro terminaron despachando en algún carísimo restaurante para celebrar sus éxitos y regodearse, aún más, en su ya fácil victoria. “Vengan días y caigan ollas” y, si los tiempos cambian “que nos quiten lo bailao…”

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