Hace un par de días, nos llegó un correo reenviado, por lo que constatamos, a un montón de direcciones de personas, más o menos sensibilizadas con la “reivindicación leonesa de León”.
Como no nos metemos con nadie y únicamente trasladamos lo que muchas personas ya conocen, aportamos a nuestros seguidores (si acaso no les ha llegado) el citado correo, algún comentario del Húsar y observaciones que nos han llegado de nuestro grayu particular, al que enviamos, disfrazado y en avanzadilla para nos aportara su especial visión sobre los hechos.
Para que nadie se pierda, aparece, en primer lugar, el correo arriba referido, en el que hemos colocado unos números, entre paréntesis, que remiten a algún comentario de nuestra exclusiva cosecha, y la cosa se termina con la acotación del grayu parlanchín al que, últimamente venimos encontrando un tanto holgazán... (vamos que casi, casi, nos recuerda al "cucu rubiellu que ye fulgacián")
1) El mensaje:
Ayer, 26 de enero, asistí a la charla del escritor holandés Cees Nooteboom, en varias ocasiones candidato al premio Nobel. Se inscribía dentro del ciclo “los Caminos de la Democracia”, con motivo de los actos conmemorativos del 1.100 aniversario del Reino de León (1). Le acompañaban el comisario del Centenario, Juan Pedro Aparicio, y la directora del Instituto Cervantes en Londres. Como fondo del escenario, bastante solemne, pues esta charla era la primera del ciclo en León (la anterior fue en Ponferrada), figuraba el título del ciclo, la alusión al Centenario y, sorpresa, tres grandes logos de la Junta y de sus instituciones, pero ninguno de León, ni ciudad ni provincia (2). Me sorprendió también que las autoridades presentes se limitasen a algunos jefes de servicio de la Delegación Territorial de la Junta en León, con el Delegado, Eduardo Fernández, a la cabeza (3). Nadie de la Diputación, ni del Ayuntamiento (ni equipos de gobierno ni oposición). (4) Algo vergonzoso que no les pasó por alto ni al conferenciante ni al comisario del Centenario ni a muchos de los asistentes (5). Mal llevamos la conmemoración de este acontecimiento que podría restituir a León un poco de su historia perdida. A quienes quieran cabrearse algo más les aconsejo que lean el programa oficial de los actos conmemorativos del Centenario (6).
2) Los comentarios.
(1) Sonoro título para el ciclo, sí señor, pero que muy poco o nada dice, de manera explícita, en cuanto a lo que se celebra. Como para el resto de las actividades, algo que se constata en el propio logo de la “Comisión”, se trata de decir pero no decir, de insinuar pero con una carga enorme de miedo para no enfadar a los que mandan, etc., etc. En resumen, de mostrarse sumiso, entregado a la noble causa castellana que es lo que mola, lo que da lustre y puede, al final del año, repartir honores. ¡Cómo nos conocemos ya por aquí!
(2) Pero ¿de qué nos sorprendemos? En el propio panfleto editado por la comisión es lo único que aparece también. Sabemos a este respecto que ya ha habido quejas de ciudadanos e incluso “institucionales” porque "la junta del arrejunte" se había comprometido a obrar de otro modo. Ya conocemos el tiempo que les duran a algunos los propósitos de enmienda… Puritito fingimiento y “tente mientras cobro”. De todas formas esto no es más que la constatación y hasta la consolidación de un desprecio; no hay más que recordar lo que ocurrió en la primera de las reuniones de la comisión esta habida en la Real Basílica de San Isidoro, en la qué se les "olvidó" la bandera de León... (¿Qué creían que estaban celebrando?) Bueno, tampoco ignoramos uno de los primeros axiomas del perfecto burócrata: “si quieres que algo no funcione, crea una comisión”. ¡De libro, oiga!
(3) ¡Qué raro! ¿no? Ver a los que más desprecian a León convertidos, por mor de la voluntad del jefe, en atentos escuchadores de las bondades de algo ocurrido en esta tierra... ¿O es solo una consigna y el vago recuerdo de que el que no obedece no sale en la próxima foto de las elecciones? ¡Anda que si se les acaba el chollo; ellos que no saben vivir de otra cosa! Y algunos, por su aspecto físico, orondo y coloradote, no parecen vivir demasiado mal...
(4) No seremos nosotros los que saquemos la cabeza por algunos que faltan a sus más elementales obligaciones de representación; sobre todo si en su ideario o vocinglería mitinera exhiben su amor a León, a lo leonés y a la madre que lo trajo al mundo. Sin embargo, ¿no les parece que algún tipo de invitación debería salir de una ineficaz secretaría de la comisión? ¡Ah, que no la hay! ¡Que no la han, ni siquiera, creado! Que no existe ni una mínima infraestructura para ello; que el comisario se arregla con un teléfono y los monaguillos que le han puesto en Valladolid, al parecer desde la Fundación Siglo ¿O el monaguillo es otro? Que, por el mismo precio, no existe ni un mínimo comité científico para hacerse cargo del evento; que en el comité del mismo figuran los figurones para figurar. Incluso en este caso, una mínima sensibilidad de quien esto ordena, manda o ejecuta, debería haber hecho la gestión para que figurara, a la cabeza, algún miembro de la familia Real (Comité de Honor). ¿Y el propio Presidente del Gobierno, que, según se dice, es leonés? ¿Y la Ministra de Cultura? ¿Y...? ¿Acaso no hay otras administraciones que ponen dinero además de la Junta juntera del arrejuntamiento? ¡Cuánto despropósito junto para, como decimos, hacer que se hace y luego se deshace! Muchos deben acusar un innegable síndrome de Penélope, en busca de favores que, suponen, les caerán del árbol al que se arriman. ¡Ojala se seque de raíz!
(5) Nuestro comunicante no nos ha trasladado el número de asistentes, pero nos tememos lo peor; nunca, para un acto de este tipo, se hizo menos publicidad, se colocaron menos carteles y se publicitó menos en los medios. ¿Y esto es una celebración popular? Mejor reír para no llorar.
(6) Se refiere, seguramente, el comentario, además de los mentados logos que también aparecen en el panfleto, a actuaciones tales como la restauración de la fachada de San Isidoro (sin duda más que necesaria pero que nadie entiende lo que pinta en este tipo de celebraciones, salvo para invertir un dinero y acallar a una parte de la comisión...), al “festival internacional de nuevos formatos y aventura de León” (muy aparente para lo que se celebra...), a lo que denominan “educando el saber” (pasmao, pasmao, pasmao), a una actuación de Amancio Prada (“Ramos de Romances y Canciones”) que se vende por un lado y otro como “gallego”o últimamente como "castellano" (hay que ver las cornadas que dá el hambre) o a otras tantas actividades que parecen haberse cogido con pinzas... de depilar. Una sola más, como ejemplo: “El Reino de León en el marco de la corona de castilla”; algo que se parece más a lo de “mentar la soga en casa del ahorcado”... y lo peor es que, según se nos hace saber, tras haber leído la justificación del congreso científico, se pretende reflexionar sobre esta situación como referente de la actual configuración autonómica. ¡Cuánto bobo cría el pan, y cuánta miseria se adivina detrás de algunas actuaciones!
3) Díxunos un grayu (37ª entrega)
Pues bien, al parecer, y según nos relata nuestro espía, en la conferencia que pronunciara, en el marco del mismo ciclo, D. Manuel Jiménez de Parga (de dilatado e importante curriculum académico y político), el público asistente, que incluso era excesivo para el escaso espacio previsto, tuvo ocasión de oír afirmaciones tan rotundas como las siguientes: “León es la cuna de la protección de los derechos y las libertades” y llegó a ser tan tajante en su convencimiento que afirmó sin rodeos que, si Las Cortes nacieron en León, son, por lo mismo, leonesas y no castelloleonesas, ni mucho menos castellanas. Sabido es (no hay más que remitirse a la historia de aquellos años) el poco aprecio que existía, además, entre leoneses y castellanos; y esto venía de lejos...".
Según un conocido romance:
Castellanos y leoneses tienen grandes divisiones,
El conde Fernán González y el buen rey don Sancho Ordóñez,
sobre el partir de las tierras, y el poner de los mojones,
llamábanse hi-de-putas, hijos de padres traidores;
echan mano a las espadas, derriban ricos mantones:
Pues bien, en el relato de nuestro grayu, y ante afirmaciones tan contundentes, alguno de los funcionarietes (de la junta del arrejuntamiento a empujones), vulgares chupatintas venidos a más por eso de la endogamia y otras enfermedades infectocontagiosas que se prodigan entre la politiquería, mostró, de una manera bastante estentórea e incluso grosera, su descontento, con afirmaciones como (casi literales): ¡esto es intolerable!; ¿pero como dice este tío estas cosas?, ¿no somos nosotros los que le pagamos?...
Todo un dechado de virtudes democráticas, sin ninguna duda; un claro ejemplo a imitar por parte de nuestros jóvenes y nuestros niños... ¿O sería, esta actitud, más que suficiente, en otros lugares para que le tiraran, sin esperar a más, al pilón que tuvieran a mano?
Por cierto que también el Diario contra León, asustado quizá de la repercusión de ideas tan perniciosas, tuvo la osadía y la desfachatez de cambiar, al día siguiente, el sentido de la frase haciendo decir al conferenciante una burrada del calibre siguiente y como pueden apreciar precisamente lo contrario de lo que aquel afirmara: “recordó que las cortes castellanas son de origen leonés”. Gracias, faros de la libertad de prensa; ¿aún no os consideráis suficientemente enfangados? ¡Pues adelante y que viva la manipulación! Además, como censuráis los comentarios y amordazais a los que os pagan comprando el periódico o leyendo el digital, ni siquiera se puede ejercer el derecho a una mínima rectificación. Es, realmente, ¡vomitivo!
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