Uno de los empeños de cualquier blog de divulgación y de participación, es ver incrementado cada día el número de las visitas. Lo que se puede llamar el número de los "mirones". Aunque estaría mejor contar el incremento de los "participantes activos". Pero eso es otro cantar.
Además de atraer por los contenidos, muchas veces conviene atraer con los continentes. Y por las formas; pues no en vano estamos en el mundo de las imágenes y de la publicidad. Y hasta de la provocación. Si lo que pongo a continuación sirve para algo de todo esto, quizás pueda servir para reclamar la atención de "posibles participantes interactivos". Y si no, por lo menos espero que haya servido para amenizar otro poco más este cuaderno... ¡¡¡Nos vemos!!!
Me acuerdo de los cuentos que me contaba mi abuelo, mejor que "de lo que comí ayer". Me acuerdo mucho de mi abuelo... En realidad, de mis dos abuelos. O de mis tres abuelos. Porque, yo tuve tres abuelos. Uno de regalo.
Mi abuelo paterno, - el de regalo - era un cuentacuentos de primera. Como mi abuela materna. Pero a distancias. A distancias de temas de los cuentos, de treatralización incorporada, de socarronería, y de guasa picante...
Llevo dándole vueltas a un cuento,- o a una pamplina graciosa -, de mi abuelo. Y no me desatasco... Cuando, de niños, nos quedábamos prendidos y sorprendidos de las palabras y de las obras de los mayores; y éstos no querían que les espiáramos, o simplemente les miráramos, mi abuelo nos despachaba con una retahila de palabras algo parecido a esto:
¿Qué miras, ojos mirones? ¿Nunca has visto un gato con pantalones?
Pues eso os quiero decir hoy. Y no es que os quiera prohibir que me espiéis, o me sigais con la mirada. Simplemente, porque me he acordado de mi abuelo. Y de lo que comí ayer. Que no estoy tonto, todavía...
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