lunes, marzo 09, 2009

Agravios comparativos (19ª entrega)

¿Viviendo y aprendiendo?... si hubiera capacidad para ello

El comentario viene a cuento de lo que ocurrió ayer en la ciudad castellana de Tordesillas; mas, tranquilícese nuestro lector, ni vamos a ejercer de aguafiestas (cada uno celebre las suyas) ni tenemos la menor intención de hacer proselitismo a favor de esta causa, ¡faltaría más…!

Pues bien, desde hace cuatro años, según informaciones, viene celebrándose a lo largo del fin de semana más próximo a la fecha real, la entrada de la Reina Juana I de Castilla (por cierto, según la denominación “larga”, y como su hijo Carlos “por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias islas y tierra firme del Mar Océano, Condes de Barcelona, señores de Vizcaya e de Molina,” etc.), en Tordesillas, donde permaneció encerrada, con la disculpa de su “locura”, pero, en realidad, para evitar un problemón de Estado, como testimonian sus mejores biógrafos. Según las noticias de Europa Press “se llevará a cabo una representación en la que participarán más de 200 personas”

Al parecer, los actos que se prevén, especialmente para este año, en el que se cumplen los 500 años del hecho, están muy lejos, en participación popular, en eventos de relumbrón, en propaganda histórica, en…, de los que, al menos hasta el momento, se preparan para el 1100 aniversario de la coronación del primer Rey de León. ¿Será que, como la cosa ya se ha hecho vieja y rancia no necesitamos celebrarla más que arrodillados ante una bandera extraña y renunciando, públicamente, a nuestra condición de leoneses? Y todo ello a cambio de algún teatrillo, alguna conferencia de segunda, la edición de un libro del amiguete y compañero de partido, la foto p’al periódico y poco más.

Vean y juzguen el agravio que supone la pompa y el boato de una celebración de, repetimos para escarnio de algunos, “la llegada de una reina” y el MC aniversario de la creación de un reino, de un país, en suma, que acuñó moneda, que dictó leyes, que ganó batallas en las que millares de nuestros antepasados dejaron la vida, que arrodilló a un rey ante sus propias leyes, que coronó un emperador, que creó naciones y que llegó a codearse con las más importantes cortes de la Europa de aquella época… De un Reino cuyas leyes de hace mil años, reconocían derechos tan actuales como la inviolabilidad del domicilio y que fue el primero de Europa (que es lo mismo que decir del mundo, en este caso) en tener unas Cortes en las que estaban representadas los ciudadanos.

¿Pero dónde ha quedado nuestra dignidad? ¿Seguiremos, impasibles y displicentes, aguardando nuevas agresiones a nuestra identidad, a nuestra historia, a nuestras costumbres, a nuestra economía y a nuestros recursos? ¡Pero si ya no nos queda lugar en los costillares para seguir recibiendo palos…!

¿Seríamos capaces de hacer aquí algo semejante? ¿No deberíamos tener un poquitín más de aprecio por nuestra historia? ¿Acaso no tenemos motivos que celebrar? Como en el caso de los franceses con el queso… uno para cada día del año, si me apuran. Quinientos años de legionarios y más de 300 como corte de reyes dan para mucho. Pero así seguimos, acomplejados y lelos, envidiando la miseria de los demás cuando podríamos exhibir grandezas…

Aquí hemos llegado a derrochar unos “38.000 €” (así lo recogía La Crónica del 4 de octubre de 2008) para recrear la coronación del Emperador, sacamos pecho sobre ello y hacemos, además, manifestaciones de que nunca se había llevado a cabo nada parecido. ¡Pero qué cara en los munícipes y qué falta de profesionalidad en los periodistas! ¡Memoria, señores y señoras políticos y políticas!

Dos veces tuvo lugar, en esta ciudad y corte, una experiencia que se denominó “Ensoñación Medieval” en la que (con verdadero esfuerzo) apenas invirtieron 8.000 € y que consistía, sucintamente, en lo siguiente: un pregón histórico-literario, una obra de teatro de contenido medieval, un recital poético (romances) por las calles del casco histórico, un espectáculo de fuego en la noche (en el habido en la plaza de la Catedral se llegó a calcular la asistencia de más de 2.000 personas), dos días de mercado medieval con animación, una recreación sobre un hecho alusivo a la historia de León y una cena en el Palacio de la Diputación. Y todo ello salido de la base, de los vecinos y de la participación popular. ¿Hay quién dé más por menos? Pues bien, entre tirios y troyanos, se cargaron el proyecto. ¡Claro, como, además, nadamos en la abundancia…!

Coda: ¡Ah! y por cierto, a estos sí les ha sido concedida la emisión de un sello conmemorativo, emisión que, no lo olviden, fue negada para los Reyes de León.¡Tiene bemoles! por no decir algo malsonante.

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