¿Y qué podía decir si no? Lo mismo que el pato Lucas (Diario de León 29/10/09) que sigue con su graznido, cada vez más desafinado, eso sí, pero en el que no varían ni el fondo ni la forma; quizá solo el tono, un poco más irritante y ofensivo. ¡Qué pena dan estos personajillos, pasados de moda e incluso de vueltas!; verdaderas antiguallas ridículas que han perdido, no solo el sentido de la oportunidad sino incluso la vergüenza. En un estado normal se verían ya desplazadas hacia los anaqueles de la historia que, seguramente, no será además demasiado benévola para con ellos. Ponen la cara y, sin duda, la mano (de lado que se nota menos, como verdaderos egipcios), para pronunciar el discurso de todas las semanas y por el que cobrarán unos sustanciosos haberes a cambio de repetir lo que esos que pagan esperan escuchar, en un ejercicio vejatorio de baboseo institucional. Sigamos coreando juntos nuestra gran mentira. Todo igual para que nada cambie; ovejas aburridas o borregos entontecidos, que para el caso...
De todo su discurso, una cosa se salva; seguro que le traicionó el subconsciente cuando afirmo, "La formación de Castilla y León como comunidad autónoma estuvo marcada por «cierta improvisación y oportunidad política» en opinión del ex presidente de la Junta Juan José Lucas”. ¿Y esto lo dice ahora? Pero ¿no ha estado usted pregonando, precisamente, todo lo contrario? ¡Pero si somos “una unidad de destino en lo universal”! Ahora resulta que lo que nuestro Pancho Villa particular denominó “razones de Estado”, el patito feo lo denomina “oportunidad política”, situación adobada, incluso, por una “cierta improvisación”. Digámoslo con las palabras que todos entendemos: una metedura de pata y una auténtica cacicada, un trágala más digno de otros tiempos que, según constatamos a diario, no parecen querer abandonar estas tierras. Hay, en ellas, bastantes caciques y demasiados siervos.
Pero no estaba solo, no, que venía acompañado de toda una banda de corifeos graznando como él al viento de “la vallisoletana Universidad Europea Miguel de Cervantes” la cual, es fácil deducirlo, debía organizar algún acto a favor o en desagravio del “gran hermano” que todo lo gobierna: la junta que nos arre-junta.
Siguen empeñados estos “intelectuales” de pacotilla y a sueldo (¡menuda libertad de pensamiento!) en destacar “el valor de las aportaciones artísticas y científicas para la construcción de una identidad de comunidad”; frase que no deja de sorprendernos porque tiene el mismo sentido que la que hubiera podido pronunciar un indio navajo recién llegado al conocimiento de nuestro idioma. Pero borricos ilustrados, ¿cuándo se van ustedes (y los demás) a convencer de que de dónde no hay no se puede sacar? ¿En qué parte del mundo se ha visto que, en unos pocos años, se intente crear “una identidad de comunidad”? Esos son procesos que duran siglos y no se pueden lograr a golpe de talonario y publicidad institucional que, para mayor vejación sale de nuestros bolsillos para entrar en nuestro subconsciente colectivo. ¡Hábiles que son estos chicos…!
Una esperanza, sin embargo; en palabras del jefe de esta banda pepera, sin duda sentidas y pronunciadas quizás poniendo morritos de disgusto y contrariedad “estos procesos o son asumidos por todos o van hacia el fracaso”. ¡Qué disgusto, señor Herrero/a!
Solución tenemos pues, amigo Sancho; dado que este colectivo no tiene vocación de remero de galera, como algunos, redoblaremos nuestros esfuerzos en contrario, no vayan a pensar que desistimos y tiramos la toalla. En la resistencia está la salvación y en la oposición al monstruo está el germen de su propia destrucción, Herrera dixit. Os recordamos aquello que alguien dijo y repite en animosa muletilla: “conformarse es aceptar y aceptar es claudicar” ¡Pues eso!
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