jueves, octubre 22, 2009

La leche y la patata

Extraño título, se dirán todos ustedes; ¿pero qué tiene que ver una cosa con la otra? Estos del Colectivo ¿habrán perdido, definitivamente, la chaveta? A pesar de que razones no nos faltan, no van por ahí los tiros, ni aún los de una pésima y trucada escopeta de feria. Se impone entonces una explicación.

He de confesarles que me caían simpáticos aquellos “Ganaderos Zamoranos”; probablemente porque los imaginara como unos campesinos salidos de la memoria de mis años de infancia en el pueblo. Quizá también porque, falto de otros asideros a los que colgar mi justificación de compra de un producto de primera necesidad, me refugiaba en alguien de la Tierrina a quien podía incluso ayudar a seguir, en su presumible lucha contra las multinacionales lecheras; había desaparecido cualquier tipo de indicación sobre un producto semejante con marchamo leonés (en particular y en general), incluso aquella leche que envasó El Castillo y que se denominaba “del día, de tu Tierra” parecía estorbar en el mercado y la marca tomó el mismo camino que el resto de productos y personas: la emigración o la desaparición.

Por eso mi decepción ha sido mayor y mi caída del caballo ha roto, una vez más, la crisma de mis más íntimos sentimientos, los de la raíz, la pertenencia, la identidad. Descubrir que, probablemente, “por un puñado de dólares”, miserable, a no dudar, la que adopté como mi leche ahora se vende bajo el apelativo humillante de “leche de castilla y León” me ha vuelto a destrozar los esquemas. Una vez más cambiaré de producto, pero el tupé solo me lo toma quien yo quiero, naturalmente.

Y esto no para aquí; en su loca carrera hacia delante, este caballo castellano desbocado, remedo del de Atila, hollando con sus pezuñas hasta los productos leoneses más genuinos, terminará por convertir la cecina en un plato típico y exclusivamente castellano; al tiempo que, aprovechando la extensión de la su Comunidad (que para eso es “una, grande”, aunque poco libre), como buenos colonizadores, intentarán colocarnos sus excedentes siempre que lo necesiten. Ahora, por ejemplo, le toca a la patata, naturalmente también de Castillileón, aunque proceda de la innombrable, que se promociona y casi se regala con subvenciones y largueza de la arre-junta a cambio de seguir martilleando los oídos con la eterna canción igualitaria y pseudo nacionalista castellana. Disco rayado...

Intuíamos, por tanto dinero como se gastan y tantas veces como se nos ha colado en la conciencia, que esto de castillileón debía “ser la leche” (aunque seguimos sin creérnoslo), que ahora, con esta historia de la patata, estamos dispuestos a intentar un esfuerzo intelectual al respecto; impecable argumento el que sigue ¿no es verdad? Pues bien, si no hay manera de convencernos de que “esto de Castillileón es la leche”, no les costará mucho trabajo en que aceptemos, por el contrario, aquello de que “es una auténtica patata”… y, seguramente, de mala calidad, mas esto no lo sabré nunca; no pienso ni probarla. Cuestión de higiene mental, bucal y hasta estomacal...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si esa es la leche de Castileon que la beban ellos. A mi no me gusta la leche. Me quedo con el queso MONTAÑAS DE RIAÑO, QUESO DE VALDERAS O CUALQUIER QUESO ZAMORANO que están riquísimos. Y estos de la leche pues o cambian el nombre o ya saben...

amurrinare dijo...

Pues gracias a su adhesion a la campaña "tierra de hedor" los de leche gaza acaban de perder a otra clienta. Al menos la junta aun no puede controlar a quien doy mi dinero cuando compro. Leon resiste!