De todos los posibles títulos que me estaban rondando la cabeza para hacer un comentario sobre la semana que hemos vivido, éste ha sido el último. No digo el mejor, ni el que más me hubiera gustado. Pero lo que encierra desde luego es lo retorcidos que son los políticos, no digo algunos, sino los políticos en general. De todas las definiciones que he oído de político, la que siempre me ha agradado más es la de “aquella persona que es capaz de pensar una cosa, decir otra y hacer todo lo contrario, con el aplauso de los suyos y todos los desinformados”. De ahí que lo que más nos cuesta hacer a los que tenemos argumentos para rechazar los suyos, es convencer a los demás del craso error en el que van a caer los que caso les harán; además, entre las consecuencias más graves estarán las que no tienen marcha atrás. Éstas, porque lo que consiguen es enriquecer en gran medida a esos políticos, tanto económica como políticamente, llevando siempre al error de alcanzar por medios democráticos resultados de dictaduras. La razón no es otra que el aumentar su presencia en los órganos de poder y decisión aglutinándolo en una sola persona e invitando a los demás al aplauso, al deseo de alcanzar los mismos méritos para aglutinar algo del poder que han visto en el otro.
El caso es que los políticos, en definitiva, mienten. Desde hace 25 años prometen una orgía de prebendas para León, adhiriendo la Región Leonesa a una Castilla empobrecida de sus orígenes, prometiendo capitalidades, instituciones, industrias, futuro,... ¿Qué prometen ahora con la integración de las cajas? Malos recuerdos me traen estos procesos que prometen para León lo más de lo más. Incluso la otra caja leonesa se ve amenazada por lo mismo. El final no es otro que la desaparición de las individualidades en beneficio de Valladolid.
Lo natural en el sistema financiero son las fusiones por absorción de una entidad débil por otra fuerte. Recientemente hemos asistido a la absorción del Banco de Castilla por el Popular, nadie ha dicho ni pío; a la absorción de la Caja Rural del Duero (Valladolid) por Cajamar, hubo clamor, ¿por parte de quién?; hace años a las dos cajas de ahorros que había en Valladolid y a otras de Zamora y Palencia, se las engulló CajaLeón con la condición impuesta por la Junta de que cambiara de nombre no fuera a ser que en Castilla se ofendieran. Lo que se desprende es que si se “intervienen” las cajas y se traslada la mayor gestión a un centro, programado como está, en Valladolid, lo más probable es que no sólo desaparezca esa entidad nueva, sino todas las que la conformaron.
Los partidos políticos tan unidos a nivel autonómico, ven cómo difieren con los más cercanos a los ciudadanos. Incluso la UPL a nivel autonómico piensa distinto que a nivel local (¡a lo que hemos llegado!). El PP es el más duro de todos pues parece que no tiene fisuras pero, nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que nadie dice nada distinto porque si se mueve no sale en la foto y todos bailan al son que les manda el de turno para un día poder optar al puestín. Lo triste del PSOE es que según van pasando los días maquillan las posturas y “donde dije digo, digo Diego”, no vaya a ser que el tal Óscar y después el “amigo” José Luis corten alas y no pueda encontrar el futuro taifa leonés sitio en Madrid, que es lo suyo.
Resumiendo: Las cajas, que se basan en su Obra Social, ven cómo el poder político quiere gestionar sus dineros amparándose en los periodistas que lo vocean, los sindicatos que quieren su bollycao y los empresarios que quieren su préstamo a muy bajo interés (para que luego se lo perdonen). Es curioso, las cajas no mostraban interés alguno.
Como soy presidente de la comunidad voy a preguntar al de la publicidad y al de la limpieza si quieren que juntemos los pisos del rellano y los administremos: alquilamos habitaciones, les vendemos agua, gestionamos la cocina y el comedor,… Ya le oigo desde el otro lado del telefonillo: -¡Con los ojos cerrados, presi!” Ya sólo nos queda convencer a los dueños de los pisos.
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