Ya sabeis, los pucelanos que, como siempre, andan haciendo amigos y la "magnífica idea" de cobrar 75 euros por las entradas no hacen más que "granjearles simpatías". Creemos que no hace falta insistir en que las negrillas son nuestras:
Cientos de sportinguistas pasaron el día en la capital vecina para castigar al comercio vallisoletano por el alto precio de las entradas
«Esto ye como andar por el Muro un domingo», le dijo Sonia Álvarez a su novio, Alberto Fernández, nada más bajarse del coche en la calle Ordoño II. La Mareona tomó ayer León por unas horas y convirtió la ciudad vecina en la capital itinerante del sportinguismo. El conflicto por el precio de las entradas para el partido del José Zorrilla le salió rentable a la hostelería leonesa. Los seguidores asturianos fueron agasajados con menús especiales para la ocasión, locales decorados en rojiblanco y hasta con una recepción en el Ayuntamiento. «Hace milenios éramos todos un mismo pueblo, y eso se nos ha quedado dentro para siempre», le dijo el vicealcalde Javier Chamarro a la comitiva gijonesa. «Estuvimos a punto de ser una misma comunidad; será por algo», le respondió José Suárez Braña, presidente de la Federación de Peñas Sportinguistas. Después, gritos de «¡Puxa Sporting!» y «¡Viva Cultural!» para afianzar la alianza.
A Maruja Suárez, la invasión norteña le sorprendió comprando el pan. «Aquí sí que os queremos, no como en Valladolid», razonó esta leonesa ante un grupo de sportinguistas recién llegados a la explanada que el Consistorio de la ciudad había adaptado junto al río Bernesga como improvisado aparcamiento de autocares. En cuestión de minutos ya no cabía un alma en la plaza de la Regla.
Por las callejuelas del casco antiguo el ambiente era similar. Los comerciantes del mercadillo de los sábados en la plaza Mayor hicieron su agosto con los seguidores rojiblancos. «Vamos a pasar todo el día por aquí comiendo y comprando y luego para Zorrilla», decían Carlos Gutiérrez y David Gómez, dos carreñenses acostumbrados a viajar con el Sporting. Era mediodía y en los mesones del centro ya estaba todo reservado. El pincheo «al gusto sportinguista» del restaurante París, en mitad de la calle Ancha, fue un éxito rotundo. La fórmula era sencilla y apetecible: sidra y chorizo de la tierra. A unos metros, junto a la Diputación Provincial, la Mareona fijó su centro de operaciones. En la plaza de las Palomas se dieron cita más de trescientos fieles para acudir a la recepción municipal. «Esto es lo que se pierden los de las entradas a 75 euros», remató con ganas Aurora Prendes nada más entrar en el salón del viejo Consistorio. «No hay derecho a lo que nos hicieron», le respondió Cristian González, de la peña Casa Kilo de Quintes, tras sentarse en uno de los bancos.
Después llegó el turno de los cumplidos. «Nuestra playa siempre ha sido Gijón», dijo el vicealcalde, que dejó claras sus tendencias regionalistas al agradecer a los presentes «haber parado en esta tierra que está entre Asturias y Castilla». Chamarro [Chamorro], que estuvo acompañado por los ediles de Hacienda, Miguel Ángel Fernández, y de Participación Ciudadana, Vicente Cambia [Canuria], añadió que «hoy todos los leoneses somos sportinguistas». Por su parte, el concejal de Deportes de Gijón, José Ramón Tuero, agradeció el recibimiento y expresó el apoyo de sus conciudadanos a la Cultural, que disputa el ascenso a Segunda.
Tras el acto, más tiempo para el ocio. «Cuanto menos estemos en Valladolid, mejor», aseguraba David Ordóñez, de la peña El Indio. Por delante quedaban dos horas de carretera hasta la capital castellana, estación final de un viaje con parada y fonda en León.
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