Este es el título de la “carta al director” aparecida en el periódico “Metro directo” del jueves 22 de febrero que, por su evidente interés, reproducimos a continuación. Observen la similitud y sorpréndanse, incluso, no sólo de la justificación de nuestras reivindicaciones sino de la bondad franciscana que caracteriza nuestra lucha, constatando lo que algunos reivindican como de absoluta necesidad y ajustado a derecho… Al menos, ellos tienen el orgullo de su propia existencia; sin embargo, ¿qué somos nosotros, los habitantes de la Región Leonesa, que, ni siquiera, para la inmensa mayoría, gozamos del privilegio de existir? ¿Qué poeta podrá cantar un día el golpe de tuerca que le ha dado esta supuesta democracia al monólogo de Segismundo, en la cara de los leoneses?
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos, el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron qué yo no gocé jamás?
“El fracaso de participación en el referéndum sobre la reforma del Estatuto de Andalucía deja un dato claro: ellos han tenido un derecho que los aragoneses no podremos ejercer. Y es que, una vez transcurra la tramitación parlamentaria de nuestra reforma estatutaria, el BOE tendrá la última palabra en este proceso.
Existen carencias que ha denunciado un informe de CHA: financiación, asegurar los recursos hídricos, identidad y hasta 12 competencias más. Pero hay otro déficit que, para los que creemos en la participación democrática, es importante, ya que no podremos votarlo ni manifestar nuestro apoyo o rechazo, ni nuestro enfado con la clase política mayoritaria, como han hecho los andaluces”.
Antonio Senillosa. Zaragoza.
¿Tendremos, una vez más, que gritar nosotros, a los vientos, nuestras “carencias” que podríamos concretar en el procedimiento antidemocrático que nos llevó a la situación actual, la condición de país colonizado, la pérdida de poder político y económico, la sangría migratoria que no acaba, la imposibilidad de decidir por nosotros mismos, el robo del agua, el expolio de nuestro patrimonio, la manipulación de nuestra historia, la apropiación de nuestros símbolos y nuestros logros del pasado, la aculturización galopante de nuestros jóvenes y niños, los reiterados intentos de borrar nuestra identidad…?
Permítanme resumirles mis sentimientos por medio de aquel conocido poema, también, como el anterior, de D. Pedro Calderón de la Barca:
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos, el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron qué yo no gocé jamás?
“El fracaso de participación en el referéndum sobre la reforma del Estatuto de Andalucía deja un dato claro: ellos han tenido un derecho que los aragoneses no podremos ejercer. Y es que, una vez transcurra la tramitación parlamentaria de nuestra reforma estatutaria, el BOE tendrá la última palabra en este proceso.
Existen carencias que ha denunciado un informe de CHA: financiación, asegurar los recursos hídricos, identidad y hasta 12 competencias más. Pero hay otro déficit que, para los que creemos en la participación democrática, es importante, ya que no podremos votarlo ni manifestar nuestro apoyo o rechazo, ni nuestro enfado con la clase política mayoritaria, como han hecho los andaluces”.
Antonio Senillosa. Zaragoza.
¿Tendremos, una vez más, que gritar nosotros, a los vientos, nuestras “carencias” que podríamos concretar en el procedimiento antidemocrático que nos llevó a la situación actual, la condición de país colonizado, la pérdida de poder político y económico, la sangría migratoria que no acaba, la imposibilidad de decidir por nosotros mismos, el robo del agua, el expolio de nuestro patrimonio, la manipulación de nuestra historia, la apropiación de nuestros símbolos y nuestros logros del pasado, la aculturización galopante de nuestros jóvenes y niños, los reiterados intentos de borrar nuestra identidad…?
Permítanme resumirles mis sentimientos por medio de aquel conocido poema, también, como el anterior, de D. Pedro Calderón de la Barca:
Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
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