Bajo este título, nuestros compañeros y amigos del Colectivo "Ciudadanos del Reinu de Llión" (sección de Zamora) responden al despropósito que se produjo hace unos días en el zamorano, y por tanto leonés, Fuentesaúco. Las cosas pueden decirse más altas pero, desde luego, no cabe mayor claridad. Aquí, sin embargo, vivimos en la era de la anti-lógica...
¿Cómo es posible que desde lo que debiera ser un "templo del saber", un instituto de enseñanza media, donde se educan las futuras generaciones, se estén dando alas a los más rancios nacionalismos pancastellanistas, tergiversando la historia y manipulando a los futuros hombres y mujeres del mañana, por cierto, a los más inocentes? ¿Hasta cuando seguiremos los leoneses soportando que nos cambien un nombre que existe desde hace más de mil años y que nos ha sido legado sin tacha?
Como es obligado, la costumbre hace ley, las negrillas son del Húsar
Con absoluta extrañeza leemos el artículo publicado en nuestro periódico LA OPINION-EL CORREO DE ZAMORA titulado "Castilla... aquel reino glorioso" del pasado día 4 de diciembre y manifestamos nuestra sorpresa por cuanto que a fecha de tal edición entendíamos que el Estatuto de Autonomía en el que está incluido Fuentesaúco y el resto de la provincia de Zamora abarcaba "el glorioso reino de Castilla" pero también, pese a tanto interesado olvido, "el menesteroso territorio del reino de León". Una mera hojeada a la propia exposición de motivos del reformado cuerpo legal afirma que estamos en una comunidad autónoma compuesta "y sin glorias" por dos territorios. Entendemos por esta razón que se trata de un error grave, un fallo importante tratar de conmemorar los veinticinco años de este estatuto autonómico partiendo del olvido a una de las regiones que lo componen; algo, en definitiva, tan inaudito como sería celebrar unas jornadas divulgativas sobre Zamora y omitir la existencia de Sanabria, de Aliste o de Sayago.
Y es que aquí se evidencia algo tangible desde que en 1978 se dieron los primeros pasos para instituir esta comunidad bimembre: crear de nuevo una autonomía totalmente ajena al interés y necesidades ciudadanas de Zamora so pretexto de dar salida al emergente poder económico que los planes del desarrollismo franquista habían fraguado ubicando polígonos industriales en Valladolid, Palencia y Burgos. Una autonomía, en definitiva compuesta por dos, en el que nuestra región, el antiguo Reino de León, tiene un papel residual.
Se refleja en la jornada divulgativa acontecida en Fuentesaúco las referencias efectuadas por el catedrático de historia contemporánea de Salamanca don Manuel Redero a "los enormes problemas con que tropezó el Estatuto de Autonomía de Castilla y León" y que "no había conciencia de región; todo lo contrario, Castilla se consideraba la cuna de la nación española". Y considerando todo ello posiblemente cierto, habría que ahondar en ello para no quedarse en la epidermis. Es preciso, en definitiva, explicar y revelar las razones de la salida de las provincias de Logroño y de Santander, en 1978, del Consejo pre-autonómico de Castilla y León observando lo que podía ser, como se ha confirmado, una comunidad fuertemente centralizada en Valladolid; las hasta cuatro sedes que esta autonomía ha gozado para evadir la realidad centralizadora: Burgos, Tordesillas. Fuensaldaña y definitivamente Valladolid; o, los recursos de inconstitucionalidad presentados por 53 senadores de A.P. para propiciar la salida de León y de Segovia; la inclusión de Segovia también por la extemporánea vía de una Ley Orgánica; acabando por las recientes manifestaciones en León por la autonomía de las tres provincias abanderadas en la última por su alcalde, del PSOE, don Francisco Fernández.
Incluso convendría que en jornadas como las celebradas en el Instituto saucano se invitase a algún experto en gramática con el fin de elucidar a los participantes respecto al nuevo gentilicio creado, denominando a los habitantes también de Fuentesaúco "castellano y leoneses" y como la unión por medio de la conjunción copulativa "y" de dos nombres propios: Castilla "y" León, resulte extrañamente un sustantivo singular, una región. Algunos creemos firmemente, ilusos de nosotros, que si escribimos Fuentesaúco y Toro nos referimos a dos localidades zamoranas y no a "una" sola ciudad. En fin, habrá que tomárselo de forma humorística recordando a Rosa María Sardá cuando haciendo una parodia con referencias a esta comunidad autónoma en un programa de TVE señalaba apuntando a los compositores de la copla: "Castilla y León... y Quiroga".
En definitiva menos épica ajena que en Zamora sólo sirve para edulcorar la realidad y sí análisis sobre las causas y sobre todo los efectos perversos que una autonomía con dos mil kilómetros cuadrados más que Portugal ha provocado en la economía de nuestra provincia. Más estudios sobre injusticias patentes y eventos verdaderamente propios para exponer por qué la región leonesa que avanza por medio de un rey zamorano, Alfonso IX, los primeros referentes del constitucionalismo en las Cortes de Benavente de 1202, una de las primeras Universidades de toda la península en Salamanca, que es reconocida como tal región en los propios Arts. 2 de la Constitución de Cádiz y en el 14 del Tribunal de Garantías Constitucionales de la 2ª República, señor Fuentes y señora Alvarez , se ve menoscabada en sus derechos. Por qué extrañas influencias León, Salamanca y Zamora no gozan de un estatuto singular y los también reinos de Valencia o de Navarra sí.
Bien escribía don Antonio Machado aquellos versos "la verdad, la verdad / ven conmigo a buscarla / la tuya quédatela". Los treinta años de Constitución también exigen que se amparen derechos como el de nuestra tierra y no se encubran por gloriosos reinos impropios que huelen a naftalina y recuerdan al mejor Juan de Orduña provocando la postergación social y económica de las tres provincias leonesas acentuada si cabe en Zamora.
Colectivo Ciudadanos del Reino de León de Zamora
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