lunes, diciembre 22, 2008

A propósito de la fusión de las cajas de ahorro

Y siguiendo con el recurrente asunto de la fusión de Cajas (ad maiorem gloriam Pucela), publicamos a continuación la carta de Marcos Álvarez Díez, que también apareció el pasado 13 de Diciembre en www.leonoticias.com

Cuanto dice Marcos nos parece muy sensato pero ¿se ha parado a pensar que todos sus consejos van en contra de los fundamentos mismos de esta Comunidad? ¿Es que todavía puede quedar alguien que no esté convencido de que esta anti-comunidad solo se creó con un objetivo: potenciar a Valladolid (en su eterno complejo de querer ser capital de algo) y convertirla, a costa de todos los que le rodean, en una gran metrópoli? ¿Es que ya nadie recuerda que, en una Comunidad Autónoma de 2 millones y medio de habitantes, la "magistral receta" de un demógrafo pucelano (seguramente a sueldo, puesto que, de otro modo, es impensable tamaña melonada) para acabar con la despoblación rural era que Valladolid tuviera un millón de habitantes? (Ver artículo publicado por el Húsar en Octubre de http://husartiburcio.blogspot.com/2005/10/despoblacin-rural-solucin-ms.html). Claro que igual lo que estaban reconociendo es que en lugar de una gran ciudad son, simplemente, un pueblo acomplejado ¿será eso?

No dejo de escuchar en las tertulias radiofónicas patrocinadas por la Junta de Castila y León en las emisiones para la Comunidad, o de leer las declaraciones de nuestro Presidente Sr. Herrera a propósito de la necesidad de fusionar las cajas de ahorro de Castilla y de León para conseguir una entidad fuerte y competitiva. Yo no logro entender la correspondencia univoca que se suele establecer entre el tamaño de una entidad bancaria y la competitividad de la misma; más al contrario, parece claro que empresas de tamaño comedido puedan adaptarse con más agilidad a los constantes cambios del mercado y afrontar retos novedosos a menor coste. También es verdad que las posiciones dominantes de algunos bancos y cajas pueden desvirtuar el panorama financiero de un país; al final, la frontera entre una buena entidad y una mala, o una rentable y una con pérdidas, estará basada en la buena o mala gestión de la misma y no en el tamaño, o en el número de oficinas abiertas al público.

Una caja de ahorros única en la comunidad, gestionada y dirigida como casi todo lo “autonómico” en esta Comunidad nuestra, desde la capital vallisoletana solo tiene un posible beneficiario: el gobierno, o mejor dicho, el Consejero de Economía de turno, que podrá hacer y deshacer a su antojo, junto con la ciudad de Valladolid, que verá como los órganos de gobierno de la posible Caja-Castilla y León se asientan en sus calles con los consiguientes puestos de trabajo directos e indirectos que esto conlleva.

Tendríamos que pensar un poco en qué es más beneficioso para una Comunidad Autónoma como la nuestra, nos guste más o menos como está formada, que eso es otro cantar... Interesa una Caja grande, poco ágil, que desconozca las particularidades de cada comarca o región, con una visión comunitaria del conjunto y posiblemente poco realista de las realidades de cada territorio; o unas Cajas pegadas al terreno, bien gestionadas, adaptadas a las realidades y características de sus clientes en las distintas provincias y que permitan un desarrollo provincial y comarcal claramente diferenciado. La grandeza de una Comunidad como Castila y León, más grande que muchos de los países de la Unión Europea, no puede fundamentarse en la creación de un polo centralista y centralizador, acaparador de entes y administraciones; debe constituirse a partir de las provincias que la integran, potenciando las particularidades de cada territorio, fomentando la creación de estructuras locales ágiles y dinamizadoras que a partir del conocimiento de la realidad social implementen herramientas concretas para cada situación y territorio. Aquel anuncio que utilizó la propia Junta de Castilla y León era una buena imagen de lo que realmente necesitamos: Nueve provincias, una comunidad.

Hay que dar herramientas a las administraciones locales, a las Diputaciones Provinciales, a los grandes ayuntamientos, a las Mancomunidades y entes Comarcales. Hay que desterrar las fiebres centralistas, la acaparación de poderes y de ámbitos de gestión que fomentan la despoblación y la deslocalización empresarial. El poderío de Castilla y León debe basarse en la capacidad y fortaleza de sus nueve provincias, no de una ciudad.

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