Hemos parodiado, esta vez el conocido refrán que recuerda: “del árbol caído todos hacen leña”, y que remite a una explicación como la que sigue. “Se usa cuando alguien cae en desgracia y se aprovecha para culparlo de todos los males”.
Hasta aquí, nada que pueda sorprendernos; es la postura más habitual de los cobardones, cobardicas o simplemente cobardes; de aquellos que critican, por ejemplo, a los que no pueden defenderse o que se ceban contra los que se muestran más inofensivos. Es jugar a favor de corriente, es pisotear al que, por razones varias, ha perdido influencia y poder o va camino de alcanzar ese, nada deseable, estado, en una sociedad que marcha, a paso ligero, en la dirección contraria. Es una actitud, por desgracia, bastante repetida, pero no por ello menos repulsiva; aunque, si nos atenemos a la condición humana, algunos (con especial incidencia los que la practican) podrían encontrarla hasta disculpable. ¿No existe, para refrendar su opinión, algún otro refrán que lo constata e incluso avala su forma de actuar? Veamos: “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Eso es lo que debieron pensar, en su momento (y por solo citar uno de los casos más significativos que parecen ya tragados por el destino olvidadizo de esta sociedad aborregada), algunos de nuestros más ínclitos empresarios, aquellos que desde el ladrillo pretendieron saltar a los cielos de la región más regionalizada de toda la regionalización que nos regionaliza por orden superior… y, claro está, hacia un sentido único, un pensamiento único, una única y superior unidad de destino que conlleva, naturalmente, una caja única, un aeropuerto único, un… Completen la lista, por favor; pero, por su propio bien, no se extienda en consideraciones, puede que no les dé el tiempo y se les pasen las uvas.
Pero, del mismo modo que se sigue olvidando, una y otra vez (¡y van...!), aquello de que “Roma no paga traidores”, los otrora encumbrados personajes, personajillos o personajetes, algunos engolados políticos del "compre tres y pague dos", ocultos entre la hojarasca de unas listas cerradas, se caen (y es especie que abunda) del caballo, del burro o del jumento, en su particular camino de Damasco o, más acertadamente, de Pucela; o, puede que simplemente les apeen y, dependiendo de la brusquedad del gesto, despiertan de su aparente o real ensimismamiento y admiración por el amo de cuya mano comieron.
Mas volviendo a nuestro refrán primero sobre los árboles, deberíamos recordar que “el árbol que no da frutos da leña” y esta no tiene otro destino que el de arder en una buena fogata, en muchos casos, para escarnio, befa o disuasión de navegantes (digo, militantes) desnortados. Ya lo afirmó, en su momento, el conocido filósofo Alfonso Guerra: “el que se mueve no sale en la foto”.
Algo así ha debido ocurrirle, en fechas recientes, a D. Luis Carlos Fernández Tejerina, si hemos de atenernos a su Tribuna del Diario de León, que ha osado intentar ponerse a la altura (aunque solo fuera como candidato) de la mandamás de la Excelentísima Diputación de León. Como consecuencia de su “atrevido” gesto (desconocemos la génesis del mismo y, a decir verdad, tampoco nos interesa) y de las consecuencias del mismo, se le ha debido caer la venda de los ojos, los tapones de las orejas y se le ha soltado la lengua. Ha llegado a descubrir (¡oh, cielos!, nunca es tarde...) la falta de democracia de su partido, las puñaladas que almacena, incluso, aquel a quien antes habías ayudado, las maneras tan refinadas, a la hora de hacer el mal, de algunos de los que nos gobiernan, los intereses mezquinos que los mueven, los objetivos que persiguen y la falta de escrúpulos que los guía. ¿Pero por qué hablan únicamente cuando no tienen el poder?
“Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza”, nos recuerda otro sabio refrán; mas ¡qué a gusto se avanza y qué lejos se puede llegar cuando se boga a favor de corriente!; ¡cuán fácilmente se cae en desgracia cuando se pretende algún tipo de cambio que pudiera interpretarse como un cambio de silla! Y ¡qué falta de valentía demuestran los más (tirios y troyanos), para denunciar este tipo de prácticas que, por el contrario, el sufrido pueblo leonés viene padeciendo por culpa de una miserable casta política que se le ha colocado sobre la chepa y de la que no es capaz de liberarse…!
Si hemos de juzgarles, entonces, por los hechos que ellos mismos nos describen, las palabras que leemos y las actitudes que constatamos, estaremos en disposición de afirmar, con Orson Welles que “la falsedad es tan antigua como el árbol”. ¡Y mira que tiene años la cosa…!
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